Rocío Zóbel, una de las herederas del clan Zóbel de Ayala, posa con el vestido de su presentación en sociedad en París /
No los tenemos ubicados en nuestro radar fashionista y de la alta sociedad pero deberíamos, porque su fortuna, glamour, árbol genealógico y presencia en España es tan destacable como el de la mismísima I sabel Preysler . Además de inmensamente ricos (siempre aparecen en el listado de los más ricos de Asia de Forbes) la historia de los Zóbel de Ayala contiene un jugoso anecdotario que pueden rivalizar sin problemas con los descendientes de Beatriz Arrastia .
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Y lo mejor es que para ver de qué son capaces no hace falta desplazarse hasta Manila: es la familia fundadora del primer campo de polo de Sotogrande, uno de sus miembros tiene museo propio en Cuenca y una de sus herederas además de asistir al último baile de debutantes parisino quiere vendernos bañadores. ¿ Pero quiénes son los Zóbel? Vayamos por partes.
Para encontrar el origen de su fortuna hay que remontarse a Filipinas en 1834 y un matrimonio que reúne al hijo de un farmacéutico y químico alemán afincado en Manila, Jacobo Zóbel Zangroniz y una mujer de ascendencia española (y de familia emparentada con la Casa de Alba), Trinidad de Ayala. La unión entre ambos no es que fuera una gran sorpresa para la época, ya que tanto los Ayala como los Zóbel (como una tercera familia, los Róxas), hacían negocios juntos y su boda fue una forma más de unir a las dos familias que estaban destinadas a ser las más poderosas de Filipinas.
Lo que sí fue una sorpresa es que el conglomerado de empresas que crearon los Zóbel de Ayala (unieron sus apellidos con un «de» para nunca perderlo generación tras generación) en aquella época no solo les daría de comer y una buena vida a ellos mismos, sino a toda su familia 200 años más tarde. A día de hoy siete hermanos Zóbel de Ayala controlan más de un tercio de Ayala Corporation, la séptima generación de Zóbel que continúa el negocio familiar.
Algo que comenzó como una pequeña destilería de Manila regida por el matrimonio Zóbel de Ayala y posteriormente por sus cuatro hijos, se ha transformado 200 años después en una cartera de inversiones que comprende las telecomunicaciones, una empresa de alimentación y bebida que cotiza en bolsa e incluso un banco.
Aunque sean los «reyes» empresariales de Filipinas los Zóbel de Ayala nunca han olvidado sus raíces españolas ni la alta sociedad española se ha olvidado de ellos. Buena prueba de ello es la presencia en 2019 de la infanta Cristina en la boda de Jaime Urquijo Zóbel de Ayala en la Finca de Los Molinillos en Navalagamella o que en la boda de Paola Zóbel en Sotogrande en 2016 asistiera Luis Alfonso de Borbón.
De todo el árbol familiar, la rama sin duda más relacionada con nuestro país fue la que se acabó instalando en sus vacaciones de verano en Cádiz. Y es que la idea de crear Sotogrande fue filipina, no gaditana. En 1962 el marido de una Zóbel de Ayala, Mercedes, no solo entabló una buena amistad con Franco sino que envió a su familia a explorar la costa española para construir una urbanización de lujo. Finalmente ese lugar se llamaría Sotogrande y fue puesto en marcha por sus dos sobrinos: Jaime y Enrique Zóbel.
Tiempo después Enrique Zóbel sufriría un accidente jugando al polo en el mismo club que él había promovido, un incidente que le dejaría postrado para siempre en una silla de ruedas, a pesar de lo cual jamás se tuvo lástima: «No tengas miedo de mí, sino de los que están paralizados de cuello para arriba» decía a quien le quisiera compadecer.
Pero la impronta de los Zóbel en España también se deja sentir en el mundo del arte. Fernando Zóbel fue uno de los grandes pintores del siglo XX y el responsable de la fundación del Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas de Cuenca, uno de los mejores museos de España.
Discretos y adinerados los nuevos Zóbel se mueven como pez en el agua por las presentaciones en sociedad y las portadas de Tatler. Pero repasando el extenso árbol genealógico Zóbel una cosa está clara: la impronta familiar de negocios+arte sigue presente.
Ava Pessina, nieta de Enrique Zóbel, está afincada en Nueva York y es una reputada fotógrafa dedicada al retrato; Natalia y Bianca Zóbel han abierto su propia tienda de diseño de interiores y ropa llamada Lani con venta online incluida y sede en Manila; Mariana Zóbel se ha hecho un hueco en el consejo directivo del Banco de Filipinas; y Eduardo Zóbel ha cogido el relevo artístico familiar y se ha especializado en el arte multimedia y la confección de murales.
Hasta la benjamina del clan, Rocío Zóbel, es un despropósito de glamour, capaz de codearse con la reina de Inglaterra y debutar en el baile de París del brazo de su novio (descendiente de Imelda Marcos). Además, tiene una sólida carrera como influencer en redes sociales, un vestuario de ensueño y quiere impresionar en el lanzamiento de su primera colección como diseñadora de bañadores. Y aún quedan muchos Zóbel capaces de hacer sombra a los Preysler.