Han pasado ocho años desde que Nuria Fergó y José Manuel Maiz pusieran punto y final a su matrimonio y no parece que el tiempo haya ayudado, para nada, a suavizar la situación entre ellos. Más bien todo lo contrario, porque ayer se vieron las caras en un juzgado, con la desagradable sensación que supone pasar por un trago de esas características.
El motivo, a pesar de que ellos han tratado llevarlo con la mayor de las discreciones, es una demanda interpuesta por él como consecuencia del cambio de domicilio -a Madrid- de Nuria y, por ende, de la hija que tienen en común. Una batalla con la niña de por medio a la que llegaron con gesto serio y sin mediar palabra con los medios que buscaban una declaración de alguno de los protagonistas.
Al parecer, la juez no ha visto inconveniente alguno en que la pequeña resida en la capital con su madre. Una distancia geográfica, que siempre supuso una piedra en el camino de su relación, porque ese fue el argumento que esgrimieron en 2011 para explicar por qué habían tomado la determinación de realizar sus caminos por separado.
La pareja estuvo casada un año y medio. Pocos meses después del nacimiento de la única hija que tienen en común, se separaron y lo explicaron, de manera escueta, en un comunicado. Ni al representante ni a la cantante les ha gustado nunca dar explicaciones excesivas de su intimidad. Y parece que, ahora, tampoco están por la labor de que trasciendan más detalles de esa contienda judicial.
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20 de enero-18 de febrero
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