Carmen Tello y Curro Romero ya están unidos por una boda civil, pero nunca pudieron recibir la bendición eclesiástica porque Curro no tenía la nulidad de su matrimonio con Concha Márquez Piquer, su primera esposa. Con el fallecimiento de la artista el pasado 18 de octubre a los 75 años esa boda recliosa ya es posible y se va a acelebrar este mismo año.
Carmen Tello y Curro Romero empezaron su relación en 1996, tras finalizar ambos sus matrimonios. Carmen, hija del médico Enrique Tello Pérez y de María del Carmen Barbadillo, se había casado en 1977 con Miguel Angel Solís-Beaumont y Martínez Campos, marqués de la Motilla y miembro de una de las familias más importantes de Andalucía. El ex marido de Carmen Tello es hermano de Matilde Solís-Beaumont. Su padre era el fundador del Banco de Andalucía. Carmen y Miquel Ángel uvieron cuatro hijos: Fernando, Carmen, Miguel y Enrique, uno los jóvenes más elegantes de la alta sociedad, conocido por su marca de ropa The Sëelk y su relación con la modelo Alejandra Domínguez.
El divorcio de la aristocrática Carmen, en 1991, agitó las aguas de la alta sociedad sevillana . Carmen abandonó el palacio de la calle Cuna, residencia de la familia, con sus efectos personales y con sus hijos. Su matrimonio con Miguel Solís se saldó con un acuerdo amistoso, una pensión para ella y otra para sus hijos. La aristócrata siempre prefirió la libertad al dinero. « Renuncié a todo, porque me parecía lo más correcto si era yo la que rompía el matrimonio», explicó en su momento. Más tarde su relación con Curro Romero dio que hablar cuando se supo que no se podrían casar por la Iglesia.
Por su parte la boda de Curro Romero y su primer esposa, Conchita Márquez Piquer fue uno de los acontecimientos sociales más importantes de su época. La pareja contrajo matrimonio el 22 de octubre de 1962 en la Iglesia de los Jerónimos, en Madrid. Él era una gran figura del toreo y ella la hija única, bellísima, de la gran artista Concha Piquer y del torero Antonio Márquez. Conchita tenía 17 años, 12 menos que el torero, y se había educado en los mejores colegios de Suiza. Se habían enamorado cuando ella apenas tenía 15 años. Sus padres fueron renuentes al principio a su unión con Curro Romero, pero cedieron ante su historia de amor. El banquete del enlace se celebró en el hotel Wellington. Asistieron 1.300 personas. La novia sufrió un desmayo.
Tuvieron dos hijas: Conchitín y Coral, que murió en un accidente de tráfico en Estados Unidos, en 1985, siendo todavía adolescente. Concha nunca superó esta pérdida. La separación de Curro Romero había llegado en 1977. El matrimonio fracasó, según Concha Márquez, por el estilo de vida del torero repleto de infidelidades, afición al póker y tablaos hasta las tantas. Cuando llegó la ruptura, hubo graves desavenencias a la hora de repartir los bienes. Concha contaba en sus memorias que el torero puso precio a las joyas y a un dibujo de Picasso que le había regalado.
Finalmente se separaron en 1982, poco después de que entrara en vigor la ley del divorcio en España. Pero lo que no llegó nunca fue la nulidad religiosa. La propia Concha contaba en su libro que ella se limitó a responder la verdad a las preguntas del tribunal eclesiástico, porque nadie le había explicado que lo apropiado era disfrazar los hechos, de acuerdo con el cónyuge, para obtener un veredicto favorable. Pero resultó evidente que ella no quiso nunca facilitar las cosas. «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre, es lo que nos dijo el sacerdote que nos casó», solía responder a los periodistas. Concha se volvió a casar, por lo civil, con el actor Ramiro Oliveros, con quien tuvo otra hija, Iris. El torero, por su parte, vivió una larga y discreta relación con Ana Rosa Pidal, casada anteriormente con Tomás Terry.
