Pasando revista a las tropas, durante una visita a la India, en 1961. / Corodn / Gtres

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Isabel II: 90 años de estilo

Pocos dirían de Isabel II que es una mujer que ha marcado el estilo de su época, como Jackie Kennedy o Diana de Gales. Sin embargo, con sus conjuntos monocolor, sus sombreros y sus pañuelos, la reina de Inglaterra ha convertido su armario en un lenguaje que habla con nitidez y complicidad a los británicos. Repasamos este diálogo cuando cumple 90 años.

Quizá las nuevas generaciones no lo sepan, pero en la época en que llegó al trono, a principios de los años 50, esta reina hoy anciana vestida con colores vivos, tacón cuadrado y eterno bolso caja en la muñeca que el 21 de abril cumple 90 años, inauguró una época en los armarios británicos inspirada en las creaciones del New Look de Dior que triunfaba en el continente: cinturas de avispa realzadas por minicinturones, faldas corola y algún que otro escote palabra de honor que dejaba al aire sus hombros torneados. Fue un tiempo de alegría y esperanza que sus súbditos bautizaron como la "Nueva Época Isabelina".

Fue un tiempo de alegría y esperanza que sus súbditos bautizaron como la "Nueva Época Isabelina".

La ceremonia de su enlace con el príncipe Felipe de Battemberg, celebrada en el otoño de 1947, fue retransmitida en directo por la BBC desde la Abadía de Westminter. Era la primera boda real de la posguerra mundial, y, según dijo el propio primer ministro Winston Churchill, "fue un toque de color en el duro camino que debemos recorrer". Supuso, en efecto, un fogonazo de glamour tras años de estrecheces, sufrimiento y destrucción.

Una generación alcanzaba la mayoría de edad con la princesa Isabel y quería reconstruir el mundo con ideas nuevas. Isabel necesito cupones de racionamiento para adquirir la tela de su vestido (que diseñó Norman Hartnell, modisto de su madre), en raso duquesa de color marfil y decorado con hilo de plata, bordados de tul y 10.000 perlas. En el ramo llevaba orquídeas blancas y mirto del arbusto plantado por la reina Victoria el día de su propia boda. A pesar de la austeridad obligada de los tiempos, los británicos repasaron una y otra vez los detalles, fascinados por el lujo, y la aristocracia, tanto tiempo reprimida, disfrutó desempolvando estolas.

Es posible que hoy, cuando las princesas casi se han convertido en estrellas de la alfombra roja y las estrellas en princesas, nos cueste imaginar el impacto que supuso la aparición de esta jovencísima heredera de ojos muy azules y pelo recogido en un clásico chignon en la primera plana de los periódicos. Su padre, Jorge VI, había ascendido al trono en 1936, tras fallecer su abuelo, Jorge V, y abdicar su tío, Eduardo VIII, por amor a la divorciada norteamericana Wallis Simpson.

Isabel empezó a aparecer en actos públicos en la adolescencia, durante la II Guerra Mundial

Isabel empezó a aparecer en actos públicos en la adolescencia, durante la II Guerra Mundial: sirvió en la rama femenina del ejército y acompañó a sus padres en algunos viajes. El día de su vigésimo cumpleaños se dirigió a la nación por radio: "Mi vida entera, ya sea larga o corta, estará dedicada a servir a esta gran familia del imperio", dijo.

Su vestido de coronación la primera retransmitida por televisión a más de 20 millones de británicos fue también obra de Hartnell y, por deseo de Isabel, la falda se bordó con los emblemas florales de los países de la Commonwealth: la rosa Tudor, el cardo escocés, el puerro galés, el shamrock irlandés, la hoja de arce canadiense y la protea sudafricana recorrían en guirnaldas los cortes al bies.

Sus tiaras más famosas

La Kokoshnik. Regalo a su bisabuela, la reina Alejandra, por sus bodas de plata en 1988. / Gtres / Cordon

Trabajo y diplomacia

Entonces no existía eso que llamamos estilo. Casi nadie era cool salvo las estrellas de cine y, menos que nadie una reina de Inglaterra. Siempre había sido una muchacha seria, que aparecía en las fotos con medias de algodón bien ajustadas y los pies alineados.

Pero, desde el primer momento supo que su guardarropa jamás sería una cuestión menor, sino un instrumento de trabajo, probablemente el más útil en una época en que la imagen empezaba a multiplicarse gracias a las revistas y la televisión. Pero su objetivo fue exactamente el contrario del de cualquier joven de hoy: que su imagen no fuera nunca motivo de comentarios, que no llamara la atención y no encabezara ninguna crónica.

12 toneladas

de equipaje llevó en su primer viaje importante a los países de la Commonwealth

Así el guardarropa de la joven reina se configuró como un arma secreta para la diplomacia. Para su primer viaje importante a los países de la Commonwealth, en los primeros años 50, que duró seis meses, la recién coronada monarca, se presentó a sus súbditos con más de 100 vestidos especialmente diseñados para la ocasión. Llevó ¡12 toneladas de equipaje! Para hacer frente al calor del trópico, llevó ligeros vestidos estampados de la firma Horrockses, que introdujo el prêt-à-porter en Gran Bretaña. No eran baratos, pero tampoco alta costura, como podía haberse esperado.

Los conjuntos más formales eran diseño de Hartnell, que había interiorizado un estilo más sobrio que el de la reina madre, y los de noche, algunos elaborados con más de 100 metros de tul, de Hardy Amies, su otro diseñador de cabecera, que introdujo los colores brillantes, los estampados sofisticados y los sombreros pequeños.

