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Han pasado poco más de cuatro meses desde que se le rompiera la vida. Ana Obregón encontró refugio en casa de su hermana, primero. Después, se marchó con su familia a Mallorca. Un cambio de aires para estar tranquila junto a los suyos y lejos de los focos de la capital. La misma a la que hace unos días regresaba para intentar comenzar un nuevo camino.
Para ello contará con un círculo íntimo que ya ha empezado a darle aliento. Ana ha encontrado en el Club de Golf de La Moraleja, muy cerca de su casa, el refugio perfecto para encontrar esa serenidad y para juntarse con esas personas que le dan soporte. Un lugar que conoce a la perfección, puesto que forma parte de él desde hace décadas y le ofrecerán la discreción y la intimidad que necesita.
Porque, desde que muriera Álex, son muy pocas las veces que se la ha visto más allá de los actos fúnebres en su memoria. En las redes sociales se ha dedicado a rescatar imágenes de aquel pasado junto a su único hijo que ha dejado a la actriz muy tocada. Sin ganas de ver más allá de ese puñado de personas que le han sido siempre fieles.
Ana tiene por delante el reto de levantarse y continuar con una vida que nunca más estará completa. De dar los primeros pasos hacia una rutina que jamás será lo mismo. De intentar regresar al trabajo y a un día a día en el que no son pocos los detalles que llevan su cabeza hacia ese 13 de mayo en el que todo saltó por los aires.