'Dobles vidas', adulteros y pedantes

A ‘Dobles vidas’, la película del francés Oliver Assayas, la publicidad la presenta como "una comedia a lo Woody Allen". De las de antes. Y, desde luego, está llena de idiotas. En este caso, parisinos en lugar de neoyorquinos. Juliette Binoche, Guillaume Canet o Vincente Macaigne pasan gran parte del tiempo hablando, discutiendo. Alain es un editor que quiere a su mujer (Binoche), pero está liado con una joven que se dedica a lo digital. Tiene un amigo escritor cuyo libro no le gusta.

También están la asesora de un político y una actriz harta de su serie. Y hablan de Internet, del libro de papel, de cómo lo virtual transforma las vidas. Sus dobles vidas. Dicen memeces como que los haikus son los tuits de antes.

Todo es una caricatura. Supongo que esa es la intención del director, que nos da sus ideas sobre el futuro del libro a partir de esta colección de lerdos con ínfulas. Es un vodevil con adúlteros y, pedanterías aparte, va de la debilidad de las relaciones humanas.

Cuando Carlo Feltrinelli compró Anagrama le preguntaron cuál era el mejor libro de todos los tiempos. Dijo dos. 'El doctor Zhivago', de Boris Pasternak, y 'El Gatopardo', de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Teniendo en cuenta los gustos del mandamás, Anagrama ha reeditado 'El Gatopardo' (con posfacio suyo). Así, muchos de los que lo citan sin haberlo leído podrán hacerlo. Gatopardo es una mala traducción de leopardo jaspeado, lo que en España sería serval.

La novela llevada al cine en 1963 por Visconti (no sabes si quedarte con la novela o con la película, ambas extraordinarias) se publicó póstumamente. Lampedusa estaba convencido de la calidad de su libro, que contaba la vida del Príncipe de Salina y su familia entre 1860 y 1910 en Sicilia. El Gatopardo (o lo que sea) aparece en el escudo de armas de la familia.

Lampedusa, que murió el 23 de julio de 1957, llevaba un año intentando publicar la novela. La rechazaron Mondadori y Enaudi y acabó en la editorial de Giagiamoco Feltrinelli con prólogo de Giorgio Basani.

En 2014, una pequeña película neozelandesa sobre vampiros se convirtió en una sorpresa. 'Lo que hacemos en las sombras' es un falso documental escrito, dirigido e interpretado por Taika Waititi y Jemaine Clement. Viajo, Deacon y Vladislav son chupasangres inmortales que comparten piso, pagan el alquiler y hacen lo posible por adaptarse a la sociedad. Cuando Nick se convierte en vampiro tienen que enseñarle cómo funciona todo.

FX ha hecho una serie con el mismo título que en España emite HBO. Y al menos al principio tiene detrás a Taika Waititi y Jemaine Clement. Ahora los vampiros, nuevos personajes, viven en Staten Island, Nueva York. El tono es el mismo. Lo mejor, el vampiro que absorbe la energía de la gente dándole la tabarra. Un pesado. Un pelma.

Los vampiros están en EE.UU. porque los habían mandado allí para conquistar nuevos mundos, pero se les había olvidado. Tienen que ponerse a ello. Empiezan por ir a una reunión del Ayuntamiento.

Hay a quien le preguntan cuándo va a tener hijos y a quien le preguntan cuándo va a escribir un libro. A Belén Rubiano (Sevilla, 1970) le preguntaban mucho esto. Y debía de ser gente que sabía de lo que era capaz. 'Rialto, 11' (Asteroide) es su primer libro. Sus memorias de librera en la plaza del Rialto de Sevilla. De esa pequeña librería que cerró en 2002. La narración es tierna e irónica, llena de polvo y gente chiflada. La vida, que no es justa. No solo prospera el que trabaja bien y fracasa el que trabaja mal.

Ha dicho la autora que el libro es un beso en la boca a los libreros que resisten. No cree Rubiano que la amenaza para el sector (el pequeño) sea Amazon sino las series y las redes sociales. Una maravilla escrita y dialogada con humor y maestría por una devota de los libros que contagia su entusiasmo. Pero nadie querría tratar con alguna de esa gente que entra en la librería.

- 'RBG' es hasta un disfraz de Halloween

- Las letras de la Guerra Civil

- Sexo, muerte y, ahora, dinero