Rodeada por sus cinco hijos y junto a sus hermanos, el Rey don Juan Carlos y la Infanta Margarita, es como ha fallecido la Infanta Pilar de Borbón y Borbón a los 83 años. Desde que el pasado día 5 de enero la duquesa de Badajoz tuvo que ser ingresada de urgencias en el hospital Ruber Internacional solo los más allegados sabían de la gravedad de su salud, que en los últimos meses han querido dulcificar de cara a la fallecida.
La Infanta era consciente de que padecía un cáncer de colon que ya había afectado a algún órgano más y de ahí que acudiera con regularidad a sus revisiones y sesiones de quimioterapia desde que le diagnosticaron esta dolencia por la que el pasado febrero fue trasladada de Mallorca a Madrid para realizarle una intervención por obstrucción intestinal.
Con su peculiar humor y su conocido carácter, la primogénita de los condes de Barcelona siempre había respondido con claridad a las cuestiones de su salud, como hizo en noviembre, en su aparición pública en El rastrillo de Nuevo Futuro que tanto ha promovido, al afirmar que se encontraba bien y añadir que estaba contenta por el discurso que apenas unos días antes había realizado su sobrina, la Princesa de Asturias en los premios que llevan su nombre.
Era tremendamente familiar y de ahí que todos sus hijos hayan estado hasta el último momento muy cerca de ella. La Infanta ha podido disfrutar de su última Navidad sin que la enfermedad la dejara postrada en la cama. Como ha venido haciendo desde los últimos años, el 24 de diciembre, Nochebuena, reunió a todos sus hijos en su domicilio de Puerta de Hierro para celebrar una cena a la que siempre se suma su hermana, la Infanta Margarita y el marido de esta, Carlos Zurita junto a sus dos hijos, Alfonso y María, y su nieto Carlos.
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