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Se ha convertido en un rostro habitual para los espectadores de Telecinco. Más concretamente, para los del 'Deluxe', donde su 'polideluxe' ha servido para aclarar los trapos sucios de muchos famosos del panorama nacional. Conchita Pérez, casi sin mover un músculo de su cara, seria, anuncia a la audiencia si el personaje dice la verdad o miente y, con sus palabras, se genera el revuelo en plató.
Pero ella ejerce la poligrafía día a día desde hace casi más de dos décadas. ¿Cómo le picó este gusanillo y decidió meterse en el mundo? "En 2010, tuve que ir a la comisaría de policía por una cuestión, y me di cuenta de que, cuando sucede algo en el pasado sin testigos, es muy difícil de demostrar. Por ayudar a la gente, como la que había allí acusada de algo que decían no haber hecho, tomé este camino", explica, antes de añadir que tenía su objetivo claro: "Desde el principio, mi nombre fue Poligrafía Profesional, porque yo me quería dedicar a esto de manera profesional, sin engañar a nadie", cuenta Conchita a este medio.
Sí, la segunda pregunta sería qué es lo que hace falta para poder dedicarse a ello de manera profesional, como hace esta zaragozana. "Hay que tener una formación y unos conocimientos de psicología muy amplios. Al no estar reglado en España, en Estados Unidos, que es donde más se trabaja este campo, lo único que exigen es hacer un curso que realiza la America Poligraph Association (APA), que existe desde 1966 y regla este terreno. La APA ha ordenado esos requisitos de ética y de moral que debemos cumplir los que nos dedicamos a ello. Cada año te renuevan y comprueban que cumples correctamente unos estándares", explica, para resolvernos esa duda.
La maquinaria con la que ella trabaja cuesta unos 18.000 euros y ella cobra 375 euros por sesión. Con cada caso, emplea unas tres horas, porque necesita que le cuenten el supuesto ante el que se encuentra, explicarles el funcionamiento de la prueba y "delimitar las preguntas, porque algunas son prácticamente iguales. Hay que hacer preguntas directas, sin irse por las ramas".
"El polígrafo tiene una fiabilidad del 100%. Previamente, para demostrar a la gente que funciona, les hago una prueba, para que vean que es imposible engañar. Está basado en el sistema nervioso, pero no en el que uno se ponga nervioso, sino cuando tú tienes conocimiento en mente de una cosa, y por la boca dices otra, el sistema nervioso se altera. Ahí es donde se reflejan los cambios", unas palabras con las que arroja luz sobre cómo reacciona nuestro cuerpo cuando estamos mintiendo y cómo su máquina es infalible para cazar a quien está faltando a la verdad.
Asegura que con lo que más trabaja es con robos, cuya demanda de sus servicios por esta cuestión ha crecido muchísimo en los últimos años, e infidelidades. Aunque, quizás, lo más gratificante para ella sea ayudar en los casos de abusos. Lo relata: "He hecho alguno de abusos de nueras a abuelos. He tenido casos impresionantes… Y de poderles ayudar, porque es increíble del daño que se hace cuando te acusan de algo que no has hecho. También tuve el caso de una madre que me trajo a su niña porque su tío había abusado de ella".
Después de la dureza de estas situaciones, desde luego que su trabajo en televisión resulta mucho más frívolo y liviano: "'Sálvame' no tiene nada que ver con mi trabajo profesional. En principio, porque el polígrafo solo vale para cosas que han ocurrido en el tiempo sin testigos y no vale para sentimientos, porque pueden cambiar de un momento a otro. Y allí se juega un poco con los sentimientos. Pero eso la gente lo sabe, es televisión y no tiene nada que ver".
Eso sí, le reconoce que salir en pantalla siempre es un empujón, sobre todo, de visibilidad: "Es un escaparate estupendo para mostrarse y demostrar. Y luego, que la gente me aprecia muchísimo, valora mi trabajo porque lo veo en el día a día en la calle".
Correcta como es ella siempre, no se moja a la hora de decir quién se lo ha hecho pasar peor de todos los personajes que han pasado por sus manos en los estudios de Mediaset, pero indica que eso ya se lo puede imaginar el espectador con las conductas que ve en determinados sujetos, con sus historias, sus inventos e, incluso, sus contradicciones.
"El que más ilusión me hizo fue Jesús Mariñas, porque de mi inicio en el cotilleo era una personalidad. Y a Santiago Segura, que es muy gracioso. Así de sorprender que es un caso en el que no miente, no ha habido ninguno", sentencia Conchita.
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