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Desde que consiguiera el título de Miss España, en el año 1989, Raquel Revuelta se convirtió en uno de los rostros más populares del mundo de la moda y la televisión. Pero Raquel siempre tuvo claro que, además de tener un físico estupendo, quería y podía aportar más al mundo de la empresa.
El paso del tiempo le ha dado la razón al frente de su agencia de modelos Doble Erre y como alma máter del Salón Internacional de Moda Flamenca (SIMOF).
Corazón Además, para todos aquellos que no lo sepan, su nombre también está ligado a distintas causas benéficas, con las que colabora de manera desinteresada. Raquel Revuelta Para mí la solidaridad tiene mucho que ver con la generosidad, con el agradecimiento y, desde luego, con la empatía. Porque a mí me gusta ponerme en el lugar de las personas que están en una situación delicada en cualquier aspecto de la vida, ya sea por enfermedad, por pobreza, por estar en riesgo de exclusión social, por violencia de género… Y al empatizar, no tengo más remedio que reaccionar. Para mí es una cuestión de generosidad porque considero que uno se siente verdaderamente satisfecho cuando sabe que está haciendo algo por alguien que lo necesita. Si lo miras bien es, casi, una generosidad egoísta. Y cuando hablo de agradecimiento, me refiero a lo mucho que tengo que agradecerle a la vida, a la obligación que siento de devolver lo que la vida me da a mí. Me considero una persona muy afortunada.
C. Sé que es muy celosa de hablar de su implicación en causas solidarias, pero con el altruismo pasa como con las emociones, que se contagia. Por eso es bueno contarlo… R. R. Ese es el sentido que tienen las entrevistas que tú haces, Ana, que sirvan de estímulo, de motivación, para que muchas personas se pongan manos a la obra y hagan algo, aunque parezca una tontería, algo nimio, algo que parece que no vaya a servir… A lo mejor, simplemente una atención, un guiño, una mirada de consuelo, ayuda, porque este tipo de gestos, para muchas personas, es algo muy grande.
C. Quizás todo comenzó ayudando a quienes, como usted, tenían ganas de abrirse camino en el mundo de la empresa con: ‘Emprende lunares’… R. R. No es una acción solidaria como tal, pero sí es cierto que está dirigido a personas que no han podido, por distintas circunstancias, llevar a cabo su sueño y en el momento de la vida en que se encuentran, quieren intentarlo. Para estos profesionales se creó esta acción: ‘Emprende lunares’, auspiciada por la Fundación Cajasol, que la lleva a cabo a través de su Instituto de empresas. Para que te hagas una idea de cuál es el perfil, te cuento el caso por ejemplo, de un peluquero a quien le encanta la costura y la moda flamenca. Seleccionamos el proyecto, por medio de un comité de expertos y se le forma: se le lleva al taller de Lina, donde le enseñan a cortar volantes, flecado, etc… pero además se le da una formación empresarial de la que él adolece. Yo soy promotora de este evento, algo así como una ‘conseguidora’, una intermediaria, nada más.
C. Y nada menos. Pero, hablemos de una causa con la que tiene una implicación especial: Agamama, una Asociación que apoya a un colectivo de mujeres que han tenido cáncer de mama. Son mujeres luchadoras y, también, emprendedoras… R. R. Son mujeres andaluzas que, como bien dices, han sufrido un cáncer de mama. Yo no era consciente de los efectos secundarios que puedes llegar a tener al superar un cáncer de estas características. Te quedan muchas secuelas que, durante años, la Junta de Andalucía, a través de una serie de centros, atendía. Cuando hablo de secuelas me refiero tanto al daño psicológico, como al físico. Por ejemplo: los brazos, que quedan dañados por la extirpación de las mamas, ya que hay ganglios afectados… En fin, que hay un montón de problemas, que son consecuencia directa de haber padecido ese tipo de cáncer. Estos centros de los que te hablo, con la crisis tan brutal que hubo, dejaron de ser financiados por las instituciones. En ese momento, es cuando la Asociación Agamama, crea una empresa: Alborear.
