Ana Rosa Quintana y María Teresa Campos en su reencuentro. / d.r.

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¡Felicidades Telecinco!

La cadena de televisión acaba de cumplir 30 años de historia.

Hace unas semanas felicitamos a Antena 3 por su 30 aniversario. Esta semana brindamos por Telecinco. De la primera comentamos lo mucho que había cambiado: de ser una radio televisada a convertirse en una factoría de éxitos internacionales ('Tu cara me suena', 'La casa de papel'). La segunda también ha cambiado de lo lindo: un pase de los programas de la era Lazarov acabarían hoy con una manifestación feminista a las puertas de la emisora: aquel jacuzzi de Jesús Gil acompañado de señoritas en bikini, aquel ballet de 'tutti frutti' con abuso de melones… Ay, aquellos cuponazos con Carmen Sevilla, el corazones divertido de '¡Qué me dices!', las mañanas con la Campos y las noches de Sardá. La ficción se le dio bien, con récords de audiencia de ‘Médico de familia’ y las collejas a Toni Cantó en ‘Siete vidas’.

Con el tiempo, Vasile apostó fuerte por el entretenimiento en directo (su mejor arma para enfrentarse a las plataformas de ‘streaming’) con grandes formatos como 'Gran hermano' y 'Supervivientes', con un corazón más de hiladillos que se ha hecho fuerte en las tardes con 'Sálvame', entregando las mañanas a Ana Rosa y la ficción a los hermanos Caballero ('La que se avecina'). Por cierto, foto para la historia la de Campos y AR: "Te quiero, te respeto, te admiro", le dijo la veterana, que sigue desconcertada con su presente y su futuro en televisión. Si Antena 3 apostó por una gala nostálgica, Telecinco ha preferido salpicar todos sus programas con vídeos recordatorios e invitados: la fiesta, en vivo, marca de la casa. P.D. Servidor ha trabajado mucho en esa casa, como contertulio en ‘Día a día’, guionista en ‘Gran hermano’ y director de ’Supervivientes’. Y una cosa sí puedo decirles, el margen de libertad y la apuesta por la creatividad son de premio.

Las yayas arrasan

David Broncano junto a María Teresa Campos. / d.r.

David Broncano conecta con la audiencia joven que, de hecho, le sigue más por las píldoras que salpican Youtube que por las emisiones en Movistar+. El 'late night' sabe que ese es su público y selecciona a sus invitados para satisfacer el 'target'. Pero hace poco se sacaron de la manga una 'yaya’s week' (la semana de las abuelas) con la excusa de la visita de María Teresa Campos, Manuela Carmena, Consuelo Alonso (campeona de atletismo) y Chon Álvarez, la yaya de unos de los colaboradores de 'La Resistencia', Grison. La semana fue un éxito. Hay en este país una tendencia a arrinconar la veteranía, que no es un grado sino, al parecer, una molestia: la gente con experiencia no se corta, tiene argumentos, te rebate cualquier tontería, tiene anécdotas maravillosas y un conocimiento que arde en compartir.

La lección que dieron las cuatro fue memorable. Y en vista del éxito, esta semana el programa tuvo la visita de María Galiana, La matriarca de los Alcántara desveló, al fin, el gran enigma de la serie 'Cuéntame': Herminia debe tener entre 105 y 106 años, "por ahí ando", desveló. No se cortó un pelo para hablar de su Satisfayer, "algún apaño me ha hecho". En lugar de tanto aspirante a ‘influencer’ o tronista, la tele debería apostar por el tesoro de los invitados con discurso.

El peor virus

Imágenes de informativos cubriendo casos de coronavirus. / d.r.

¿No sienten que los medios de comunicación están atrapados en una suerte de paradoja cuando hablamos del coronavirus? Me explico. Por una parte se pasan el día insistiendo que la epidemia es como una gripe, con índices de mortalidad ligeramente superiores pero que en verdad solo es un peligro para personas inmunodeficientes, gente mayor y enfermos de neumonía. Los expertos anuncian que lo más seguro es que acabará cronificándose y volverá cada año, con nuevas cepas. Como la gripe.

Pero luego, esos mismos medios nos bombardean con programas especiales, conexiones en directo con los hospitales para conocer la última hora, con un pormenorizado monitoreo de cada nuevo caso. ¿En qué quedamos? Está claro que la información sobre la enfermedad genera audiencia, sacrosanta palabra que en televisión quiere decir ‘vamos a explotar el tema hasta la saciedad’. Lo malo es que esos programas destilan un alarmismo que contrasta con la llamada a la tranquilidad de los informativos. Al menos, hemos de felicitar a la administraciones sanitarias, tanto del Gobierno como de todas las comunidades autónomas, que han aparcado las habituales rencillas políticas para trabajar en equipo. Ahora solo falta que las cadenas hagan lo mismo y traten el tema sin agobiarnos ni alarmarnos. El miedo es el peor virus.

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