Carlos de Inglaterra, un príncipe caprichoso que nunca encontró su lugar

as cosas parecían en calma en la familia real británica, pero ha estallado una nueva tormenta. Esta vez tiene forma de libro y su responsable es Tom Bower. El periodista ha escrito 'El príncipe rebelde: el poder, la pasión y el desafío del príncipe Carlos', una explosiva biografía no autorizada del heredero al trono que ya ha copado todos los titulares solo con los primeros datos que ha publicado la prensa inglesa.

Quizá lo que más llama la atención es algo que todo el mundo sabía o intuía: su complicada relación con sus hijos y los celos que siente tanto de la popularidad de Guillermo como de Catalina de Cambridge y de la familia de ella. "Carlos empezó a tener miedo de que los Middleton ocuparan su lugar y su reacción fue ignorar a Carole –su consuegra– en los actos sociales", ha escrito Bower en 'The Daily Mail'.

Aunque el tiro le salió por la culata porque Guillermo, "furioso", acudió a quejarse ante su abuela, la mismísima reina, y ella dio aún más protagonismo a los Middleton: les invitó al palacio de Balmoral y se aseguró muy bien de que la televisión captaba el encuentro.

El origen de los problemas viene de muy lejos. Según esta nueva biografía, el príncipe considera que "Diana envenenó la mente de los niños contra su padre", y su relación con Camila Parker Bowles tampoco sirvió para suavizar las cosas. Carlos, tras el desencuentro con el príncipe Guillermo, sí que intentó arreglar las tensiones e invitó una noche a Catalina a la ópera. Para ella, además, iba a ser la primera vez que asistiera a una representación de este tipo. Lástima que todo fuera un desastre. El espectáculo resultó "horrible" y ambos se volvieron a casa casi como habían llegado.

Estilo de vida

Otro aspecto negativo que resalta Bower de Carlos es su ostentoso, y en ocasiones insultante, estilo de vida. Como aquella vez que acudió a pasar un fin de semana a casa de un amigo y días antes se presentó un camión en la residencia para cambiar todos los muebles del dormitorio e instalar los del príncipe. Y cuando decimos todos, son de verdad todos: su cama ortopédica –lo que puede tener sentido–, pero también la tapa del inodoro, el papel higiénico e incluso una pequeña radio y dos cuadros con paisajes de la campiña escocesa. Imaginen la cara de los anfitriones.

E imaginen cómo debieron de sentirse cuando el servicio de su alteza real se presentó también con toda la comida orgánica que debía tomar, el agua mineral que iba a beber y hasta el 'whisky' de marca Laphroaig. Algo, por cierto, que hace en cada acto que acude: sus asistentes llevan su propia comida, y hasta su cóctel de Martini, frente a Isabel II, que siempre come y bebe lo que le sirven.

"Los anfitriones decidieron, al margen de lo agradable de su compañía, no invitarle nunca más", escribe Bower. Claro que la experiencia contraria, recibir una invitación suya, tampoco es que resulte muy estimulante. Hace cinco años, un grupo de escritores y periodistas fueron a pasar un fin de semana con él al palacio de Sandringham. A cada uno de ellos se le asignó un criado y se les pidió que no llevaran la contraria al heredero porque se ofendía fácilmente.

Por la noche, se proyectó una película y tanto Carlos como Camila, que estaban sentados en unos asientos distintos a los de los demás, se quedaron dormidos viéndola. El domingo se les llevó a misa y a ellas se le pidió que usaran guantes y sombrero. Dos personas del grupo optaron por asistir a una iglesia católica y parece que eso tampoco le hizo gracia al príncipe. Al acabar el fin de semana, que Bower describe como "surrealista", a los invitados se les pidió que dejaran 150 libras en efectivo para el servicio o que visitaran la tienda de recuerdos.

- El discurso de la reina Isabel al príncipe Carlos en su 70 cumpleaños

- El inoportuno ataque de risa de Carlos y Camilla se convierte en viral

- 7 curiosidades sobre Carlos de Inglaterra

¿Sabías que Carlos de Inglaterra es Escorpio? Consulta su horóscopo