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Hacía ya meses que no teníamos noticias de Arantxa Sánchez Vicario y su exmarido, Josep Santacana. Desde que en febrero del año pasado ‘La Otra Crónica’ anunciara en exclusiva que la pareja estaba rota y había iniciado los trámites de separación ante la corte de Miami, todo fue un ir y venir de acusaciones entre la pareja. Los medios españoles cruzaron el charco en busca de los protagonistas y de datos que pudieran arrojar luz a esta situación que pilló a todos por sorpresa. Y eso que al parecer llevaban dos años haciendo vidas por separado. La extenista se refugiaba en su abogado para explicar que, además del dolor de la ruptura, estaba arruinada porque su ex era quien controlaba toda su fortuna a través de sociedades.
Ante tales acusaciones, Santacana decidió cambiar su estrategia legal y solicitó el divorcio en España para hacer prevalecer las capitulaciones prematrimoniales y el régimen de separación de bienes que rige por defecto las uniones en Cataluña. Esta semana se ha producido la primera vista y hemos podido ver a Santacana en los juzgados mientras que Arantxa se ha quedado en Miami.
También se han filtrado unas imágenes muy cariñosas de ambos celebrando el 10 cumpleaños de su hija y que desmontan la teoría de que el padre no quería ver a sus hijos y, además, evidencia un buen rollo entre ellos. Sin embargo, la extenista aseguraba al periodista Saúl Ortiz, colaborador de esta revista que “todo es falso” en referencia a las declaraciones de su ex y las imágenes.
Vamos, que esto es como un partido de tenis que tendrá su fin cuando la justicia se pronuncie por un lado en la cuestión del divorcio y por otro en lo que respecta al régimen de visitas y manutención de los dos hijos de la pareja. Y para más inri, tal y como descubrimos esta semana, Arantxa no está arruinada como quiso hacer ver en un principio. Es dueña de algunas sociedades, a las cuales pertenece el flamante ático de Paraiso Bay en Miami que ahora vende por 3 millones de euros. Quizás para pagar la millonaria deuda que les reclama vía judicial el Banco de Luxemburgo y que ha quedado desdibujada por el mediático divorcio. Ni unos son tan malos ni otros son tan buenos. Aún queda partido para rato.
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