Y, se la vio luciendo piezas supuestamente no permitidas en una reina: faldas pantalón, botas de caña alta, gafas de sol y algún legging. Y también el negro para la noche, esa extravagancia continental. Isabel no fue nunca rebelde, pero debía marcar su propio camino.

Era con sus vestidos de noche, con los Isabel II se convertía en una dama de ensueño, como siempre se había esperado de la realeza. Hartnell se inspiró en varios retratos de la reina Victoria pintados por Winterhalter. Las sedas y los satenes, el corpiño estrecho, las faldas amplias y el esplendor de las joyas de la corona eran capaces de competir con los mas renombrados iconos de la época, desde Jackie Kennedy a Elizabeth Taylor.

Isabel II con sombrero / Gtres / COrdon

Siempre con sombrero

Debe sobresalir para que la gente la vea. Su principal sombrerera, Simone Mirman, trabajó con la diseñadora Elsa Schiaparelli. La reina ha usado casquetes de plumas de faisán, en los años 50; pill-box redondeados, a juego con su vestidos en coral, amarillo o azul, en los 60; aturbantados, estilo campana, con plumas, flores y pétalos; pamelas de ala redondeada y alta con dibujos en relieve; o discretas redecillas con lazos para los días de viento.

"Armadura" real

No hay que equivocarse: si algo ha caracterizado a Isabel II es su falta de gestos vanidosos. Su atuendo era su armadura en el oficio de reinar. Y los vestidos de gala, con sus esplendorosos aderezos de diamantes (solo su colección personal, alimentada a lo largo de los años con regalos de su marido y sus padres y abuelos, contiene cerca de 10.000 diamantes, algunos de valor incalculable), eran su deber como guardiana y representante del poder secular de los reyes de Inglaterra. Ni siquiera las apariciones, bastante numerosas, en las que ella y la reina madre o su hija la princesa Ana vestían con el mismo color y casi idéntico corte de abrigo y sombrero eran casuales: estaban simbolizando la continuidad del linaje.

Incluso el maquillaje tuvo su función. Se la vio en público retocando su labial rojo: fue su forma de decir que también era una mujer. Su pálido cutis y sus labios rojos, que destacan en la foto oficial de la coronación, fueron una de las imágenes icónicas de los años 50.

Hay un look que ha mantenido desde la adolescencia: falda plisada de tartán con chaqueta de tweed a juego.

Sin embargo, uno de los estilos que más le ha gustado cultivar es el de la aristócrata británica amante del campo y los caballos, sus pasiones desde niña. Y hay un look que ha mantenido desde la adolescencia: falda plisada de tartán (hay dos asociados a la Casa Real, el Royal Stewart y el Balmoral), con chaqueta de tweed a juego, jersey de cashmere, zapatos planos de cordones y collar de perlas. De adulta, le añadió el chaquetón Barbour y el pañuelo de seda a la cabeza (muchos son Hermès).

¿Hay algo más británico? Ese es, quizá, el secreto de su éxito: su estilo es único y, al tiempo, como el de todos. Regio, pero conservador, y, en el fondo, asequible: faldas evasé, tacones cuadrados, largo por debajo de la rodilla. Además de los diseñadores Norman Hartnell y Hardy Amies, en esa labor han colaborado Ian Thomas, Steward Parvin y, desde 2002, Angela Kelly, que trabaja con un equipo de 11 personas.

Y así, con tranquilidad, su pelo ha ido encaneciendo y no ha ocultado las gafas de cerca. No se ha hecho liftings, ni ha usado inyecciones para mantener el óvalo facial. Simplemente ha ido cumpliendo años y ha seguido usando sus tiaras como quien se pone el uniforme de trabajo. Se ha convertido en una venerable anciana, como otras de su generación, sean o no de clase alta.

La prueba es que su popularidad, pese a divorcios, escándalos, hijos poco discretos y nueras fallecidas como estrellas de cine, no ha decaído. Más bien lo contrario. Y la vestimenta ha sido una de las maneras de forjar esa relación de confianza y simpatía con su pueblo. Su generación fue la primera en considerar que una mujer podía estar bien vestida sin sombrero. Pero ella siempre ha pensado que quienes van a ver la reina de Inglaterra tienen derecho a verla con claridad. De ahí sus colores vivos y sus llamativos sombreros, de la altura de una corona.

Además, ¡no usa bastón! En un mundo que esconde a los ancianos y solo los convierte en símbolos de la decadencia más triste, sigue caminando erguida y con tacones, y se adorna con más colores, mientras su sonrisa parece más feliz que nunca.

Isabel II en 1954. / Gtres / Cordon

Sus bolsos y otros aliados:

  • Sus faldas y escotes están estudiados para no entorpecer sus movimientos y evitar golpes de viento (llevan pesos en los dobladillos).

  • Muchos de los tejidos provienen de su colección de telas, de principios de los 60. Prefiere el crepé de lana y la seda.

  • Los guantes de día son de punto de algodón.

  • Gafas de sol, con su atuendo campestre.

  • Sus bolsos, una de sus señas de identidad, están diseñados para ser ligeros y cómodos.

  • Sus zapatos, a medida, los confeccionaba al principio el zapatero de la reina madre, Eddie Rayne. Hoy los elabora David Hyatt.