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Televisión Española busca a “la persona más inteligente del planeta”. Al menos así lo ha anunciado Roberto Leal, que presenta ‘¡Vaya crack!’ en la televisión pública, un concurso que premiará la excelencia de sus participantes, que deberán superar distintas pruebas de agudeza visual, cultura general, incluso destreza física para alzarse con el premio.
Aunque nos pueda parecer mentira, la inteligencia ha funcionado siempre en televisión. Si repasamos mentalmente la historia de los concursos, recordaremos innumerables espacios que han premiado las grandes mentes, el saber y la cultura, por mucho que la programación en algunos casos parezcan premiar la pereza mental.
Desde ‘El tiempo es oro’ a ‘Saber y ganar’, pasando por ‘Pasapalabra’ o la ya mítica participación de Los Lobos en ‘¡Boom!’, la inteligencia gana e incluso seduce a la audiencia. Por eso, la apuesta de TVE es de agradecer, sobre todo si, como anuncia Roberto, el formato juega a mostrar la habilidad de sus concursantes pero, de paso, abre un abanico de conocimientos al servicios de los espectadores. Aprender jugando es una regla básica que funciona no solo en los colegios, también entre los adultos pegados a la pantalla.
La intriga le viene bien a la política. Tanto en la ficción como en la vida real. Y el debate de investidura de Pedro Sánchez venía cargado de tramas sin final claro, lo cual alimentaba las dudas, las teorías conspiranoicas y, con ellas, la audiencia, que ha vivido las broncas parlamentarias con una intensidad que habíamos olvidado en estos trances, habitualmente meros trámites con final feliz para el candidato.
No era el caso en esta ocasión: la ruptura político-sentimental en directo entre Sánchez e Iglesias, la batalla por el cetro opositor entre Casado y Rivera, el polémico-jurásico debut de Abascal, las tensiones catalanas… Todo parecía escrito por un guionista dopado de ‘House of cards’. Sin contenido por el páramo informativo estival, los programas se han volcado en un debate que, en otras ocasiones, encabezaba exclusivamente las escaletas de los informativos.
Pero tanto morbo ha dado para muchas conexiones, muchas mesas de colaboradores indignados y, sobre todo, mucho material para el experto Euprepio Padula, que con su estilo desenfadado pero preciso y pedagógico, ha ido desgranando en sus distintas intervenciones todas las claves para entender a los políticos españoles y sus extrañas políticas. Lo sabe todo de buena tinta porque tiene en sus manos el destino de muchos líderes. Sus lecciones valen oro.
El presentador de ‘Zapeando’ había prometido superar los 2.000 programas de emisión. No lo hará. Y no será porque el programa no supere esa barrera que pocos espacios logran alcanzar en estos convulsos tiempos, sino porque ‘se ha cansado de que le llamen viejo durante seis años seguidos’.
Bromas aparte, Frank Blanco cierra una etapa profesional y anuncia una nueva andadura que, por ahora, queda bajo secreto de sumario. ¿Hace bien? Uno es partidario de apostar por la aventura, así que solo podemos desearle muchos éxitos. Sobre todo radiofónicos, su punto fuerte.
Su decisión llega en un momento en que el programa pide a gritos una renovación: ya la fue sufriendo en sus inicios, cuando no despegaba en audiencias y su apuesta por el debate fue dando paso al humor guionizado con colaboradores conocidos. Los ‘gags’ fueron ocupando el tiempo que antes se dedicaba al zapeo, por otra parte limitado a los contenidos del grupo Atresmedia.
Enfrente, ‘Todo es mentira’, con un Risto que también conoció el fracaso de sus primeras citas y que ha ido mutando a espacio crítico con mejores audiencias y más impacto en redes, una de sus bazas (que el veterano programa de La Sexta ha ido dejando atrás). Se avecinan cambios. Al tiempo.
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