"Hace mucho tiempo que no escucho copla". Esas fueron las primeras palabras que le dije a Estrella Morente cuando nos vimos para esta charla. Y es que cuando escuchen su nuevo disco, Copla, podrán comprobar cómo la granaína lo ha vuelto a hacer. Lo bordó con los tangos, con el jazz, con la clásica y, por supuesto, con el flamenco. Pero es que escuchar a Antonio Vargas Heredia, Ay, pena, penita, pena o Suspiros de España en la voz de Estrella Morente es viajar a la postguerra desde los primeros acordes.
Después de siete años sin álbum propio "quería sacar ahora este disco de copla porque era el momento", sentencia Estrella. "Es un género que sufrió muchos tabúes y mucha represión. Vivió y sobrevivió bajo una dictadura y ya se acabó la censura para la copla. Se puede cantar en la libertad respetando la esencia de su momento". No está haciendo algo nuevo "para nada. Se ha hecho mucha copla y de manera maravillosa, pero este proyecto lo empecé con mi padre hace años. Él quería volver al sonido vintage de la banda". Ese sonido popular casi de vinilo. "Está claro que el repertorio que llevo en el disco ya está hecho y que es imposible que nadie cante mejor que Lola Flores el Pena, penita, pena o que Juana Reina ese Madrina que abre mi disco. Lo que he pretendido y lo que quería mi padre es evocar el sonido de esa época y reconocer las vidas ocultas y oscuras de las mujeres que se vieron privadas de libertad para expresarse como habrían querido". El significado de las letras de muchas coplas se les escapaban hasta los censores de la dictadura. "¡Hombre, claro! Era una manera de jugar con los mensajes. Si querían hablar de un amor entre dos hombres, Quintero, León y Quiroga lo disimulaban en las letras para que no les pegaran una paliza o los detuviesen. Hoy, afortunadamente eso ya no pasa. La copla se merece una oportunidad de desencorsetarse y salir del blanco y negro al color. Pocos géneros te pueden contar una novela en tres minutos".
El disco está dedicado a la abuela Rosario que tenía claro que Suspiros de España tenía que estar, pero "no fue fácil elegir las otras. Bueno, realmente lo que no fue fácil es dejar fuera otras muchas que estaban previstas. Hay muchas que se ensayaron, se trabajaron e incluso se grabaron pero no pudieron entrar en este disco. Lo hemos cambiado muchas veces. Como te digo, fue una idea original de mi padre Enrique Morente pensada desde el inicio de mi carrera. ¡Podía haber sido folclórica en vez de flamenca!". Lo cierto es que Estrella ha cantado copla, pero también tangos, jazz y otros géneros "no, no. Pero yo fui flamenca, soy flamenca y lo seré siempre". Es curioso que para actualizar la copla, haya que irse a sus orígenes. Estrella lo tiene claro, "es que había que desprenderse de ese folclorismo absurdo y otros lastres que arrastra como le pasa al flamenco y a la tauromaquia. Cantar copla no implica tener un figurita de la gitana encima de la televisión con el toro al lado". (Risas).
Hace poco leí que tenía cada vez menos patria y menos himnos, "prefiero que mi música esté al margen de cualquier opinión política. Respeto a los que se posicionen con su arte, pero estoy rodeada de gente muy patriota y otros que consideran que necesitan independizarse. Canto Vida con Lluís Llach y ni él tiene mis ideas ni yo las suyas. Mi música no tiene bandera".
Hablamos un rato sobre cómo está el país y Estrella prefiere ver el vaso medio lleno "porque los sentimientos ayudarán a este país. Somos ricos en cultura, tenemos un clima envidiable, una huerta única, una tierra llena de Alhambra, de Giralda... monumentos impresionantes y personas maravillosas que tenemos que ensalzar y convertir en nuestra bandera".
