Como cada Navidad, Vladimir Putin daba una megarueda de prensa televisada para hacer balance del año. Con 1.700 periodistas acreditados para la ocasión, el presidente ruso repasó la situación política de su país, habló de su relación con Donald Trump y de la guerra en Siria, hasta que un periodista ruso le planteó la pregunta del millón: "¿Cuándo se casará? ¿Y con quién?".
Desde luego, era una pregunta atrevida. Putin, exagente del KGB antes de líder todopoderoso, es famoso por ser muy estricto con su intimidad, por no hablar nunca sobre su familia ni dar más información de la estrictamente necesaria sobre su vida privada. De hecho, los nombres de sus dos hijas nunca se han conocido de manera oficial. Por eso, dejó a todo el mundo asombrado cuando, en vez de ignorar la pregunta o reprender públicamente al periodista, esbozó una sonrisa y contestó: "Como soy una persona decente, tendré que hacerlo antes o después".
El periodista que se atrevió a desafiar su hermetismo fue Alexander Yunashev, del canal de televisión LifeNews, tradicionalmente próximo al Kremlin. El dato no es baladí. El medio pertenece al gran grupo de comunicación dirigido por Alina Kabáyeva, la exgimnasta olímpica con la que se relaciona a Putin desde hace más de una década. De hecho, según algunos medios rusos, la pregunta no era casual y podría venir directamente de ella, que al parecer estaría cada vez más impaciente por formalizar su relación.
Desde que anunció su divorció en 2013 de Liudmila Pútina, después de 30 años de matrimonio, la vida amorosa de Vladimir Putin ha estado rodeada de misterio, aunque todo el mundo da por hecho que él y Kabáyeva, 21 años más joven que el presidente, mantienen una relación sentimental. De hecho, se ha llegado a decir que tienen al menos un hijo en común, algo nunca confirmado por el Kremlin. Ahora nadie descarta una boda presidencial en 2019. Y que Rusia vuelva a tener una primera dama.
Durante ocho años, Michelle Obama calculó cada estilismo, cada peinado y cada complemento para cada recepción y cada viaje oficial. Como relató recientemente en su libro, sabía que la criticarían, tanto si escogía looks demasiado informales, como si apostaba por exclusivas prendas de diseñador. Por eso, una vez al mes, ella y su estilista, Meredith Koop, escogían minuciosamente sus looks. Pero desde que abandonó la residencia presidencial, Obama ya no tiene que esforzarse por esconder a la 'fashionista' que lleva dentro.
Hace unos días, la primera dama protagonizaba otro macro-evento promocional de su autobiografía Becoming. Con las 19.000 localidades del Barclays Center de Nueva Jersey agotadas, Sarah Jessica Parker ejercía de maestra de ceremonias. Y, quizá por hacerle un guiño a Carrie Bradshaw, Obama escogió uno de los 'looks' más arriesgados gracias a unas botas de Balenciaga que se convirtieron en trending topic y agotaron sus existencias pese a costar más de 3.400 euros. Interrogada sobre ellas, Obama explicó. "Ahora soy libre de hacer lo que quiera. No hay ningún mensaje oculto detrás de las botas. Simplemente pensé: ¡Qué monas!".
La controvertida decisión del presidente de Estados Unidos de decretar el cierre del gobierno federal, tuvo una consecuencia inesperada para su familia. Aunque el plan del matrimonio Trump era celebrar la Navidad en su resort de Mar-a-Lago como cada año, Trump decidió quedarse en Washington para gestionar su enésima crisis política. Después de que el presidente se quejara en Twitter de estar "totalmente solo (pobre de mí)" en la Casa Blanca, la primera dama se vio obligada a dejar Florida para celebrar con él la Navidad en la capital estadounidense. Según la prensa americana, Melania " no estaba contenta" con la idea de regresar a Washington y cancelar todos sus planes navideños. Los Trump, eso sí, respetaron la tradición navideña de hablar por teléfono con los niños que esperaban la llegada de Santa Claus. Claro que el presidente consiguió estropear el momento al preguntarle a una niña: "¿Todavía crees en Santa? Porque a los siete años no es muy común, ¿verdad?".
20 de enero-18 de febrero
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