Stella McCartney tuvo claro que quería dedicarse a la moda desde que a los 13 años diseñó su primera chaqueta. En 2001 lo logró y montó su empresa, con el 50% de participación del grupo Kering, que controla también Gucci, Balenciaga o Saint Laurent. La diseñadora consiguió reconocimiento por méritos propios que hicieron olvidar que era la hija de Paul McCartney. Además, la gran apuesta de su empresa es la sostenibilidad.

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Pese a lo bien considerada que está su firma, los números son reveladores. No se trata de una pequeña caída, sino de un tozolón épico: en 2018 perdió 12,6 millones. Pero lo más sorprendente es que en 2017 había ganado 10,3 millones. Estos datos acaban de salir a la luz ahora, pues la empresa los ha depositado en el registro mercantil de Londres y esta semana han provocado un pequeño seísmo en el mundo de la moda. Las ventas no han descendido, entonces, ¿qué está pasando?.Para entender qué es lo que ha ocurrido, tenemos que hacer un poco de historia.

En 2018 (justo el año de las pérdidas) la británica decidió tomar el mando total de la compañía y comprarle a Kering su parte. Y, al poco, hizo otra operación financiera sorprendente: vendió una participación menor al grupo LVMH (Louis Vuiton, Dior, Givenchy). Además, este conglomerado que hasta el momento no se había sumado al pacto por la sostenibilidad, la fichó como asesora en esta materia.

La diseñadora británica de 48 años está teniendo problemas con su empresa.

El acuerdo iba a darle el soporte internacional a la marca, sin que Stella McCartney perdiera el control. Pero los catastróficos números hacen pensar que algo no ha salido tan bien como esperaban. Según los rotativos británicos, los números rojos no se deben a la operación comercial. La empresaria aumentó el personal e hizo una renovación de los sistemas informáticos que disparó los gastos. Además, también tuvo que asumir el coste de las oficinas, que antes financiaba Kering.

¿Está entonces la firma de moda en peligro? Las ventas han aumentado de 2017 a 2018 en un 0,2%. Que no está mal, pero nada tiene que ver con el 2% de incremento que experimentaron antes de que Kering desapareciera del negocio. Ahora faltará esperar al cierre del ejercicio de 2019 para saber hacia donde apuntan las ventas.

La firma justifica las pérdidas asegurando que fue “un año de transición” y las estrellas siguen adorando sus diseños. Así que habrá que esperar al año que viene para ver si la empresa, cuyos diseños siguen copando la alfombra roja, levanta cabeza.