Hay una regla que asegura que es imposible gustar a todo el mundo. De hecho, si fuera infalible construir una imagen pública, quizás solo hubiese un líder político.
No creo que a Carlos Latre le seduzca la idea de cambiar los escenarios, estudios de radio y platós de televisión por el Congreso de los Diputados, pero sin duda, es la excepción que confirma esa regla no escrita.
Corazón ¿Cómo lo hace? Carlos Latre No se puede gustar a todos. Pero, de algo estoy seguro y es de que lo importante es no engañar.
C. Ser honesto… C.L. Ante todo, contigo mismo. Además, si pretendes gustar a todos, se te ve el plumero enseguida. Yo procuro no cambiar demasiado de lo que se ve, a lo que soy. Intento ser, siempre, yo mismo.
C. Seguro que muchos no lo saben, pero ha recibido el premio: 'Artista con corazón', por colaborar en distintas causas solidarias, relacionadas, sobre todo, con la infancia… C.L. Es un premio bonito, pero siempre digo que los que estamos ahí delante y tenemos la oportunidad de gozar de una visibilidad, no somos conscientes de la repercusión emocional que podemos llegar a tener y de la ayuda que podemos llegar a dar, con un poquito de esfuerzo. No cuesta nada y hay gente que lo pasa muy mal.
C. ¿Qué tienen de especial los niños para Carlos Latre? C.L. No hay nada más terrible que pensar que uno no tiene futuro. Un futuro digno, un futuro en igualdad de condiciones. También me preocupan los mayores, por supuesto, pero como dice mi amigo ‘El Monaguillo’: «los mayores tienen toda la vida por detrás» (risas). Los niños tienen derecho a soñar, a vivir, a ser felices y hay muchos chavales que, por desgracia, tienen muchos marrones.
C. Le vimos en la campaña 'Ningún niño sin bigote… C.L. Era una campaña para que todos los niños tuvieran leche, una acción a favor de la nutrición infantil. Vivimos en un mundo tan rápido, que si te paras a pensar y miras alrededor, te das cuenta de lo que tenemos y no le damos importancia. No solemos mirar un poquito más allá de nuestro ombligo. Tenemos la desfachatez de creernos superiores, por el simple hecho de haber nacido donde hemos nacido.
C. Los niños lo pasan mal, no solo económicamente, sino también por enfermedad. Por eso, ha apadrinado actos para recaudar fondos para avanzar en la investigación y el tratamiento del cáncer en niños… C.L. Y mi idea es poder crear una fundación que esté basada en la felicidad. Es mi gran proyecto. Mientras no pueda dedicar el tiempo que requiere una cosa tan bonita, tengo que intentar ayudar a mucha gente.
C. Sé que hay otras causas que le preocupan, como la solidaridad con los refugiados, colaborando con Oxfam Intermón. ¿Cree que conocemos, realmente, lo que viven estas personas en los campos de refugiados y en las comunidades de acogida? C.L. ¡Qué va! No sabemos nada y nos permitirnos el lujo de primero prejuzgar y luego, juzgar y después, ‘post-juzgar’, con una seguridad absoluta, sin tener conocimiento. Yo no sé mucho, pero imagino lo que tiene que pasar una madre embarazada para lanzarse al mar, teniendo un 70% de posibilidades de morir. Puedo llegar a entender las políticas migratorias, el miedo, el desconocimiento ante una supuesta avalancha, pero ni lo justifico ni lo defiendo. ¿De verdad somos tan cazurros como para no poder organizarnos para que esta gente tenga una vida mejor?
C. ¿Es falta de empatía? C.L. Diría que es desconocimiento. El español es el tío más solidario que hay. Cuando conocemos, nos entregamos, pero ahora somos una sociedad perezosa porque conocer exige un esfuerzo. No soy ejemplo de nada, lo único que hago es ayudar, cuando puedo.
C. ¿Qué debe tener una causa, para convencerle? C.L. Que sea verdad, porque ha habido tanto engaño... El ser humano es eso: humano. Somos unos gañanes y si nos lo podemos llevar crudo, mejor. Vivimos en el país de ‘Rinconete y Cortadillo’, de la picaresca, pero hay que seguir confiando en que hay gente buena y admirable.
