Laura Rojas Marcos nació en Nueva York en 1970, donde se licenció en Psicología Clínica. Es psicoterapeuta por la Federación Europea de Psicología y miembro de la Asociación Americana de Psicología y de la Asociación Española de Psicología positiva. Durante los años que vivió en Estados Unidos, trabajó en diversas instituciones, clínicas y hospitales (Hospital Bellevue de la Universidad de Nueva York o el Instituto de Familia Puertorriqueña). En 2001, tras los atentados de las Torres Gemelas, colaboró en el Proyecto Libertad, un programa creado por el Gobierno Federal para ofrecer asistencia psicológica a las víctimas. En 2002, se trasladó a vivir en Madrid, donde ha colaborado con la Fundación La Caixa, además de otras instituciones y asociaciones españolas y norteamericanas. Tiene su propia consulta. En 2010 fue seleccionada como una de las 100 mujeres más influyentes de España. Es autora de los libros Hablar y aprender, El sentimiento de culpa y Somos cambio.
Hoy Corazón Laura Rojas-Marcos es hija del prestigioso psiquiatra Luis Rojas-Marcos. No siempre la distancia es el olvido y Laura Rojas Marcos lleva en su corazón a Charlie. ¿Quién es? Laura Rojas-Marcos Mi perro, un amigo que ha formado parte de mi vida durante los últimos 13 años. Es un miembro más de la familia y un vínculo muy importante. Vive en Nueva York y compartimos muchas vivencias...
H.C. ¿Cómo mantienen la relación? L.R.M. Viajo mucho a Nueva York para ver a la familia y a él. Pero cuando hago videoconferencias con mi padre o con mi hermana, aunque no me ve, reconoce la voz y se pone a buscarme por la casa. Hay un juguete que conserva y cuando estamos juntos, lo trae para que juguemos.
H.C. ¿De qué raza es? L.R.M. Es un pastor alemán blanco. Mi padre me explicó que el diez por ciento de los pastores alemanes son blancos, sin ser albinos. Charlie es muy noble, inteligente, cariñoso, protector y está muy bien educado. Ese mérito se lo tengo que dar a mi padre, ya que ha sido él quien se encargó de su educación.
H.C. Tiene 13 años y me han dicho que ha llevado una vida muy activa. ¿Es una leyenda urbana? L.R.M. Charlie ahora tiene artrosis y le cuesta caminar, pero durante años se ha venido a correr a Central Park conmigo. Le encanta el mar y se puede estar horas jugando y chapuceando. Hay zonas específicas para mascotas y a él le encanta ir a la playa. También es aficionado a nadar en la piscina. Es un gran socorrista: si juegas a que te estás ahogando, trata de salvarte.
H.C. Durante el confinamiento Charlie recibió un gran regalo. L.R.M. Sí. Hemos adoptado una perrita que se llama Luna. Le pusimos ese nombre porque llegó en luna llena en marzo. Se lo puso mi hermana Carolina. La conozco por fotos y videoconferencia porque todavía no he podido ir a verlos. Charlie está encantado, le gusta su compañía.
H.C. Hay estudios que afirman que los animales de compañía son beneficiosos para nuestra salud física y mental. L.R.M. Son buenos para la salud, son un factor protector y eso está demostrado. Para los mayores, niños en centros de educación especial... Estimulan la hormona de la felicidad que se llama oxitocina… Por ejemplo, en la equinoterapia, se utilizan caballos con los niños autistas.
H.C. Se habla mucho de las secuelas que nos dejará la pandemia. ¿De qué tipo, secuelas físicas o mentales? L.R.M. Estoy tratando a muchas personas que tienen mucha dificultad para salir de casa, es donde se sienten seguros. Tienen miedo a los espacios abiertos, pero asociados al virus. Es como si hubieran desarrollado lo que denominamos agorafobia. Sus niveles de ansiedad son muy altos, en ocasiones entran en estado de pánico. Con estas personas, cuando trabajo con ellas, intentamos hacer un plan de acción, donde poquito a poco, salen de casa, en vez de coger el ascensor bajan por la escalera… De manera gradual van afrontando el temor. También estoy trabajando con sanitarios, sobre todo con médicos. Ellos están experimentando el síndrome de estrés postraumático. Han estado viviendo situaciones durísimas en los hospitales.
H.C. No está claro cuándo terminará esta pandemia ¿Cómo nos podemos enfrentar a la incertidumbre? L.R.M. No saber y poder anticipar lo que viene en el futuro es parte de la vida; desde pequeños, nos entrenamos consciente o inconscientemente para poder gestionar la incertidumbre. En relación al Covid19, hay que tener claro que tiene un principio y un final, como todas las pandemias. Tener en cuenta que la información es importante, pero la sobreinformación produce muchísima angustia y aumenta los niveles de ansiedad.
H.C. Su familia vive en Nueva York. ¿Ha sido y es duro no poder viajar para verles? L.R.M. Sí, vivo sola y soy muy familiar, los necesito y los echo de menos, para mí la familia es un pilar importante en mi vida.
20 de enero-18 de febrero
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