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No hay nada mejor para aclarar las informaciones basadas en las especulaciones, que alzar la voz. Sobre todo, cuando uno se harta. Kiko Rivera había dejado claro, a través de Instagram, que no eran problemas económicos lo que le habían llevado ni a estr deprimido ni a tener fricciones con su madre, Isabel Pantoja. Lo hizo con un duro mensaje contra Joaquín Prat, que se había atrevido a hacer una reflexión sobre las deudas del artista,
Kiko entraba este martes por la tarde, vía telefónica, en 'Sálvame'. No se cortaba. Ni un pelo. Y hablaba de su madre como nunca lo había hecho. Él, que dio la cara por la tonadillera en los momentos más bajos de esta, cuando tuvo qeu hacer frente a la condena por el Caso Malaya y pasar por la cárcel. Él, que jamás ha dicho una palabra más alta que otra sobre la mujer que le dio la vida. No se ha dedicado a embarullar la situación de Cantora, como sí se le ha echado en cara a su hermana, Chabelita....
Pero ha llegado un momento que no puede más. Porque Kiko considera que su madre no está actuando como tal, como una madre que acude a apoyar a un hijo que está en medio de una depresión que confesó el pasado sábado sentado en el 'Deluxe'... y generó que se destapara ese mal rollo que hay entre ellos. Isabel llamó por teléfono para indicar que se estaba enterando en ese momento de que su hijo no estaba bien. Ahí, se montó 'la gozadera'.
Kiko no pudo ser más claro ayer en esa llamada a Telecinco. " Me he metido en líos familiares por ella y ahora estoy quedando mal cuando le dije que llegase el lunes y no llegó", comenzaba lamentando esa visita que aún no ha recibido de ella. Sí una llamada que, según se explicó en 'El programa de Ana Rosa', discurrió en términos bastante tensos, a pesar de que la artista, al menos, pudo hablar con sus nietas. "Entiendo perfectamente sus motivos. Sé que está cuidando a mi abuela, pero el día tiene 24 horas y vivimos a una hora y media", indicaba, echando por los suelos cualquier excusa posible en la que pudiera escudarse Isabel.
Antes de que nadie pudiera sacar conclusiones equivocadas (incluso la misma Pantoja), hacía un inciso: "No quiero que sepa que la estoy atacando, porque esto ya se lo he dicho a ella y la que ha hecho esto suyo es ella. Cuando me senté en el 'Deluxe' no estaba sentado hablar de mi madre, no necesito hablar de mi madre". Era entonces cuando saltaba la bomba, el grito desesperado de un hijo que busca arropo y cariño: " Necesito a mi madre, no a Isabel Pantoja y mi madre no está. Porque el personaje de Isabel Pantoja siempre es más".
Con un tono muy serio, pero a la vez muy sereno, dejaba claro qué es lo que le había empujado a marcar el número de 'Sálvame': "No voy a dejar que se me arrastre por los suelos. No es así, señores… No quiero que penséis que soy una puñetera alma en pena. Tengo mis momentos, no estoy todo el día en mi casa llorando. Pienso mucho. Estoy componiendo canciones… No quiero que penséis que soy una puñetera alma en pena".
" ¿Que estoy triste? Muchísimo. Decía Pablo Motos que nos está invadiendo la tristeza a todos y yo estoy triste. Y la razón es por el tema de mi madre. No estoy triste por el dinero", explicaca que, quizás todo eso que nos está moviendo por dentro la pandemia, sea culpable de ese batiburrillo de sentimientos que le han llevado a no estar atravesando su mejor momento. Pero sabemos que no es la primera vez que sufre una caída anímica como esta. Como la que cualquiera pudiera tener.
Antes de colgar, entraba en ese terreno económico que había servido para que se le atacara desde algunas tribunas de prensa. "Sí es cierto que a nivel económico estoy peor que hace unos años. Mi mujer, gracias a Dios, me ha enseñado que a veces con menos a veces es más. No quiero hacer daño a nadie, pero lo que no puedo consentir es que se me deje a mí malamente", sentenciaba antes de cerrar la conversación en este sentido: "No necesito más de lo que tengo. Ha habido momentos en que he tenido más de lo que tengo ahora, pero no necesito más".
Aún tenía más, porque tanto él como su mujer, Irene Rosales, están sufriendo y necesitaba que todo quedase aclarado para poder seguir con sus vidas en paz: "Se ha hablado de un piso mío de Madrid. Cuando llamo a mi madre y le digo que tengo un comprador para el piso. Me quito la letra del piso y una cosa menos. Mi madre me dice que no: 'Me lo quedo yo. Y yo, en vez de alquilártelo, te pago la letra y es como si lo tuvieras alquilado. Digo: vale'. Y ahora me dice me está pagando el piso. ¿De verdad? ¡Que lo tengo que decir!".
"Pensáis que yo soy gilipollas? Cualquier que vea esto dirá: '¡Este niño es tonto!' Pues no. ¡No es así! Y como ésta hay tropecientas mil. Así que por favor. Dejad ya de pensar que soy un gilipollas, que mi madre se espabile un poco. Si tiene que decir algo que venga y me lo diga a la cara o que lo diga públicamente para que yo me pueda defender. Porque hablar así de un hijo no tiene perdón de Dios", terminaba, visiblemente dlido por cómo está haciendo las cosas una Isabel a la que tan solo le pide que, por un momento, se quite la bata de cola y sea madre. La madre que, en este preciso instanta de su vida, necesita más que nunca.