La dimisión del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, es uno de esos momentos que pasará a la historia de la política de nuestro país. A parte de que muchos esperan que cunda el ejemplo, siempre tiene que haber alguien que rompa el hielo.

Rivera no solo fue generoso con su partido sino con su familia. Y en mi opinión, demasiado con su pareja, la cantante Malú, al decir: “ Ha estado a mi lado, aguantándolo todo contra viento y marea, en todo momento”. No dudo que habrá sido un gran apoyo para Albert, pero en privado. Desde que se hizo pública, ambos siempre han intentado ocultar la relación y han rehuido todas las preguntas al respecto.

No hemos visto a la cantante acompañandole a ningún acto público ni tampoco de campaña. Todo lo contrario. Ni siquiera asistieron a la boda de su colega, el cantante Melendi, cuando se filtró que iban a ir juntos. Ni un guiño o una muestra de apoyo en las redes sociales. Algunos opinan que la cantante no ha querido mezclarse con la política para no perder ‘fans’ y al contrario. Sea como fuere, ahora ya es tarde.

Siempre he sido partidaria de normalizar la situación y, que ni siquiera acudiera arroparle el día de la dimisión, huele a divismo fuera de lugar. Y cuando todo el mundo se apresuraba aventurar que ahora nos darán portadas con su romance, hasta ahora prohibido, llega el vídeo de los compañeros de 'Sálvame'.

Una prueba gráfica horas después de la dimisión, en la que se ve a la pareja huyendo hacia el sur, imaginamos que de escapada romántica. A primera hora de la madrugada para evitar todas las miradas. Entran a un bar a desayunar y no son capaces ni de tomar el café en la barra.

A Rivera se le ve relajado pero a ella oculta, nerviosa, envuelve los 'bocatas' rápidamente como si los fueran a robar. En serio, ¿no se va a tomar un respiro ni siquiera ahora que su pareja la ha desnudado públicamente y ha renunciado a todo? El verdadero amor tiene que ser generoso. Y ella de eso sabe... o quizás solo lo canta y no lo practica.

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