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Sonia Bolín: "Mi ex era un machista, yo no tenía derecho a nada"

Hablamos con la Vizcondesa de Almocaden, una empresaria de moda con un pasado marcado por el dolor y el esfuerzo personal.

Sonia Bolín nos relata los episodios más duros de su vida. / Alberto bernárdez

Beatriz Cortázar
Beatriz Cortázar

Sonia Bolín es el claro ejemplo de cómo las apariencias a veces engañan. Vizcondesa de Almocaden y empresaria de moda, su vida podría parecer un canto al amor y al lujo cuando en realidad ha sido una senda de espinas que ha tenido que arrancar una por una para llegar al sitio donde actualmente está. Luchadora en un complicado campo de batalla, hoy se alegra de cada paso que dio y eso que prefiere vivir el presente y disfrutar de lo que ha conseguido.

  • Corazón Si la presento como una empresaria de moda con su propia firma y aristócrata de cuna, lo primero que la gente pensará es que se trata de una mujer afortunada con una vida mucho más fácil que la mayoría. Pero tengo entendido que no es todo tan idílico como aparenta ser… Sonia Bolín Si tuviera que comenzar mi historia empezaría con mi boda, cuando tenía 24 años, y el nacimiento de mis hijos en lo que era una vida bastante surrealista para esa juventud. Mi primer marido al que me voy a referir solo por sus iniciales, P.M., tuvo mucho poder económico y decidió que tenía que cuidar de los niños y olvidarme de ponerme a trabajar, algo que venía haciendo desde que a los 17 años comencé como secretaria. Ganó tal cantidad de dinero en el sector inmobiliario que acabamos teniendo casas abiertas en París, Gstaad, Sotogrande, Madrid… Por entonces, los inviernos los pasaba con mis hijos entre Gstaad y Madrid. Durante diez años lo único que hice fue esquiar y ocuparme de las casas y la familia.

  • C. Suena a una vida maravillosa. ¿Por qué dice que no era feliz? S.B. De entrada porque yo hasta mi matrimonio había trabajado y estaba acostumbrada a ganar mi dinero sin necesidad de tener que estar pidiéndoselo al marido. Mi ex tampoco era especialmente generoso, más bien lo contrario, y como buen machista, yo no tenía derecho a nada. Acabé odiando mi vida hasta el punto de llegar a una situación insostenible. El límite llegó cuando en 1994 decidí que me iba.

  • C. Por lo que cuenta fue descubriendo a su marido a medida que pasaban los años. ¿Nunca vio nada sospechoso durante el noviazgo? S.B. Tenía 24 años frente a los 42 de él. Evidentemente mi juventud no ayudaba además por entonces era un hombre muy atento y adorable. Cuando nos conocimos yo venía de haber estado un tiempo trabajando en Sudamérica coordinando unos equipos de periodistas y estaba un tanto ‘descolgada’ de amistades. Empezó a llamarme nada más regresar y al año y medio nos casamos. Para él se trataba de su segunda boda y ya era padre de dos hijas. Llegaron nuestros hijos al mismo tiempo que empezó a enriquecerse de una forma alucinante y de ahí que mi vida fuera galáctica. Me vestía en la alta costura de París, viajaba a todo plan, cada vez más casas…

"Mi ex no cumplió con la pensión de nuestros hijos. decidí salir adelante por mis medios"

  • C. ¿Cuándo cambió todo? S.B. El poder que obtuvo iba parejo a lo mal que me trataba hasta que tuve que presentar dos denuncias de malos tratos. A pesar de haber ganado todos los juicios jamás conseguí que cumpliera con sus responsabilidades económicas.

  • C. ¿En esos años los malos tratos no se entendían como ahora? S.B. No había la concienciación de hoy. Más de una vez fui a poner denuncias de malos tratos y me respondían que no tenía pruebas suficientes para demostrarlo.

  • C. ¿Cree que le perjudicó pertenecer a un estrato social alto para que la creyeran en lo que decía? S.B. Claro que lo creo. Cuando yo lo contaba me respondían que mentía y que no era posible. Así fue hasta que viví dos momentos muy duros con denuncia en los juzgados y partes médicos. En ese momento, fue cuando decidí abandonar con los niños la casa de Gstaad a las 4 de la mañana e instalarme en casa de unos amigos en Capri hasta que salieran en España las medidas provisionales que había pedido.

  • C. Para sus hijos debió ser un cambio enorme y, sobre todo, una experiencia no sé si traumática. S.B. Eran pequeños. Tenían 5 y 8 años y lo que les marcó fue el cambio de vida tan radical que tuvimos. Nos fuimos los tres con la señorita y el perro y no sabían ni entendían qué pasaba realmente.