C. Alborear, Abrazos Solidarios nace, entonces, como marca solidaria, asociada a Agamama. R. R. Efectivamente. El fin es recaudar fondos. Esos fondos que antes venían de las Instituciones públicas para, de este modo, mantener los centros abiertos y poder seguir atendiendo a todas las mujeres que lo necesiten.
C. ¿Qué necesitan exactamente estas mujeres, Raquel? R. R. Sobre todo fisioterapia, la ayuda psicológica de la que te hablaba antes, inserción laboral y asesoramiento en general…
C. ¿Qué productos son los que comercializa Alborear? R. R. Intentan que sean siempre productos que tengan beneficios para la salud. Empezaron con un alimento muy andaluz: el aceite. El segundo fue una miel y el tercero una sal, porque esta Asociación nace en Cádiz y allí hay unas salinas que, por la contaminación, tienden a desaparecer. Por eso, la venta de este último producto tiene dos fines benéficos: por un lado pretende recaudar fondos para estas mujeres y por otro quiere contribuir a la ecosostenibilidad de estas salinas. Yo soy la madrina de Alborear, pero en esta última acción han logrado que colabore con ellos el chef del mar, el gran Ángel León, que tiene su restaurante en Cádiz. Él está muy implicado en este producto.
C. Y, ¿cuál será el próximo? R. R. No lo sé, todavía. Lo que sí sé es que ellas son mujeres, como podrás imaginar, con una actitud, una sonrisa, un positivismo, unas ganas de superar lo malo, impresionante. El entusiasmo con el que afrontan cualquier proyecto, es increíble. La amabilidad con la que te tratan es algo beneficioso para cualquier persona que se implique en un proyecto solidario.
C. Por eso ahí está, siempre que la necesitan… R. R. Es que siempre tengo la sensación de que podría hacer mucho más de lo que hago, por eso, ese agradecimiento por parte de ellas satisface tanto… Es cierto que es muy agradable, pero es que, además, te coloca en el plano en el que hay que estar en la vida porque, a veces, uno se confunde.
C. Porque vivimos en un mundo que va demasiado deprisa y, en ocasiones, es necesario parar, mirar alrededor y ser conscientes de lo que nos rodea… R. R. Efectivamente, así es.
C. Y todos tenemos la obligación de crear un mundo mejor… R. R. Por supuesto que sí.
C. Y no solo por tener hijos… R. R. No solo por eso, pero es que, además, los tenemos y por ellos debemos preocuparnos. Yo he pasado por un trance tremendo en mi vida, que ha supuesto una experiencia inolvidable y que me va a costar mucho tiempo superar. Me refiero al terremoto de Lombok (Indonesia) este pasado verano. Cuando te ocurre algo así tienes la sensación de que vives en un mundo inseguro y es cuando te preguntas: ¿Qué planeta estamos fabricando para nuestros hijos? Me ha afectado y estoy en vías de ponerlo en su sitio, emocionalmente.
C. Algo así te recoloca y también te hace ver lo frágil que es la vida y lo mucho que hay que aprovecharla… R. R. Esa es la parte buena que tiene. Cierto es que vivimos como inmortales y morimos como mortales. Vivimos creyendo que no vamos a morir nunca. Debemos ser mucho más conscientes de vivir el presente y de que la vida consiste en eso.
C. ¿Qué le pide al nuevo año que acabamos de estrenar? R. R. Yo siempre pido solidaridad y no porque estemos hablando ahora de ello, sino porque hace mucha falta. Cuando pienso en esos niños que quedaron en Lombok, tengo la sensación de que yo me escapé, dejando atrás el horror. Me cuesta mucho olvidar los ojos de esos niños. No puedes imaginar el cargo de conciencia que te queda cuando huyes de un sitio así. Es inevitable preguntarse: ¿podría haber hecho, yo, algo más? Por otra parte, también pienso en estas mujeres de las que hablábamos antes, que están superando una enfermedad durísima como es el cáncer de mama. Debemos ser conscientes de que hay personas a nuestro lado que nos necesitan y debemos mirar más hacia ellos.
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