Hace seis años, Valeria Mazza acudió a la gala de la Fundación Starlite para recibir un premio por su labor como madrina del hospital Austral de Buenos Aires. Desde entonces, no ha faltado ningún año a la gran fiesta del verano en Marbella.
Corazón Valeria, es una mujer muy solidaria y su compromiso social comenzó hace tiempo, cuando solo tenía 13 años. Valeria Mazza No es algo que se despertara en mí, de repente, sino que siempre estuvo ahí. Yo pensaba, de jovencita, que iba a ser maestra y que iba a trabajar con personas con discapacidad. De hecho, estudié terapia ocupacional mientras trabajaba como modelo, porque esa era mi verdadera vocación. Después, la vida me fue llevando por otro camino y lo que hice fue intentar unir dos mundos, aparentemente diferentes, opuestos y lejanos, usando la popularidad que me estaba dando la carrera de modelo para amplificar el mensaje de los que más lo necesitan.
C. ¿Y qué puede hacerse a los 13 años? V.M. Con esa edad empecé con las Olimpiadas especiales, que brindan entrenamiento y competencia deportiva a personas con discapacidad mental. Yo hacía natación y pasaba muchas horas en el club deportivo. Pidieron voluntarios y me apunté rápidamente. Recuerdo aquel primer fin de semana, que resultó inolvidable porque me marcó para toda la vida. Pude colaborar con distintos países del mundo, hice campañas en muchos de ellos y tuve la oportunidad de participar como acompañante de la delegación argentina en unos Juegos Olímpicos especiales. Eunice Kennedy, fundadora de estas Olimpiadas me nombró, más tarde, embajadora internacional.
C. Es madrina del área de pediatría del hospital Austral de Buenos Aires. V.M. Eso surgió cuando ya me instalé con mi marido en Buenos Aires. Pensamos: «¿Qué podemos hacer?», y junto con el pediatra de mis hijos, nos inventamos un evento con el fin de recaudar fondos para obtener recursos para equipamiento y crecimiento del área pediátrica del hospital Austral.
C. Pero necesitaba un proyecto en el que pudiera involucrarse más a fondo. V.M. Sí, necesitaba algo en lo que pudiera entregarme en cuerpo y alma. Yo vivo en Buenos Aires, en el barrio de San Isidro, y allí hay una villa muy grande, llamada La cava, un barrio muy humilde, donde viven más de 20.000 familias. Entré allí, hace ya tres años, con el cura, a través de la escuela. Empecé a conocer el barrio y se me ocurrió armar un taller para adolescentes, de 13 a 15 años. La universidad de Palermo, que colabora conmigo, me puso cuatro profesoras. Vamos dos veces por semana y trabajamos con adolescentes. Es muy interesante.
C. ¿Qué hacen allí exactamente? V.M. El taller es de imagen personal, para acompañarlas en este paso de niña a mujer. Es una espacio solo de mujeres. La moda es una excusa, que les encanta, para poder hablar de ellas y enfrentarlas a su propio espejo, para que aprendan a cuidarse, a respetarse, a ver que su futuro depende de ellas.
C. ¿Esas son las causas que más le motivan? ¿la mujer, la infancia…? V.M. Como madre, me interesa mucho el mundo de los niños, porque creo que es muy importante la base. Y todo el trabajo que puedas hacer cuando son pequeños resulta más fácil. Ahí es cuando puedes generar el cambio. Cuando encuentras a un adulto que ha tenido una infancia terrible, con un montón de necesidades, cerca de adicciones, de agresiones… la carga y el dolor que tiene es tan grande que es más difícil actuar. La semillita hay que ponerla en los jóvenes.
C. Le gusta vivir la solidaridad en familia y siempre que puede la acompañan su marido y sus hijos... V.M. Los niños aprenden mucho del ejemplo y eso depende más de lo que ven y viven que de lo que escuchan. Tienen dos padres a los que les interesa el compromiso social y hablamos, continuamente, de la obligación que tenemos, más allá del lugar que ocupemos. Pensamos: «¿qué quiero ser?, ¿dónde quiero llegar?, ¿qué quiero tener’?, pero hay que plantearse también: ¿qué queremos dejar?, ¿qué vamos a hacer por los demás?. Ellos viven en casa, desde muy pequeños, el valor de la solidaridad.
C. Este año fue recibida por el Papa Francisco en el Vaticano, con motivo del Concierto por la paz, organizado por la Fundación Starlite, que presentó a beneficio de Scholas Occurrentes, la ONG del Papa. ¿Cómo es él en las distancias cortas? V.M. Es muy frontal, muy simpático, carismático, humano… Cuando habla, sus discursos están cargados de emoción. Es muy amoroso. Entre nosotros hay un cariño especial. Nos hemos visto en varias ocasiones. Le conocimos hace años en Buenos Aires y como Papa le hemos ido a ver varias veces. Cuando nos reencontramos es muy cariñoso con los niños, siempre me pregunta por la familia. Para mí, como argentina, es un orgullo que esté en el lugar que ocupa y creo que va a dejar una huella, porque es un hombre de convicciones muy fuertes y de ideas muy claras. A veces, no es fácil decir lo que dice en el mundo en que está, porque no siempre se puede ser políticamente correcto, cuando uno tiene que defender sus ideas. Pero creo que, al menos, nos hace pensar.
C. ¿Cree que todos tenemos la posibilidad de convertir este mundo en un lugar mejor para vivir? V.M. Sí, seguro. Lo que pasa es que cambiar el mundo suena enorme, pero creo que con pequeños gestos todos podemos hacer una sociedad mejor. Yo opino que la célula de toda sociedad es la familia. Hay que dedicar tiempo para estar con nuestros hijos, para hablar con ellos… En la familia es donde se aprenden los valores más importantes, es donde se aprende a ser humano. A partir de ahí, cuando sales a la calle, todos los días, puedes cambiar muchas cosas con pequeños gestos: desde entrar a un lugar y saludar con una sonrisa, mirar a los ojos… entendiendo que todos somos iguales, más allá de lo que hagamos, o tengamos… Todos valemos igual. Si encaramos la vida con esa actitud, podemos hacer un mundo más vivible y menos duro. Tenemos que enfrentarnos a la vida con una sonrisa y con el corazón abierto.
C. Hace unos días, en la rueda de prensa de presentación de la gala de la Fundación Starlite habló de lo enriquecedor que resulta ser solidario. V.M. Es que a veces pienso que es un acto egoísta, porque lo que uno recibe a cambio es tan grande que te hace pensar: ¿por qué lo hago?, ¿por dar a los demás, o por cómo te sientes? Es muy gratificante. Cuando vamos al hospital Austral, a visitar a los niños, a conversar con las familias, sé que no voy a cambiar un diagnóstico médico porque eso es imposible, pero al menos consigues que ese haya sido un día diferente para ellos, y a ti, ¿qué te cuesta? Si todos dedicáramos un poquito de tiempo a pensar en los otros, en hacerles felices y no en nuestras necesidades, en nuestros gustos… Lo mejor que puede pasarme hoy es que tú te vayas contenta por este rato que hemos pasado haciendo la entrevista. Hay gente a la que le encanta estresar a todo el que la rodea. Yo ni sé, ni quiero, vivir de esa manera.
- José María García: "Hoy no hay periodistas, hay propagandistas"
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?