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Acababan de conseguirlo. Después de años de lucha, la justciia por fin había admitido que Javier Santos es hijo biológico de Julio Iglesias. El joven valenciano había seguido litigiando con un único propósito: dar a su madre, María Edite Santos, la bailarina con la que el cantante habría tenido una relación, su sitio. Ofrecerle su dignidad.
Sin embargo, la felicidad ha durado poco. La Fiscalia ha decidido recurrir esta sentencia. El fiscal sostiene que es un hecho que ya se había juzgado con anterioridad con diferente resultado, por lo que pide que se archive la causa. Ni Javier ni su madre ni el abogado que se ha encargado de su defensa, Fernando Osuna, entienden nada. Tampoco están dispuestos a quedarse de brazos cruzados.
María Edite se mostraba serena el pasado fin de semana en 'Viva la vida'. También en unas declaraciones concedidas a 'Look', donde sostienen que no cree que vaya a pasar nada y confía en que la sentencia se mantenga tal cual la conocieron a principios de este verano. Quien no se lo ha tomado con tanta calma es Javier...
Este ha usado Instagram para desahogarse y despacharse a gusto con la justicia. Bajo un titular de prensa que anuncia ese recurso de la Fiscalía, escribe: "Qué vergüenza. El Estado español, que supuestamente debe proteger al más débil, se pone de parte del poderoso. De traca vamos. Nunca se ha visto nada igual en un país democrático europeo serio, es de una incongruencia total".
"O sea, mi padre lleva burlándose de la justicia 30 años. Nunca se ha realizado las pruebas de ADN que resolverían el largo contencioso por esta paternidad injustamente negada. Aporto yo unas pruebas de ADN que me dan la razón y la justicia española las rechaza", prosigue antes de lanzar una pregunta: "¿De qué tiene miedo el Estado español?".
Santos sigue con su larga exposición. " Lo que hoy dicen que es 'cosa juzgada' es realmente cosa 'mal juzgada', o mejor dicho 'cosa injustamente juzgada'. El Tribunal Supremo de entonces, no olvidemos formado por jueces nombrados a dedo por el entonces presidente José María Aznar -a la postre amigo personal de mi padre, recuerden, le acompañaba en los mítines- en una sentencia dictada con aberrante prevaricación -aunque ya prescrito el delito-, sin querer entrar en el fondo del asunto, y con ello respetar mis derechos fundamentales que me corresponden constitucionalmente de conocer mis orígenes, anuló la primera sentencia del juzgado núm 13 de Valencia, que en los 90 me concedió la paternidad, aludiendo a que se produjo un 'defecto de forma'".
"Porque el juzgado número 13 se equivocó -cometió el error de forma- y le pidió a mi padre, que entones vivía en Miami, se realizara las pruebas de ADN por medio de una 'comisión rogatoria' en lugar de haberlo hecho por medio de una 'comisión diplomática'", explica los detalles antes de añadir: "Error de forma en todo caso cometido por el juzgado nº 13 de Valencia -que no olvidemos representa al Estado español-".
Alguien se pregunta ¿por qué en su día el Tribunal Supremo no quiso entrar en el fondo del caso y se escudó en el defecto de forma -cometido por el propio Estado- para anular la sentencia que me otorgaba la paternidad? Ahora resulta que la fiscalía -que forma también de la estructura del Estado español- dice que es cosa juzgada, pero ¿qué culpa tengo yo que en su momento el juzgado número 13 cometiera el error de forma y el Tribunal Supremo cometiera prevaricación? El defecto de forma lo cometió el propio estado Español. ¿Que dirá el tribunal europeo cuando lleguemos?", finaliza.
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