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Las películas del último Almodóvar (quizá con la excepción de ‘Volver’) tenían como máximo aliciente la crítica de Boyero. Por poco que me hubiera gustado la película (pensemos en ‘Los amantes pasajeros’), siempre era peor la crítica. No porque fuera negativa, llena de manías y animadversión a Almodóvar, sino porque era mala como crítica. Un tostón. Pero ‘Dolor y gloria’ vuelve a ser un Almodóvar como Dios manda, aunque nos casque a Rosalía nada más empezar (y mira, el principio de ‘Volver’ en el cementerio con ‘La rosa del azafrán’ me parece superior a este con ‘A tu vera’).
Además, luego suena Mina y con eso se quita todo. Una película muy personal que continúa las también personales ‘La ley del deseo’ y ‘La mala educación’. Pero esta lo es más. Almodóvar plantando en la pantalla a un director en el ocaso de su carrera (Antonio Banderas). Sus recuerdos. Sus obsesiones. Las películas de Almodóvar que nos gustan. Las que queremos volver a ver. De ocaso, nada.
edro Mairal es el autor de ‘La uruguaya’ (Libros del Asteroide). Con ese título siempre pienso en el diálogo entre Concha Velasco y Pepe Sacristán en ‘La colmena’ cuando ella cita a “la uruguaya” y él le pregunta por qué la llaman así: “Porque nació en Buenos Aires”. La misma editorial (Asteroide) publica ‘Maniobras de evasión’, que no es una novela sino una antología de textos sobre muchas cosas. Pero bien elegidos por Leila Guerriero, que podrá gustar más o menos como escritora o columnista, pero como editora es un trueno.
Mairal es bueno (alguien que escribió: “De Valdano me gusta pensar que se convirtió en intelectual el día en el que Maradona no le pasó el balón, y eso que iba solo corriendo a su lado, en su famoso gol contra los ingleses”). Leila ha descartado artículos de Mairal y lo ha puesto a escribir otros sobre asuntos que sólo apuntaba en alguno de los textos publicados en distintos medios. Una especie de autobiografía escrita, a veces, como una crónica y casi siempre con humor.
Lo peor de ‘Gigantes’ (Movistar+) fue que nos dejó colgados al final de la primera temporada, más allá de que nos preguntáramos si esa gente existe en España. Tampoco era muy presentable José Coronado, patriarca de pelo largo. Admira el brillo de mi melena. Pero cuando el personaje del padre desapareció, la serie mejoró (aunque la niña facha sea poco creíble).
Los Guerrero, desde luego, seguían siendo ratas. Una amiga fue hace poco en El Rastro a una tienda de antigüedades regentada por gitanos que estaban comiendo. Y dice en voz alta: “Mira, me recuerdan a los de la serie ‘Gigantes’, la de Coronado”. Y unas caras... La madre de mi amiga y yo queremos saber cómo sigue esto. Cómo sigue dando estopa a los políticos, los jueces, los policías o la prensa. Seis capítulos tiene la segunda temporada (estreno el 22 de marzo). Suficientes para ver por dónde sale la niña facha.
Leila Slimani (Rabat, 1981) publicó ‘En el jardín del ogro’ en 2014 y recibió premios, pero en España conocimos antes ‘Canción dulce’, novela con la que ganó el Goncourt. Esa donde una niñera enloquecía y mataba a los niños que cuidaba. Las primeras páginas tenían ya tanta dosis de espanto y retorcimiento que no sabías si seguir o ponerte tres capítulos seguidos de ‘Heidi’.
En el jardín del ogro’ (Cabaret Voltaire) cuenta la adicción sexual de su protagonista, Adèle, periodista que vive con su marido médico y su hijo de tres años en una bonita casa de Montmartre. Una vida normal, rutinaria. Salvo por su adicción follarina. En esta primera y perturbadora novela, Leila Slimani tampoco habla de cosas marroquíes, su querencia es universal.
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