La foto de juventud de Victoriano Valencia y Paloma Díaz que Paloma Cuevas ha compartido en su perfil de Instagran para celebrar sus bodas de oro. /
La boda de Paloma Díaz Combarro y Victoriano Valencia fue, salvando la distancia de las décadas, tan popular como la de Paloma Cuevas y Enrique Ponce o incluso más: hasta el Nodo dio cuenta de la ceremonia, el traje de la novia y la salida de la iglesia rumbo al convite y posterior capea con fiesta flamenca, donde Lola Flores toreó una vaquilla. Hablamos de 1971 y de un enlace largamente acariciado por Díaz, quien hubo de esperar largo tiempo a que el torero, todo un galán en la época, se olvidara tanto de las plazas de toros como de su intensa actividad sentimental. Dos semanas antes de la ceremonia, Victoriano se retiró de los cosos en Ibiza. Paloma Díaz no quedó atrás: como tantas mujeres de su época, renunció a su carrera como bailaora de flamenco. Y era una estrella en ciernes.
La retirada de Victoriano Valencia ocupó, durante décadas, el relato acerca de su historia de amor y posterior matrimonio con Paloma Díaz. Lo hemos contado: él era un hombre muy deseado en su época por su porte elegante y su cultivada personalidad y vivió romances muy comentados con mujeres muy sobresalientes, como Geraldine Chaplin o la princesa Beatriz de Saboya. Se cuenta que Titi de Saboya trató de suicidarse cuando el torero la dejó para casarse, por fin, con su novia de toda la vida, Paloma. Le había prometido que formalizarían su relación tras retirarse y cumplió su palabra, iniciando un matrimonio exitoso que ha funcionado hasta sus bodas de oro. Sin embargo, la novia no era simplemente una mujer a la espera. Su talento para el baile ya había llamado, y mucho, la atención.
Hija del empresario Andrés Díaz Arcos, Paloma tomó clases de baile flamenco desde niña, destacando entre las alumnas por su gracia y talento. De hecho, con solo 15 años, durante una actuación en el Teatro Lope de Vega de Madrid, un director de cine se interesó por ella. Era Francisco Rovira Veleta, director de 'Los Tarantos' (1963) o 'Crónica sentimental en rojo' (1985), que en ese momento estaba preparando la que sería su película más famosa : 'El amor brujo' (1967). Efectivamente: hablamos de la cinta que a la postre protagonizarían la bailaora flamenca 'La Polaca' (Josefa Cotillo) y Antonio Gades y que, tras ser nominada como Mejor Película Extranjera en los Premios Oscar, pasaría a la nómina de clásicos de nuestro cine.
La película triunfó en Hollywood y 'La Polaca' llegó a intervenir en el programa de televisión del famoso presentador Ed Sullivan, un 'show' al que acudieron desde los Beatles o los Jackson Five hasta María Callas o Elvis Presley. Paloma Díaz, sin embargo, quiso quedarse al margen de esta oportunidad hacia el estrellato. Rechazó la oferta del director Rovira Veleta pues tenía claro que su vida futura no pasaba por los tablaos, los escenarios ni los rodajes, sino por el matrimonio y la familia. Era, sin duda, una mujer de su época, nada rompedora pero llena de talento que quedó para disfrute de puertas adentro. Tras la boda, se instaló en Córdoba y pronto vinieron sus tres hijos: Victoriano (Nano, fallecido a los 41 años), Verónica y Paloma. A partir de entonces, se dedicó al cuidado familiar y a acompañar a su marido en su nueva actividad como apoderado y empresario taurino.
Paloma Cuevas siempre ha mostrado gran admiración por su madre, pero gracias a las redes sociales podemos conocer la infinita ternura con la que la 'socialite', empresaria y ahora diseñadora habla sobre la matriarca. Este año, en su cumpleaños, la ex de Enrique Ponce la felicitó en Instagram llamándola «la mujer más maravillosa del mundo». Pero,a demás, en las fotos de su álbum que Paloma Cuevas ha ido compartiendo le dedica palabras que demuestran un amor incondicional. «Mi madre. La mujer más bella y mágica que he conocido en mi vida», escribe Cuevas. Cuánta bondad atesora. Que gran ejemplo es en mi vida, en todo y para todo. Te adoro mami. Te digo igual que me dice tu nieta a mí: «No puedo quererte más de lo que te quiero porque me duele el corazón de tanto como te quiero».