C. Hay un acto, Carlos, al que no falta ningún año, la gala Starlite. Cada verano presenta en Marbella ese gran acontecimiento solidario apadrinado por Antonio Banderas y Sandra García-Sanjuan… C.L. Me hace una gracia cuando dicen: "se juntan los ricos para ayudar". Pues sí, es como cuando critican a Cristiano Ronaldo, a Brad Pitt o a Angelina Jolie, porque donan dos millones de dólares. ¡Es que aunque fuera con un mal fondo, porque les va bien públicamente! Pero, ¿de qué estamos hablando?
C. La ayuda siempre es bienvenida. Creo que fue en la última gala de Starlite, precisamente, en la que quedamos para esta entrevista. Y han pasado unos cuantos meses… ¿Qué vida lleva? La última vez que le llamé estaba trabajando en Los Ángeles. C.L. He tenido que parar mes y medio de mi vida y dejarlo todo, excepto la radio, que la puedo hacer por línea.
C. Y, ¿podemos saber algo más del programa de CBS, grabado en Hollywood, en el que ha participado? C.L. Ya sí, porque The world’s best, se estrenó el 3 de febrero. Es un talent-show, presentado por James Corden, con un jurado compuesto por Drew Barrimore, Faith Hill… Y yo voy a formar parte de ese jurado, representando a España, como experto mundial en imitación. Son 10 programas en prime time y el primero se emitió tras la Super Bowl.
C. Y, ¿cómo se vive algo así? C.L. Es muy bonito, alucinante, un sueño cumplido, porque es maravilloso ver cómo trabajan, pero también es cierto que Hollywood está muy idealizado. Tienen otra concepción del show business. Nacen para ello y lo venden todo de una manera increíble. Valoran enormemente el talento y, cuando ven a alguien que lo tiene, le abren todas las puertas. Ha sido una gran experiencia que me ha dado la posibilidad de conocer a gente muy chula y que me ha facilitado la oportunidad de dar un paso más y poder llevar, por ejemplo, un espectáculo a América, un show a Londres o a Holanda…
C. Y, ¿el inglés, cómo lo llevamos? C.L. Ahí estamos, ‘turista plus’ (risas).
C. De todos modos, aquí, en España, no le falta trabajo: televisión y radio con Surtido de ibéricos, un espacio que cuenta la actualidad de otra manera… C.L. Es que yo nací en la radio y mis referentes eran El jardín de los bonsáis, La verbena de la Moncloa, Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo, Javier Capitán… Poder reunir a Goyo Jiménez, Leo Harlem, Monaguillo, La terremoto de Alcorcón, Leonor… Hemos juntado talento para comentar la actualidad y ¡cómo nos lo pasamos!
C. ¿Nos falta sentido del humor, Carlos? C.L. Estamos viviendo tiempos complicados porque las redes sociales han hecho que todo tenga que ser perfecto o que tenga que parecerlo. Creo que lo que hemos perdido es la buena fe. Me ha pasado con amigos, que tienen una discapacidad física, explicar un chiste sobre esa discapacidad y que la persona, no sólo lo apruebe, sino que se muera de risa y que gente que no tiene nada que ver con esos colectivos salga a defenderles. España ha sido un país de guasa, pero también de buena fe. Nunca se ha pretendido hacer daño con los chistes. Creo que hay un término medio. Ni blancos ni negros, hay que ir a los grises y hay que tener una buena predisposición, porque no es igual el humor que se hacía años atrás, culturalmente hablando, con lo que se hace ahora.
C. Acabamos, casi, de estrenar año. Y usted, concretamente, de iniciar década, con los 40. ¿Qué le ha pedido a 2019? C.L. Dejar de pelearme conmigo mismo. Soy un coñazo.
C. ¿No se lleva bien con Carlos Latre? C.L. Me llevo bastante bien, pero soy demasiado autoexigente y demasiado revuelto. Tengo que ser más feliz, no con lo que tengo, sino con lo que soy y aprender a perdonarme un poco más.
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20 de enero-18 de febrero
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