La justicia y los poderosos

Hace cuatro años y medio, cuando estalló el caso Nóos, nadie se imaginaba que la situación terminaría con Ia Infanta Cristina y su marido, Iñaki Urdangarin, sentados en el banquillo de los acusados.

En parte, porque aún no se conocían todos los hechos de los que hemos ido teniendo conocimiento después, y en parte, porque todavía muchos españoles creen que las personas que están próximas al poder se escapan de la Justicia. Por ello, cuando don Juan Carlos dijo en el mensaje de Navidad de 2011 que "la Justicia es igual para todos", algunos sectores lo pusieron en duda.

Es cierto que en la historia reciente ha habido algunos casos de personas poderosas que se han librado de condenas por interpretaciones judiciales que han sorprendido a todos. Pero también es verdad que otras que han ocupado cargos muy altos ingresaron en prisiones españolas.

Entre ellas, un ministro del Interior, José Barrionuevo; un secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera; un síndico de la Bolsa de Madrid, Manuel de la Concha; un gobernador del Banco de España, Mariano Rubio; un director general de la Guardia Civil, Luis Roldán; los presidentes de las Comunidades autónomas de Navarra, Gabriel Urralburu, y de Baleares, Jaume Matas y dos de los más importantes financieros españoles, Javier de la Rosa y Mario Conde. Y todo ello, mucho antes de que surgieran los actuales partidos emergentes, que quieren convertirse en el látigo de la corrupción.

Estos casos demuestran que en España es muy difícil escapar de la Justicia, por muy importante que uno sea. Sin embargo, hay un sector de la sociedad que sigue convencido de que si no se juzga y condena a la Infanta Cristina por el caso Nóos es por ser la hermana del Monarca, a pesar de que, según el fiscal anticorrupción, Pedro Horrach, no ha habido ningún ciudadano español que se haya sentado en el banquillo en las mismas circunstancias jurídicas que la Infanta. Otros creen que doña Cristina ya ha sido condenada sin juicio a cuatro años y medio de pena de telediario y casi al mismo tiempo de exilio.

Un tercer grupo considera que, a estas alturas, lo mejor sería juzgar a la Infanta, al margen de que haya o no razones jurídicas, porque se han generado unas expectativas tan altas en la opinión pública que se verían defraudadas y eso perjudicaría aún más a la imagen de la Monarquía. Un análisis que probablemente sea cierto pero injusto.

Lo que está claro es que si la Corona, en lugar de respetar la independencia de los jueces, hubiera querido intervenir en este asunto y salvar a la Infanta, lo lógico es que lo hubiese hecho antes, cuando todo empezó, porque a estas alturas, el daño ya está hecho.

De hecho, don Felipe está recuperando los niveles de confianza, pero aún no son tan altos como eran antes del caso Nóos. Ese ha sido el daño más grave que ha ocasionado doña Cristina, pero por eso, en concreto, no tendrá que rendir cuentas ante la Justicia.