El director de la inquietante 'Déjame salir' tiene nueva pesadilla cinematográfica. Se trata de 'Nosotros', cuyo subtítulo es "somos nuestro peor enemigo". Una familia se ve amenazada mientras pasa sus vacaciones de verano por unos raros invasores con monos rojos y tijeras en las manos. Adelaide Wilson (Lupita Nyong'o) vuelve a la casa de su infancia en la costa con su marido y sus dos hijos.
Van a la playa y por la noche descubren la silueta de cuatro extrañas figuras cogidas de la mano. La película del nuevo maestro del terror tiene tanto humor como sustos. Miedo, sangre y metáforas sobre el ser humano (eso que perturba todavía más por mostrar versiones maléficas de nosotros mismos).
Stendhal era un flojo. O muy sensible. Menos mal que, además de darle un patatús al visitar la Santa Croce de Florencia, suceso que acabó dando nombre a un síndrome, escribió grandes novelas. La novedad con Stendhal es la nueva edición de 'La Cartuja de Parma' (Alba). Uno de esos bonitos libros para leer y para tener. El reencuentro con Fabrizio del Dongo y, sobre todo, con su tía, la duquesa de Sanseverina, uno de los personajes más fascinantes de la historia de la literatura. Para Gide, 'La Cartuja de Parma' era la novela francesa más grande de todos los tiempos.
Las aventuras de Fabrizio durante los últimos años del dominio napoleónico. Enamoramientos, campos de batalla (vaga por los alrededores de Waterloo), prisiones… a veces se hace lento y las descripciones son demasiado minuciosas, pero no voy a descubrir una obra que han glosado Italo Calvino o Balzac (a este le parecía ‘El príncipe’ de un nuevo Maquiavelo).
Calvino destacaba la atmósfera femenina que circulaba desde las primeras páginas y esa cantidad de " novelas, romances, reunidos en un solo cuerpo". También crónica histórica, de sociedad, aventura picaresca… Y ese título que no tiene sentido. La cartuja de Parma no aparece hasta la última página.
Siempre iba vestida con la misma ropa negra para no perder el tiempo (esa explicación absurda ya debería haber hecho sospechar). En 2004, Elizabeth Holmes dejó la universidad de Stanford para montar Theranos, una compañía que iba a revolucionar la atención médica. Para hacer el bien. En nueve mil millones de dólares llegó a estar valorada. Era un fraude, un gran timo. Era una caja para hacer análisis clínicos con solo un pinchazo.
Se podía hacer en una farmacia y recibir los resultados en poco tiempo. Pese a carecer de base científica consiguió ayudas económicas de ricos bobos. El documentalista Alex Gibney cuenta este ‘thriller’ médico-tecnológico en 'The inventor' (HBO). Gibney es el responsable de los documentales sobre Lance Armstrong o Eliot Spitzer. Holmes llegó a un acuerdo con la Comisión de Bolsa y Valores (medio millón de dólares y no poder acceder a puestos directivos durante diez años). Ahora se enfrenta a 20 de cárcel.
En la faja del libro se lee una cita de Alberto Mattioli: "Dos siglos de sexo, alcohol, juego y locuras". Lo dice sobre 'La novela de la Costa Azul' (Periférica), de Giuseppe Scaraffia. Aunque haya de todo eso, hay mucho más. Hasta los 'caramelos Richelieu', un afrodisíaco. La leyenda dice que el cardenal los utilizaba para vencer la resistencia de las mujeres insensibles a su cortejo. Colette, Cioran, Kipling, Simenon, Virgina Woolf, Wilde… Hasta Sade en la Marsella de 1772.
La historia de un lugar legendario y de más de cien personajes. 1927. Man Ray llegó a casa de Picabia en Mougins. No quería pagar por bañarse en una playa privada y sin hacer caso a las advertencias de Duchamp se tiró a las peligrosas aguas frente al Carlton.
Kiki de Montparnasse, su amante, resumió lo de haber nadado con la boca abierta: "¡Había una mierda flotando y se la comió entera!". A partir de entonces, Man Ray acabó siendo conocido como "el comemierdas".
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