Sonia Bolín nos recibe en su casa. / alberto bernández

  • C. Sin embargo, la Justicia española le dio la razón en todo. S.B. Volvimos cuando el juicio y gané la sentencia. Mi ex tenía que pasarme una pensión muy alta conforme a la vida que habíamos tenido, pero nunca cumplió con ella. Hasta alquiló la casa donde tenía que vivir a un tercero con tal de que no entráramos en ella. Los niños vivían a todo plan cuando estaban con él, pero a mí no me pasó jamás la pensión de alimentos. Después de un año, entendí que nunca lo iba a hacer y decidí salir adelante por mis medios. Vendí todo lo que tenía de ropa y joyas, pagué una entrada de un piso, me puse a decorar muebles que vendía…

  • C. ¿Cómo reaccionó la sociedad madrileña con usted? S.B. Las mujeres muy bien pero los hombres fatal. Mis amigas sabían la realidad de lo que había vivido, pero ellos no me creían.

  • C. ¿Tuvo que limpiar mucho la agenda de gente que le defraudó? S.B. Pues te diré que la mayor parte de la gente me respondió bien. Mi familia me apoyó siempre. Yo fui víctima de muchos malos tratos psíquicos y algunos físicos.

  • C. ¿Cómo se sentía? ¿Sentía vergüenza, rabia…? S.B. Sobre todo impotencia. No me sentía protegida porque la legislación de entonces no te permitía ni salir de casa porque perdías los hijos y había que aguantar por consejo del abogado. Recuerdo que me pasaba días enteros tirada en la cama porque me metía pastillas en el agua. Fue horrible. Mis hermanas me notaban mal y un día descubrí que había restos de polvos en mi vaso de la mesilla.

  • C. ¿Cómo salió adelante? S.B. Empecé a ir a una psicóloga que nos recomendó terapia de pareja, pero fue otro error.

  • C. ¿Y cómo comenzó a ver la luz? S.B. En 1996 una amiga me dejó un espacio en su stand de la feria de Madrid de muebles y allí empecé a vender las cosas que yo hacía en el garaje de casa. Tuve que cambiar a mi hija de colegio porque mi ex no quiso pagar nada y busqué otro más barato. Después, se casó con otra mujer, tuvo más hijos, y a los nuestros ya ni caso.

  • C. Lo cierto es que se fue haciendo un hueco en el mundo de la decoración hasta que llegó la crisis. S.B. En el 2004 apenas se vendía nada por la crisis y fue cuando decidí viajar a China con una amiga y ver mundo. Me hice ropa con los sastres de allí que fue un éxito entre mis amigas. Me encargaban mis prendas, empecé a vender y viajé varias veces a China para dedicarme a la ropa y dejar la decoración. Yo no diseño, pero siempre he sabido vestirme muy bien en las modistas. Utilicé el salón de mi casa como showroom y puedo estar orgullosa de que todas mis amigas me han sido fieles. Hoy tengo mi tienda y la satisfacción de haber sacado a mis hijos adelante.

  • C. ¿Cree que en la sociedad en la que siempre se ha movido hay más casos de maltratos, pero no se cuentan? S.B. Estoy convencida de que sí, pero es verdad que, en concreto, mi situación fue muy límite y, tal vez, haya que llegar a ese extremo para reaccionar.

  • C. ¿Y que fue de su vida sentimental? ¿Cómo pudo volver a ilusionarse con otra persona? S.B. A los tres años de separarme tuve una persona que me apoyó muchísimo y por el que superé ese trauma. Fue mi gran ayuda, pero no cuajó porque vivía volcada en mi trabajo. En el año 2008 me reencontré con Jaime Soto, con quien había salido de soltera, y nos dimos una oportunidad. Cuando mis hijos comenzaron a trabajar y tener su propia vida Jaime y yo decidimos casarnos. Nos conocemos perfectamente y estaba segura del paso que dábamos.

  • C. ¿Y una se casa con la misma ilusión de la primera vez? S.B. Nuestra relación es muy diferente ya que se basa, sobre todo, en la amistad y en la compañía. Nos gusta hacer todo juntos y es que los dos sabemos que es para toda la vida.

  • C. También ha tenido que luchar contra el cáncer. S.B. Tuve la mala suerte de que en 2009 me diagnosticaron cáncer de pecho. Tuve que hacer un tratamiento muy fuerte, pero no cambié mi vida salvo cuando la quimio me dejaba muy cansada. Siempre tuve una actitud positiva. Nueve años más tarde, a los dos días de celebrar mi 60 cumpleaños, me detectaron un cáncer de ovario. Mi marido ha sido mi gran apoyo, me llevaba a la quimio, a las operaciones, nunca me dejó sola. El segundo cáncer fue un jarro de agua fría para los dos. He pasado un 2017 muy fastidiada, pero ya estoy en forma otra vez.

  • C. ¿De dónde le nace esa fortaleza? S.B. Supongo que de la necesidad. Es como si Dios no me dejara que me viniera abajo.

  • C. ¿Cuál es su miedo hoy? S.B. Ahora solo me importa que a mis hijos les vaya bien.

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