Como en su célebre canción, Isabel Pantoja no puede más con la estrella que pesa tanto. Parece intranquila ante la utilización que algunos están haciendo sobre situaciones dolorosas a las que se enfrenta en su cotidianidad. No entiende la falta de delicadeza de quienes, sin tapujos, descubren públicamente que su madre está atravesando el peor momento de su vida, aquejada de una grave y delicada enfermedad.
Una situación que, si bien no oculta o esconde, sí prefiere vivir en la intimidad. Así lo lleva haciendo varios meses, incluso —como ya ha informado 'Corazón'— dejando a un lado su vida profesional. Ha cancelado recitales, aplazado comparecencias y roto contratos. Su única preocupación es que su madre tenga una gran calidad de vida.
Doña Ana es su centro y su tiempo. Por eso no concibe que se haga espectáculo o se creen dudas acerca de una realidad que es excesivamente triste. Isabel considera innecesario tener que sacar a la luz pública los datos concretos de la dolencia que impide a su madre llevar una vida normal desde hace ya algunos años. No está dispuesta a que ahora, también ella, a la que ha protegido con uñas y dientes, sea parte del engranaje mediático.
Pantoja está indignada porque, además, algunos se empeñan en ponerlo todo en tela de juicio. Todas sus decisiones, ausencias o presencias forman parte del debate nacional en el que se ha convertido su vida. Y, aunque asume que es el personaje que más controversia genera en los medios, no está dispuesta a tener que ser vilipendiada o ultrajada. El último en atacarla ha sido Antonio Rivera, el hermano de Paquirri, con una desinformación sorprendente sobre el reparto de la herencia del torero. 35 años después, vuelve a la carga con aseveraciones cargadas de rencor que Isabel prefiere ni siquiera conocer.
Sobrecogida y muy preocupada. Así se quedó Isabel Pantoja cuando, al otro lado del teléfono, una voz amiga le informó de que Irene Rosales, su querida nuera, abandonaba la casa de Guadalix de la Sierra tras sufrir un aborto natural . Fue duro para ella asimilarlo, no solo por lo difícil de la situación, sino por la distancia impuesta por exigencias laborales.
A Isabel le hubiera encantado viajar para abrazar a Irene y permanecer a su lado en un momento que considera crucial y muy doloroso. En cualquier caso, Pantoja es una madre orgullosa. Está feliz de que su hijo e Irene estén viviendo la experiencia del encierro televisivo voluntario de una manera tan natural. Isabel está convencida de que el público está descubriendo la vis cómica de su pequeño y la capacidad comunicativa que tiene en este momento de su vida. No se esconde, no oculta nada y se enfrenta a todo —y a todos— sin complejos.
Sigue el programa que presenta Jorge Javier Vázquez y se indigna, como lo haría cualquier madre, con tramas que afectan negativamente a Kiko y a Irene. Dicen que, incluso, teclea activamente su teléfono móvil para salvar y condenar. A fin de cuentas es consciente de la importancia que tiene para ellos este concurso en el que están siendo, por méritos propios, los concursantes más queridos por la audiencia.
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20 de enero-18 de febrero
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