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Esta semana me ha pasado una cosa surrealista pero que merece unas líneas. El martes perdí el móvil en plena Glorieta de Bilbao de la capital. Me di cuenta al cabo de una hora. Estuvo avispado mi acompañante motero al localizarme el iPhone a través de una aplicación. Mi móvil se veía en su pantalla que daba vueltas por el centro de Madrid a una velocidad que, con la moto, no alcanzábamos. Igual estaba en Gran Vía, que en Sagasta...
Durante más de dos horas nos fue imposible localizarle. Supusimos que sería un mensajero o un Glovo de los muchos que circulan por la zona a esa velocidad. Llegamos a pensar incluso que había ido a venderlo para ganarse un dinero. Hasta que al final le enviamos un mensaje indicando que ese móvil era mi vida, puesto que no tengo copia de seguridad y ahí se encuentra todo, y que por favor nos llamase.
A los pocos minutos, un joven con acento extranjero nos contactó y nos dijo que era repartidor de Deliveroo y que se lo había encontrado en la calle. Quedó con nosotros al finalizar su turno. No se cómo agradecerle que recogiera mi móvil, que no quisiera nada a cambio, aunque le di una propina. Pero creo que la mejor manera de darle las gracias a Carlos Bernal, de 26 años, venezolano que lleva seis meses viviendo en Madrid, es publicando esto. Y que tanto sus jefes de Deliveroo, como los clientes que les toque en el reparto y sobre todo su familia, sepan de su calidad humana. Como él bien dijo, aún existe gente buena y joven. Carlos es un ejemplo. Muchas gracias.
También los astros se han alineado esta semana para Javier Santos que llevaba 30 años reclamando la paternidad al cantante Julio Iglesias, y por fin, un jueves 10 de julio, un juzgado de Valencia le ha dado la razón y el apellido, que no sabemos si utilizará. Pero él ya está feliz, sobre todo por su madre, que ha tenido que aguantar muchas críticas a lo largo de todo este tiempo. ¡Enhorabuena!
- Confidencias: les pasa factura