Guerra entre los hijos de Palomo Linares por la finca El Palomar

Las espadas están en alto. A punto de cumplirse el segundo aniversario de la inesperada muerte de Sebastian Palomo Linares, la familia del torero está completamente rota. Se trata de una guerra fratricida entre los hijos del diestro por la herencia que tiene en la finca El Palomar, el objeto del deseo. Aunque hace algunos meses, Miguel anunciaba en esta revista que había llegado a un acuerdo con Eduardo Lozano -a quien Palomo ‘vendió’ la finca para evitar embargos- para quedarse con la propiedad, la realidad actual habría cambiado radicalmente.

Según ha podido saber 'Corazón', Miguel habría sido invitado a abandonar la finca después de que sus hermanos Sebastián y Andrés hayan adquirido más del 70% de la propiedad —al menos en documento público—, dejándole fuera de toda competencia. La decisión, insisten, habría sido tomada por la supuesta dejadez de Miguel en sus obligaciones y por su total desaparición. Explican que el empresario ha roto todo vínculo con sus hermanos e incluso con su madre, la diseñadora Marina Danko. El enfrentamiento es tal que Andrés y Sebastián, junto a sus abogados, se personaron en la finca para pedirle explicaciones. Aseguran que el encuentro entre ellos fue más que tenso. Hubo reproches y una excesiva crispación que provocó un gran desasosiego en los allí presentes. Un totum revolutum que les obligó a salir por donde habían llegado.

Sebastián y Andrés consideran que la actitud de su hermano es injustificable y apelan a su sentido común para que resuelva de forma amistosa el conflicto que les atañe. Miguel, por contra, se acoge a acuerdos anteriores —vigentes y rubricados— para garantizar su permanencia en una finca que, recuerda, su padre deseaba que él gestionara. Su entorno asegura que no va a ceder a las pretensiones de sus hermanos y mantiene que el motivo real del problema que les separa es que, tras comprarles sus correspondientes partes de la finca —todo en acuerdos privados—, ahora quieren más dinero.

Salvada, in extremis, la casa de Diego de León que iba a ser subastada por un embargo de la Agencia Tributaria, Sebastián y Andrés temen que el final de la finca familiar sea similar. Y es que refieren preocupación real por el estado de conservación de la misma. El césped estaría seco, no habría agua corriente y habría constantes problemas con el suministro eléctrico. Según esta versión, nadie estaría haciendo frente al pago de los gastos derivados de la manutención de la casa, extremo que desmienten categóricamente desde la otra parte. Una situación límite que, es más que evidente, ha acabado por desunir definitivamente a los hijos del torero que, hasta la fecha, habían guardado las apariencias.

A pesar de que es ahora cuando las diferencias entre ellos parecen insalvables, la mala relación entre los hijos de Palomo se ha cultivado con el paso de los años. Especialmente cuando el torero comenzó su relación con la elegante Concha Azuara, su última pareja. Aunque su distanciamiento fue totalmente público, insisten en que no todos los hijos entendieron que la jueza era mala influencia para su padre. Se dejaron llevar por las informaciones que Miguel decía tener de la magistrada y provocaron una profunda tristeza en el matador que encontró la muerte sin haberse podido reconciliar con aquellos a los que tanto quería. Ahora, pasado el tiempo, está claro quien tenía razón.

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