Se considera una ciudadana del mundo y eso lo demuestra en la cantidad de géneros que ha elegido para comunicarse musicalmente "la música brasileña, el jazz, el tango... Ahora, la copla, pero mi flamenco es mi forma de vida y de expresión más sincera. Soy flamenca por encima de todo" y desde hace mucho tiempo.
Lo primero que hay publicado de Estrella Morente fue a los 14 años "es Regalo de Navidad, de Chano Domínguez. Aunque antes, con siete años, mi padre estaba grabando en el estudio con Agustín Castellón ‘Sabicas’, el rey de la guitarra, según Paco de Lucía, y yo andaba por el estudio dando guerra. En una de las pausas entré en la zona de grabación y le improvisé una taranta al tío Sabas. Mi padre estaba en el control y le dio a grabar. Esa fue mi primera grabación no oficial".
Dice que improvisó una taranta, pero para improvisar hay que saber hacerlo. En casa de artistas hay que ser artista, "pero con matices. Porque mi padre nos exigía formación a cambio de ayudarnos a aprender música. No nos dejaba ir de hijos de papá ni colarnos en los sitios. Con quince años recuerdo que grabé una canción lorquiana para la obra Yerma. Yo quería ser artista y que mi padre me presentara porque así sería todo más fácil. Además, por esa época Pepe de Lucía presentó a su hija Malú y otros padres artistas habían ayudado a sus hijas a ese primer empujón. Yo quería que el mío lo hiciera pero él me dijo que escuchara a la Niña de los peines y que no me anunciara mucho. De hecho, le pregunté cómo me iba a nombrar en lo que habíamos grabado y, como no quería que fuera la hija de Enrique Morente, en esa primera grabación aparezco como Pepa, La gorda (risas). Con Pepa, La gorda me quedé un tiempo. Fíjate si iba poco de hija de, que mi padre me cambió el nombre y todo".
No sé cuándo uno se da cuenta de que su padre es una de las figuras más respetadas del flamenco. "Desde siempre. Ir con mi padre era un espectáculo. Entraba en un sitio y se llevaba todas miradas. Sabías que acaba de llegar Enrique y yo me crié con eso".
Cumple la mayoría de edad musical, han pasado 18 años desde su primer disco, un buen momento para preguntar cómo cree que ha cambiado. "Desde entonces hasta aquí he sido inconstante como los ríos (risas). Cada día cambio la forma de hacer las cosas. Eso tiene una parte buena y otra muy mala. La inconstancia no es una buena aliada, pero reconozco que forma parte de mi ADN. Es arriesgado, pero cuando te compensa es inconmensurable".
Curro y Estrella son sus dos hijos que vuelan sobre la adolescencia y que "solo quiero que estén sanos y que sean personas respetuosas. Para que los respeten. Que se dediquen a lo que quieran, pero siendo honestos". El abuelo cantaor, la abuela bailaora, padre torero, madre flamenca… "A los dos le gusta mucho ir al campo con su padre, les gusta la música y la tauromaquia, pero me han salido muy modernos (risas). Pero lo agradezco porque así oigo muchos estilos diferentes que me resetean y me hacen estar al tanto de todas las novedades. Y Curro se está haciendo un hombre muy respetable al que le enseño a ayudar a las vecinas a con las bolsas de la compra si se cruza con ellas. A veces, le da vergüenza y le digo que hay que aguantarse que se está perdiendo lo de ser un caballero y eso no puede ser. Puedes poner en la entrevista que mientras exista mi marido —Javier Conde— no se puede acabar la caballerosidad".
Cambio de tercio. ¿Qué pasa con el flamenco y Rosalía? "La gente siente cierta incomodidad cuando alguien es capaz de encontrar espacios nuevos. Parece que la libertad molesta. Ella disfruta con lo que hace y eso es estupendo. Otra cosa es si alguien dice que lo que hace es flamenco. No lo es, pero tampoco ella lo ha dicho".
Me han dicho que imitas muy bien a Lola Flores (risas) "ojalá. Parecerse a Lola Flores en algo no es una realidad es un sueño".
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20 de enero-18 de febrero
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