GANÓ LA MOTOMAÑI
GANÓ LA MOTOMAÑI
Se terminó Operación Triunfo 2023 con la ganadora previsible, Naiara, emitiendo con una potencia de otro planeta el clásico de Mónica Naranjo Sobreviviré. Arrasó con el 49% de los votos, incluidos los de los 10.000 fans zaragozanos que se reunieron en el Pabellón Príncipe Felipe a ver la gala en directo. Todo bien, pues la chica de barrio, la obrera de la orquesta, se merecía los 100.000 euros tras tres meses de aguantar tanto niño y niña en la edad del pavo.
La pobre Naiara, casi una década mayor que muchos, ya no podía más. La llamaron Motomañi porque le encanta la velocidad y, de hecho, su grito de guerra durante el programa fue «¡aceleraaaaaaaaa!». A su madre, sin embargo, le decía entre lágrimas: «No me lo creo, te quiero mucho. No me lo creo, te quiero mucho».
Lo cierto es que los seis finalistas salvaron dificultades considerables para facturar unas actuaciones dignas, la mayor de ellas una escenografía que hacía daño mirar, muy por debajo de lo que habíamos visto en las galas anteriores. Ninguna fue memorable, pues a esas alturas del programa todos tenían la mente puesta en la fiesta de fin de curso y los gin tonics.
No se descarta que Tinet Rubira decida grabar un seudodocumental sobre esa mítica última noche en las instalaciones de Gestmusic en Terrasa. Natalia Lacunza contó que su mejor momento en Operación Triunfo ocurrió en esa larga velada: se encontró fumando un piti en la terraza con la mismísima Ana Torroja, jurado de su edición.
Tras Naiara, los grandes ganadores de Operación triunfo 2023 fueron Juanjo, otro maño, y Martin, un chaval de Bilbao que lo mismo veremos en una serie de los Javis que en un musical de Antonio Banderas, quien visitó la Academia para ofrecer la charla más importante de la historia de OT.
Juanjo y Martin se enamoraron y, en vez de ocultarlo al más puro estilo Alfred y Amaia, lo vivieron con total naturalidad, compartiendo ternuras y cariños que no se ven ni en la comedia romántica más ñoña. El amor estuvo en el aire (y en las duchas) durante la edición y contagió todo, incluido claustro de profesores y directora. Jamás hubo tanta declaración de amor entre jóvenes y adultos en un programa de televisión.
Juanjo, extraordinario showman, quedó cuarto (con un 13% de los votos) y Martin, sexto (6%). El sexy uruguayo Lucas, apodado por Concha Buika 'Lucas, Lucas, Lucas, Lucas', recibió la visita sorpresa de sus padres desde Montevideo y juntos celebraron el quinto puesto (7%). Quedaron clasificadas para la ronda final a tres la insumergible Naiara, la pelirroja Ruslana, apenas 18 años y capaz de bailar y cantar 'Slomo' a lo Chanel, y Paul Thin, el triunfito que más se han metamorfoseado físicamente durante el programa.
Ruslana, la concursante más incomprendida por su carácter a medio hacer, cantó por Dolores O'Riordan, cosa de agradecer en una edición con sobredosis de Bizarrap gracias a ese seductor raro llamado Paul Thin. Thin quiere producir, componer, «performar» y escribir musicales, ahí es ná. Es una pena que empeñe su preciosa voz en la monotonía del reguetón, y que 'por su culpa' media España tararee canciones de Rauw Alejandro. Vestido de rosa, con el pelo cardado como un malvado de Marvel y su sonrisa de niño, quedó en segundo lugar con un 25% de los votos. Ruslana fue tercera, con un 25%.
No es casualidad que todos los concursantes que llegaron a la final de 'Operación Triunfo' hayan protagonizado su necesaria carpeta, ese guión de ficción o realidad romántica que escriben los fans de OT en las redes sociales. La magia de 'Operación Triunfo' no está, realmente, en las voces, sino en la manera en la que sus seguidores se apropian de una competición tantas veces cruel para convertirla en una novela rosa, en una reivindicación y, a veces, en una guerra entre facciones rabiosas. Tinet Rubira, Noemí Galera y cualquiera que hoy trabaje en el audiovisual lo sabe: sin fandom no hay paraíso.
«El fandom es el vehículo mediante el que cierta subculturas (mujeres, jóvenes, gays) hacen palanca para abrir espacio para sus propias preocupaciones en las representaciones dominantes», explicó el profesor del MIT Henry Jenkins, a propósito de 'Star Trek'. «Es una manera de transformar la cultura de masas en cultura popular», advirtió este estudioso.
Efectivamente: gracias a la millonaria audiencia viral que los sigue, los concursantes de OT no son totalmente deglutidos por el espectáculo y se vuelven vehículo de las preocupaciones de su generación. Que, sorprendámonos, no es triunfar sino, sencillamente, ganarse la vida con su música. Cómo menguan los sueños.
El poderío de ese fandom alimenta las únicas cifras ciertas que conocemos de 'Operación Triunfo 2023', la primera edición que sale de la televisión generalista y pasa a ser emitida por una plataforma digital como Amazon Prime. Son las cifras de la viralidad en TikTok, de los hashtags atiborrados de tuits en X y de los visionados en YouTube. ¿Cuánta gente ve las galas o ha pagado por ver las galas? No lo sabemos. Si ha merecido la pena (Televisión Española pagó por la edición de 2020, la última que emitió, 14 millones de euros), Amazon Prime sufragará la decimotercera edición, quizá en 2025.
Poco antes de la gala final, antes del cierre definitivo del canal de YouTube donde se puede ver cada día el transcurrir de la Academia, 'Operación Triunfo' sirvió los mejores bocados de realidad de la noche. No se pude ser más real que Juanjo, apurando los últimos minutos para meterse en la maleta un plato y un salero gigante «para la nueva casa» que, según él mismo dijo, va a compartir con Martin. Como si no le estuvieran viendo miles.
Paul Thin le imitó en silencio y se llevó un molinillo de pimienta XXXL que a duras penas podía entrar en un macuto hasta los topes. No pudimos ver si el saqueo de la casa continuó, pero sí cómo un entusiasmado Lucas, el nominado en la primera gala que terminó en la final, salió por la puerta no sin antes plantarle un beso en los morros a Noemí Galera. 'Vamo arriba loki'.