Durante los años 80 la jet set marbellí acogió en su seno a otro tipo de personajes, los aristócratas acostumbrados a codearse con estrellas de Hollywood bajo el amparo de Alfonso de Hohenlohe abrió la mano y sus fiestas privadas se abrieron a un amplio abanico de famosos que tenían de profesión su propia fama al más puro estilo Zsa Zsa Gabor. A esa Marbella ochentera vino, vio y venció Mila Ximénez .
La periodista sevillana conoció las mieles de la fiesta eterna de Marbella en cuanto se casó en 1983 con Manolo Santana. Pero las disfrutó aún más tras su separación del ex tenista. Con su nueva pareja, Antonio Arribas, Mila se convirtió en una de las reinas del día y la noche marbellí. Una manera de vivir el verano que consistía básicamente en comer en el Club de tenis, ir al Marbella Club a codearse con Jaime de Mora y Aragón y quedar para cenar con Lolita a pesar de que era la ex de su novio.
Su noviazgo con Antonio Arribas, uno de los miembros del selecto cuarteto de vividores conocidos como «los chorys» marbellíes, hizo que Mila Ximénez disfrutara de un tiempo libre de preocupaciones y sumergida en una especie de fiesta sin fin. Unas jornadas maratonianas en las que se enlazaba un sarao tras otro y un rostro conocido tras otro. Lo mismo podías ver a la duquesa de Alba bailando sevillanas con Sean Connery que contemplar los avances del idilio entre Gunilla von Bismark y Luis Ortiz (otro de los chorys que, spoiler, acabó casado con la rubia más famosa de la noche marbellí).
De sus aventuras en esta ciudad de diversión para adultos y lo que sucedía en sus exclusivas fiestas privadas, discotecas y restaurantes Mila Ximénez consiguió hacer un oficio a tiempo completo: radiaba en el programa de Encarna Sánchez todos los cotilleos habidos y por ver de la jet set de los que ella misma fue testigo.
Pero todo lo que comienza tiene un final y el de la aventura marbellí de Mila Ximénez fue dramático. Los ochenta de la diversión, el desenfreno y las drogas dieron paso a los 90 de Jesús Gil, y el panorama en la ciudad cambió drásticamente. La vida de Mila, también. Ya no estaba con Antonio Arribas que vivía perpetuamente enamorado de Carmen Ordóñez y murió de forma prematura en 1994.
La vida laboral de Mila Ximénez también se vino abajo: rota su relación con Encarna Sánchez y con problemas económicos de por medio, su vida entró en un bache que parecía una copia del declive de la Marbella juerguista. Hasta que no llegó la televisión a su vida la periodista no se recuperó. Marbella, en cambio, nunca volvió a ser la fiesta salvaje y pública que fue entonces.
20 de enero-18 de febrero
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