Euphoria, otra ficción anticonceptiva

No es que no hayamos visto a adolescentes en el cine y la televisión teniendo sexo sin protección, drogándose… En fin, cosas de chicos. ‘Euphoria’ (HBO) sigue a un grupo de estudiantes que, además de sexo y drogas, tienen traumas, problemas de identidad, bregan con las redes sociales pero también tiene amor y amistad. En su manera explícita de contar las cosas, el espectador experimenta con ellos.

Es la adaptación de una serie israelí hecha por Sam Levinson, un adicto de campeonato en el instituto. Sam es un poco su protagonista, Rue (la espectacular Zendaya, ex Disney), que vuelve de una rehabilitación para seguir metiéndose de todo. Jules es una chica transgénero que utiliza una app para quedar son hombres adultos (cielos, el Sloan de la serie ‘Anatomía de Grey’). Esta hay que verla, aunque sea para odiarla. Es una de esas series anticonceptivas (vale, ‘Compañeros’ también lo es). Se estrenó en julio y en julio ya había sido renovada para una segunda temporada...

Valeria Bruni Tedeschi es, además de hermana de Carla Bruni, una cineasta interesante. En ‘La casa de verano’ tenemos una casa de la Costa Azul que parece fuera del mundo. Aunque no se entiende bien por qué todos los personajes tienen que ser raritos, eso funciona. Anna, que viene de una ruptura, y su hija pasan unos días de descanso junto a la familia, los amigos y el resto de personas de la casa. Una ficción autobiográfica, un relato de familia y también de la relación entre la burguesía y sus empleados. Una película ligera y agradable para fans de Bruni Tedeschi. Quizá no es el momento de hacerse fan con ‘La casa de verano’. La parte más destacable es la de la conciencia de clase, la que retrata las interacciones del servicio y los patrones (se ridiculiza a la familia). Suponemos que el personaje de Valeria Golino es Carla Bruni. Y su marido conservador, Sarkozy.

Resulta sorprendente que una novela te sorprenda. Pero eso hace ‘8.38’ (Candaya), de Luis Rodríguez. 8.38 es la hora a la que Dostoievski murió en San Petersburgo. Luis Rodríguez no es un jovenzuelo con ganas de llamar la atención en el mundillo literario. Es un señor nacido en 1958 en Cantabria que empezó a escribir a los 50 y tuvo la suerte de dar, en un concurso, con Ricardo Menéndez Salmón, que supo ver en su literatura lo que él ni siquiera tenía claro. No sabría decir de qué va la novela, si lo es. Hay tres voces, la de Pablo, la de Jacinta y la de Claudio. Pablo habla de un tal Luis Rodríguez, que está intentando escribir una novela sobre un guardia civil. Va sobre la imposibilidad de escribir una novela. Es un libro donde se leen cosas como “Abderramán III solo fue feliz 14 días”, “¿Sabes que en el entierro de Houdini nadie se marchaba? Por si salía de la tumba”, o “Con ese estilo de sombrero debe llevarse la boca ligeramente abierta”. Solo por esta frase vale la pena un libro.

Desvelando al gran Tono

Tono (Antonio Lara de Gavilán, 1896-1978) es uno de los grandes humoristas españoles. Comparar a gente como Jardiel, Mihura, Edgar Neville o Tono con lo de hoy es deprimente. Miembro de la otra generación del 27, la despreciada por los académicos, trabajó entre otras revistas en ‘La Codorniz’. Hacía humor gráfico pero también comedias teatrales, con la influencia de Ramón, dando la vuelta al lenguaje, estrujándolo. En ‘Tono, un humorista de vanguardia’ (Renacimiento) una obra de Gema Fernández-Hoya, Felipe Cabrerizo y Santiago Aguilar, conocemos algo más a ese hombre escurridizo, vividor y con un talento descomunal que dibujó, hizo cine, publicidad, novela, pintura, diseño... Un cuidado y precioso libro ilustrado con dibujos y carteles de Tono. También con sus propias, desternillantes e inteligentes citas. Cuando estuvo en Hollywood conoció a Einstein. Con el físico tuvo una conversación de tres horas sin saber inglés sobre “la relatividad de todo”.

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