Salta a la vista. No hay nadie que no se diera cuenta, hace ya más de un año, que Antonio Orozco experimentó un espectacular cambio físico. Que se quitó una cantidad de kilos que le hicieron ganar en salud y, a la vez, en presencia delante de su público. El cantante pasó una mala época. Y ahí se había situado el origen de esa metamorfosis con la que tan bien se siente.

Pero ayer dio más detalles. Se sentó en 'El Hormiguero' y dio ciertas explicaciones sobre cómo ha conseguido estar "como un pincel", que fue la expresión que utilizó el presentador del programa, Pablo Motos, para hacer referencia a cómo encontraba al hombre que tenía delante de sus narices.

"En la vida no somos lo que queremos ser, somos los que somos", era la enigmática primera frase que salía de la boca del 'coach' de 'La Voz' y que hacía ver que, detrás del cambio, había un trabajo más allá de una dieta (y del que ha desarrollado mano a mano con el doctor Nacho Sajoux, responsable científico del Grupo Pronokal) o de macharcarse en el gimnasio durante largas sesiones (que también habrá habido algo de eso).

" Me han enseñado a racionalizar las cosas y a controlar mis estados de ansiedad", explicaba, señalando a un gran trabajo psicológico como base para conseguir ese cambio. Y a esa ansiedad que, para muchos, tan solo se encuentra calma mediante la comida, entrando en un bucle de autodestrucción que es complicado cortar. Él, lo consiguió. Hay que reconocérselo y aplaudirle.

Para Antonio ha habido una persona muy importante que le ha echado una mano para conseguirlo: su hijo. Hay que recordar que, a finales de 2017, moría la madre del niño. Ya no estaban juntos, pero mantenían una excelente relación. Precisamente el pequeño fue el punto de apoyo para salir de la tristeza: " Ha venido a este mundo para rescatarme a mí. Lo tiene todo de su madre. Es un ángel".