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No sabe leer ni escribir, quizá sea ésta la revelación más sorprendente de las polémicas memorias que acaba de publicar. Porque el resto, ya lo sabíamos o lo podíamos suponer.
Dice incluso que su analfabetismo le avergüenza y lleva su tarjeta de crédito sin firmar. Tarjeta, por cierto, sin límite alguno, ya que se le calcula una fortuna de unos 350 millones de dólares. Solo este año, según Forbes, ha ingresado más de 45.
El pasaje más aterrador, en cambio, es el que relata cómo agredió a su hijo Jaycee cuando tenía dos años: "Le cogí de una mano, le levanté, le tiré al otro lado de la habitación y se estrelló contra un sofá. Con la fuerza que utilicé, si se llega a dar contra el respaldo o el reposabrazos, la cosa podría haber sido muy seria".
Años después, ese mismo niño entraba en la cárcel por posesión de drogas. Pasó seis meses entre rejas y su padre declaró: "He dado instrucciones al abogado para que no intente acortar la condena y no he pedido favores a nadie. Somos famosos y tenemos que dar ejemplo". El actor ha asegurado también que no piensa dejarle un céntimo de herencia.
Peor aún es la relación con Etta, su otra hija. Nació fruto de su romance con la Miss Asia Elaine Ng Yi Lei. Chan ya estaba casado con Joan Lin, con la que sigue, y aunque en un primer momento contó que le pasaba una pensión, después se supo que no era cierto. Él se justificó con esta frase: "Solo cometí un error que muchos otros hombres han cometido".
Hace meses, Etta salió a la luz pública, con 18 años, para contar que era lesbiana y vivía "prácticamente debajo de un puente" por la homofobia de sus padres. Chan ni la menciona en el libro.
Con su primera novia, el actor dice que fue "terrible" y que se avergüenza de sí mismo por la manera en que la trató, aunque al acabar la relación intentó ayudarla económicamente.
Tampoco se portó mejor con la cantante Teresa Teng. Ella era más sofisticada y eso reconoce que le hacía sentir muy inseguro. "Fui horriblemente injusto con ella", comenta.
Y llegó el amor de su vida, Joan Lin, pero casi la dejó escapar porque pensaba que era una cazafortunas. Incluso ha declarado que se casó forzado porque ella se quedó embarazada.
Por no hablar de su estilo de vida en la juventud. Un disparate lleno de alcohol y accidentes: "Conducía borracho todo el tiempo. Una mañana estrellé un Mercedes y esa misma noche un Porsche". También de derroche: "Me gusta tener gente a mi alrededor y en cada comida estaba con un gran grupo. Un año me gasté dos millones de dólares pagando la comida de otros". Y de relaciones con prostitutas, como a la que llama Número Nueve, su favorita: "Todas las noches nos apretujábamos en su sórdido cubículo. Hoy ese espacio me sigue pareciendo el paraíso".
Llega a reconocer: "Era un despreciable capullo". Ahora dice que ha cambiado.
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