Es increíble cómo nuestros pensamientos configuran la realidad en la que vivimos como si fuera la única que existe. Nos aferramos a esa percepción tan personal, ante todo por instinto de supervivencia, porque, el mero hecho de intuir que podríamos traicionar la visión que tenemos de esa ‘película’ que hemos creado, nos hace pensar que nos traicionamos a nosotros mismos. Y, si dejamos de ser nosotros, ¿quiénes somos? Y, sobre todo, ¿qué somos?
Tengo una buena noticia para los que nos aferramos a la necesidad de responder bajo esta estructura mental. Más bien, es otra pregunta. ¿Y si no hiciera falta dar respuesta a estas cuestiones de identidad y transcendencia? Quizá no importe tanto ser alguien o algo... o quizá no importe nada. Quizá debamos vivir aceptando que ni sabemos ni nos preocupa tanto, porque al fin y al cabo, tampoco es tan relevante. Parece que este nuevo paradigma nos deja sin recursos para movernos en sociedad y tal vez haya alguien que aún así, insista en la importancia del ser o hacer algo para darle sentido a su existencia.
Por tanto, una vez hecha esta propuesta, toco tierra y observo cómo nos relacionamos y lo condicionados que estamos por ubicarnos en ese escenario, intentando adivinar el papel que jugamos y cuán relevante es nuestro rol en el entorno. Hasta donde podemos, adaptamos el guión según nos conviene, para que la historia tenga un sentido que podamos asumir. Todo es algo complejo, pero a la vez simple como un anillo, y divertido, según se mire.
Inmersa en mi último encuentro y formación en el ámbito del crecimiento personal, con grandes profesores, no ceso de aprender y entender algunas cosas que nos suceden a los humanos. No deja de sorprenderme cómo nuestra visión y entendimiento del mundo nos hace creer que esa es la realidad que nos rodea, sin detenernos a cuestionar si lo que percibimos es verdaderamente así.
Los filtros que vamos incorporando para adaptar esa ‘captura’ de nuestro propio mundo no siempre dejan una idea exacta de la realidad, por lo que volver al formato original de aquello que entra por nuestros sentidos es un ejercicio de lo más interesante. Y digo sentidos porque la idea de lo que nos ocurre llega primero a través de la fisiología y después cala en nuestro cerebro, que es el que interpreta esa experiencia.
Una interpretación que nosotros obtenemos tras aplicar nuestra codificación personal de las vivencias y aprendizajes. Son, por tanto, dos fases bien diferenciadas, la de los sentidos y la de la mente, que da lugar a pensamientos y creencias. Todos esos acontecimientos que suceden en nuestro cuerpo y mente merecen ser revisados primero de manera consciente y después modificados desde el inconsciente. Este último tiene el poder de dejar que creemos nuevas opciones para afrontar un asunto que nos bloquea y nos impide avanzar en las ocasiones más cruciales.
Hay distintas formas de conectar con ese inconsciente. Los profesionales del medio hablan de la respiración como uno de los elementos claves para llegar a ese estado. Ser conscientes de nuestra respiración hasta llegar a un estado de relajación y desde ahí, crear nuevas conexiones neuronales después es una vía a seguir, entre otras muchas.
En ese campo existen infinidad de métodos de lo más eficaces, entre los cuales podemos elegir el que más se adapte a nuestro estilo vital. Hay quien medita haciendo deporte, bailando o creando patrones rítmicos que le llevan a un trance, en el que su inconsciente hace el trabajo, o hay quien se somete a técnicas de alto impacto con el mismo propósito.
Para todo ello, es importante identificar los asuntos que nos bloquean, y más importante aún, el estado en el que nos colocan. Y de ahí, crear un nuevo estado que lo colapse y que nutra de recursos a esa situación que consideramos crítica y que tanto nos limita. Estoy hablando de técnicas efectivas que todos deberíamos aplicar en algún momento de nuestra vida, con ayuda de buenos profesionales al principio, pero de manera autónoma después.
Solo así crearemos nuevas realidades que por cierto, nadie nos asegura que sean certeras, pero al menos, nos darán otra visión nueva, jamás antes vislumbrada, y que diseñará una vía alternativa en nuestra manera de entender lo que nos sucede, con consecuencias muy satisfactorias.
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