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A Kiko Rivera le costó mucho admitir que tenía un problema y pedir ayuda. Por eso, no es de extrañar que a Irene Rosales no le guste ni un pelo el nuevo proyecto empresarial en el que se ha metido. Hace unos días conocíamos que el 'DJ' ha abierto una discoteca en Sevilla, Hoyo. O lo que es lo mismo, ha vuelto al mundo de la noche.
Irene está preocupada. Mucho. Y así se lo ha hecho saber a su suegra, Isabel Pantoja. Era Marisa Martín Blázquez quien informaba ayer en 'El programa de verano' sobre la situación y sobre cómo Rosales habría mantenido una seria conversación con la tonadillera, levantando la alerta.
Sobre todo, porque parece que Kiko ha retrocedido en cuanto a la dulcificación de su carácter que pudimos ver en 'GH Dúo'. "Se ha enfadado últimamente con él, porque le ha encontrado irascible y que no es el Kiko de los últimos tiempos", explicaba Marisa, añadiendo que este comportamiento había comenzado a ser así coincidiendo con el inicio del trabajo en el local de copas.
Sandra Aladro apostillaba además, que el agobio de Irene es normal porque la discoteca que ha abierto "tiene un tipo de público y de ambiente complicado y poco recomendable para alguien en la situación de Kiko Rivera". Unas palabras que hacen alusión a esa adicción que tuvo Kiko y que fue capaz de confesar durante su participación en el 'reality' de Telecinco.
En los últimos días, les hemos podido ver de lo más relajados en la isla canaria de la Palma. Quizás le haya servido a Irene para calmar a su marido y concienciarle de los peligros que puede suponer para alguien que ha atravesado un problema como el suyo ese ambiente que ahora vuelve a frecuentar.