Euegnia Martínez de Irujo y Fran Rivera casados a la salida de la catedral de Sevilla / gtres

Ni Belén Corsini ni Sofía Palazuelo, la mejor boda de la Casa de Alba la protagonizó Eugenia Martínez de Irujo (y eso que estuvo a punto de no celebrarse)

Llevamos un año en el que la casa de Alba nos ha dado muchas alegrías entre bodas (leáse Belén Corsini), bautizos (léase la ciratura de Sofía palauelo) y enlaces de familias políticas por ambos lados. Pero para boda, boda de la casa de Alba, la de Eugenia Martínez de Irujo con Fran Rivera en Sevilla en 1998 sigue siendo insuperable... y eso que el novio estuvo a punto de huir el día antes.

La de Belén Corsini pasará a la historia como la boda «pandémica y romántica de la casa de Alba, la de Sofía Palazuelo tuvo hasta a toda una reina en la foto de familia y las tres bodas de Cayetana Fitz-James Suart, duquesa de Alba, aún siguen dando de qué hablar. Pero para el público, los fans de la prensa rosa y los seguidores de Sálvame, si hablamos de LA BODA de los Alba esa es la que protagonizaron Eugenia Martínez de Irujo y Fran Rivera en 1998 con catedral de Sevilla, calesa, coro rociero, toreros y Mar Flores incluidos en el lote. La unión de una aristócrata y un torero descendiente de toreros nunca dio para tanto. Es hora de recordar porqué «la boda de las mantillas» es la mejor de todas... y por qué estuvo a punto de no celebrarse.

Carmen Ordóñez con su comentadísima mantilla azul. / gtres

Por qué la boda de Eugenia Martínes de Irujo y Fran Rivera fue un evento social

En principio que se casara un torero y alguien con la cantidad de títulos que manejaba la familia de la duquesa de Montoro ya era por sí mismo un reclamo para los paparazzis. Pero es que aquel 23 de octubre hubo mucho más.

Después de la boda de la infanta Elena en 1995 y la de la infanta Cristina en 1997 al público se le antojaba ver por televisión más duques y condes, vestidos fastuosos y tocados imposibles. Pero es que además en esta ocasión también se casaba el hijo de Carmina Ordóñez (la más guapa del momento) y Paquirri (figura trágica donde las haya), y eso abría el abanico a todo el salseo que la gente estaba acostumbrada a contempalr en los programos del corazón del momento. En ningún otro lugar del mundo hubiera sido posible reunir en la misma sala a Belén Esteban, Rocío Jurado y Matilde Solís.

Para cuando «La duquesita» y el torero dieron la fecha de su enlace al mundo, ya era por todos conocido que habían compartido idilio en 1993, que ella había roto con él para unirse al Litri y que habían vuelto en 1997. La pareja se llevaba cinco años de diferencia de edad y media escala social de pormedio, pero daba igual: para cuando anunciaron su compromiso no se podía ser más folclóricos y hacer mejor pareja.

Mar Flores, la invitada más polémica de la boda de Eugenia Martínez de Irujo. / gtres

Por supuesto, la ceremonia se retransmitió en la televisión, como si de una boda real se tratara, y el posado familiar con los Ordóñez Rivera y la casa de Alba juntos es una de esas fotos para el recuerdo. Como lo fue el desfile de mantillas, el vestido de Ungaro de la novia, la calesa, y la suegra y duquesa encantadísima con todo porque emparentaba a su única hija con el guapísimo (y joven, apenas 24 años) nieto de Antonio Ordóñez, su gran amigo.

Y para los que contemplaron la boda desde sus casas comenzó el salseo. La comentadísima mantilla azul de Carmen Ordóñez (que debería haber sido blanca, negra o marfil, pero ella hizo lo que le vino en gana). La orgullosa sonrisa de Cayetano Martínez de Irujo, el por entonces hermano favorito de Eugenia, llevando a su hermana hasta el altar vestido de maestre (muy Disney todo). La tiara de Eugenia de Montijo que llevaba la novia y que su madre llevó en su propia boda. Y, lo mejor de todo, la presentación en sociedad de Mar Flores vestida de Galliano como pareja oficial de Cayetano para disgusto mayúsculo de la duquesa.

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Años más tarde el propio novio confesó que aquella boda estuvo a punto de no ser. Que la propia Carmina echó a todo el mundo de la habitación en la que estaba vistiéndose su hijo para decirle que cogiera un cohe y se fuera. «Cayetana no es el amor de tu vida y esto no va a durar», le dijo mientras prometía apechugar ella con las consecuencias. Por supuesto, Francisco Rivera, se casó... y aquello no duró, en 2002 la pareja se separó. al final el acabó protagonizando otra boda con Lourdes Montes (esta vez la de «las chisteras») y ella casándose en Las Vegas disfrazada de Marilyn Monroe, cosa que a nadie le importó porque para entonces su propia madre había decidido pasar por tercera vez por el altar en otro boda sevillana con un hombre veinte años menor que ella. Genio y figura.