Curro Romero, apodado el Faraón de Camas, la localidad sevillana en la que nació, ha sido siempre un personaje singular, introvertido, parco en palabras. Desapareció 20 días antes de su boda civil con Carmen Tello. La fecha estaba fijada para el 1 de marzo de 2003 en la Hacienda Loreto, cerca de Espartinas, en Sevilla. El torero decidió que la boda se cancelaba de la noche a la mañana. Una «espantada» muy comentada por la prensa del corazón en su momento.
Poco después, la pareja emitió un comunicado: «Ante las especulaciones últimamente suscitadas, queremos manifestar que nos seguimos teniendo el mismo amor y cariño«. Se casaron finalmente el 16 de febrero, en su residencia sevillana, Bellasombra, con la presencia de la Duquesa de Alba, íntima amiga de Carmen, Isabel Pantoja, Eugenia Martínez de Irujo y María Teresa Campos.
El pasado mes de abril se supo que Curro Romero había sido tratado con radioterapia de un tumor maligno en la laringe, pero que todo iba bien, porque el cáncer estaba muy localizado, según explicó la propia Carmen, que añadía que el torero estaba en forma aunque agotado por el tratamiento. Todavía no se ha hecho pública la fecha del enlace, ni la Iglesia en la que tendrá lugar, pero no tardará porque, como reconocía Carmen, «no tenemos veinte años». Será una ceremonia sencilla, solo para la familia. Parece que Carmen ya ha pensado en su vestido, un traje con abrigo a juego en un color pastel.
Curro siempre ha dejado claro que la mujer de su vida ha sido Carmen. «Cuando toreaba, solo me acordaba de Carmen. Significa todo», declaró hace unos meses al diario «El Mundo», coincidiendo con el multitudinario homenaje que recibió al cumplir 88 años, con la presentación del documental «Curro Romero. Maestro del tiempo». El torero siempre tuvo, además, una excelente relación con los hijos de Carmen, especialmente con Enrique.
Carmen vio torear a Curro, por primera vez, cuando tenía 10 años. Fue en la Plaza de la Maestranza de Sevilla, en 1966. Fue con su padre y no olvidó aquella corrida. Con el tiempo coincidieron en un tentadero en casa de Fernando Domecq. Allí se conocieron. El torero, como es lo habitual en él, se mostró tímido. Empezaron a coincidir en más reuniones. Carmen se separó –su matrimonio sí fue anulado– y en aquellos meses en los que pasaba por un momento bajo, empezaron a conocerse. Y ahí fue cuando Carmen se dio cuenta de que se estaba enamorando de él.
La situación no fue fácil para Carmen Tello. Era una figura importante en la aristocracia sevillana por su matrimonio con el marqués de la Motilla. Tanto ella como su familia política eran fervientes católicos y Carmen había sido educada para casarse para toda la vida. Hubo rumores y cotilleos entre la alta sociedad. Algunos con mala intención. Pero Carmen, una mujer de gran elegancia y discreción, siempre demostró que estaba muy por encima, aunque sufría por no poder casarse por la Iglesia.
En su día fue fotografiada por Antony Armstrong-Jones, Lord Snowdon, exmarido de la Princesa Margarita, para un reportaje que se publicó en la edición americana de «Vanity Fair», en abril de 1987, sobre las damas de la sociedad sevillana. Tocada con mantilla española, una joven y muy sevillana Carmen representaba la belleza andaluza. La foto presidía el salón de su casa en Bellasombra. En aquel reportaje, realizado en la Maestranza de Sevilla, también posaron Naty Abascal y Matilde Solís-Beaumont, con quien Carmen tenía una cariñosa relación.
Finalmente, esa boda religiosa llegará en este año que comienza. Quizá en enero o quizá en abril, porque los contrayentes necesitan obtener algunos papeles. No estarán ni el padre de Carmen, fallecido en 2016, ni la Duquesa de Alba, fallecida en 2014. Pero sí, con toda seguridad los cuatro hijos de Carmen, contentos de ver a su madre feliz.