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Cuando Rocío Flores aceptó participar en 'Supervivientes 2020', se habló de una explosión mediática y de la posibilidad de que contase los trapos más sucios de esa situación que llevó a que madre e hija no hablen desde hace más de siete años ( el ataque de ansiedad de Flores en la isla por culpa de su madre). Unos hecho que, justo cuando la joven puso un pie en Honduras, salieron a la luz mediante un documento publicado por Vanitatis.
Pero parece que no. Amén de detalles menores y lógicos, Flores no está usando (al menos de momento) su concurso para hacer sangre. Sí está abriéndose y mostrando unos sentimientos con los que pretende acercarse a Rocío Carrasco. Un discurso con el que quiere conextar con ella, que vea su dolor y le dé una oportunidad.
A a mí que nadie me venga a hablar del respeto a los hijos porque no lo han tenido, y no precisamente por parte de mi padre. Aquí hemos perdido mi hermano y yo en una guerra que no nos pertenece", decía hace unos días a una compañera en la isla. Una auténtica declaración de intenciones de que quiere algo de paz y, por lo menos, ser escuchada.
Carrasco dijo en tono irónico, al ser preguntada por si vería a su hija en el 'reality', si lo ponían en Netflix. Pero lo cierto es que desde 'Sálvame' se ha asegurado que está siguiendo sus pasos en la isla. Y eso, puede ser un arma de doble filo. Porque lo mismo empatiza que las palabras de su hija acaban por enterrar la relación para siempre, sin capacidad de vuelta a atrás.
Es cierto que Rocío es la concursante con el caché más alto de esta edición, pero no menos que no es el dinero lo que más le importa de esta exposición mediática sin precedentes para ella. Es el todo o nada. La última baza que le queda para intentar sentarse cara a cara con su madre y, al menos, intentar un acercamiento.