Recuperar la velocidad de crucero

¿Por qué la situación política actual impide a los Reyes tener un ritmo normal en su agenda?

Almudena Martínez-Fornés
Almudena Martínez-Fornés

Después de más de 100 días con un Gobierno en funciones, la Familia Real está tratando de retomar su actividad casi a un ritmo habitual. Don Felipe y doña Letizia están aprovechando estas semanas de paréntesis –mientras los políticos negocian– para dar salida a algunos de los actos que se les han ido acumulando desde las pasadas Navidades, aunque la prioridad del Rey es la formación de un Gobierno y, si se dieran las circunstancias, anularía los compromisos.

El plazo para programar actividades es corto porque, antes de que termine abril, don Felipe tendrá que convocar una tercera ronda de consultas o nuevas elecciones.

No se entiende que se haya reducido tanto la actividad de la Corona desde que el Gobierno está en funciones

La verdad es que todavía no hemos conseguido que nadie nos explique por qué un relevo en el Gobierno ha reducido tanto la actividad de la Corona. Quizá nos equivoquemos de ventanilla cuando insistimos en preguntarlo en Zarzuela, porque a veces las respuestas están en otro lado. Lo que está claro es que la actividad oficial en España se ha paralizado desde que se celebraron las elecciones porque es el Gobierno el que suele marcar el ritmo, y el de Mariano Rajoy ha optado por cumplir la ley al pie de la letra.

Esta dice que el Ejecutivo en funciones "limitará su gestión al despacho ordinario de los asuntos públicos" y, aunque cabría preguntarse qué entendemos por asuntos públicos, ese sería otro debate. Además, la mayor parte de los actos del Rey tienen que ser refrendados por el Gobierno y este está en funciones.

No obstante, hay una serie de actividades que no necesitan el refrendo del Gobierno o en las que el refrendo es tácito, como son los mensajes de solidaridad tras atentados, accidentes o catástrofes, las audiencias a grupos profesionales o sociales, las visitas técnicas a instituciones militares, las actividades de carácter protocolario o las que forman parte de las líneas de trabajo habituales de la Corona. Es decir, las relacionadas con la cultura, el arte, las enfermedades, etcétera.

Y este tipo de actividades son las que figuran en la agenda de la Familia Real estos días. Son actos que no requieren forzosamente la presencia de un ministro, aunque si el titular está disponible, se puede sumar.

En los anteriores Gobiernos en funciones –ha habido 11–, don Juan Carlos mantenía su actividad casi habitual, incluso realizaba viajes de Estado, como el que hizo a Irlanda con doña Sofía en junio de 1986 o la visita que realizó a la OTAN en marzo de 1996, cuando Felipe González estaba a punto de pasar el testigo a José María Aznar.

También los Reyes del resto de Europa mantienen sus actos y viajan. Sin embargo, a don Felipe y doña Letizia les ha tocado el relevo de Gobierno más complicado de la historia reciente y su autonomía de movimientos es mucho menor. Aun así, el Rey sabe que la Corona tiene que mantener 'la velocidad de crucero', más aun cuando su barco no lleva ni dos años de travesía y la tormenta política se puede prolongar.

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