¿Hay que matar el 'access'?

¿Qué es el 'access time'? En televisión se conoce así a los programas que calientan el 'prime time', es decir, son los teloneros de las grandes apuestas de las cadenas. El 'access' es el responsable de que las películas, los 'realities', las series y los 'talents' empiecen pasadas las 22.00 horas. Y dada la voracidad de las cadenas por sacarle partido a la audiencia de su ‘prime time’, es la causa de que haya desaparecido el ‘late night’, básicamente porque aguantan el tipo hasta las dos de la madrugada. Unas horas que causan estupor a los europeos, que no dan crédito a que podamos acostarnos tan tarde…

El debate sobre la utilidad de esta franja horaria lleva tiempo sobre la mesa de los programadores, que se enfrentan con soluciones que van desde el simple parche hasta la apuesta inteligente: TVE sigue sin encontrarle sentido al 'access', dando tumbos con programas que no han podido despuntar; Telecinco y Cuatro han ido diluyéndolo con previos de sus grandes formatos o apuestas 'low cost', pero ha sido Atresmedia la que mejor lo ha aprovechado. En La Sexta, 'El intermedio' se ha consolidado como el informativo alternativo, y en Antena 3 brilla cada día 'El Hormiguero', espacio de entretenimiento con el que Pablo Motos suele cosechar el 'minuto de oro' del día.

13 razones’ se convirtió en un fenómeno adolescente mundial. Y Netflix supo sacarle partido a una serie que mostraba, a través de los mensajes dejados por una joven suicida, los motivos que pueden conducir a apostar por la muerte como única salida. Y decimos que supo sacarle partido porque ha exprimido la historia hasta llegar a una tercera temporada precedida de una decisión que parece más una operación publicitaria que otra cosa: la cadena ha remontado el final de la T1, eliminando la escena de la bañera en la que la joven se cortaba las venas.

Según los expertos, esas imágenes podrían incitar al suicidio. Como si los 12 capítulos anteriores, en los que se desgranan las supuestas razones que justificaban su decisión (y en las que básicamente la protagonista echa la culpa a todos sin asumir ninguna), no fueran un corolario de excusas para la exaltación del suicidio (algunas de las supuestas razones bordean el ridículo, por mucho que sean vividos desde la perspectiva de una adolescente). No soy de los que creen que debamos echarle a la ‘tele’ la culpa de todos los males: estas ficciones son más bien el reflejo —a veces distorsionado, es verdad— de una realidad en la que debe primar el valor de la educación sobre la culpa de ficción.

Paramount Channel ha encontrado un filón con 'La casa de la pradera'. La generación 'baby boom' se crió con las aventuras de los Ingalls, todo un clásico que muchos recordarán como una serie blandita y almibarada protagonizada por una familia perfecta de Wisconsin que agarra la carreta para empezar una nueva vida en Minnesota. Nada mas lejos de la realidad: el racismo, la xenofobia, el feminismo o la explotación laboral, entre otros, son algunos de los temas con los que descubrimos una ficción que aborda las cuestiones más diversas con un discurso moderno, inclusivo y políticamente comprometido que sorprende porque nuestra memoria parecía empeñada en convertir a Michael Landon (que se hizo una estrella con su papel de Charles Ingalls) en un santurrón cuando solo es un padre, marido y amigo de corazón noble que aplica en su día a día valores como el respeto al otro o la solidaridad de clase.

Y por mucho que la recordemos como una simpática comedia familiar, con esos villanos encarnados por los ricos del pueblo (con esa insufrible y malcriada hija, Nellie Oleson), lo cierto es que el componente dramático tiene más peso y son muchas las tramas que muestran el lado amargo de la vida. Olviden los prejuicios y redescubran las aventuras de los Ingalls, se van a sorprender.

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