Don Felipe siempre ha gozado de una buena salud, hasta el punto de que, en sus 50 años de vida, prácticamente solo se le ha visto entrar en los hospitales cuando ha ido de visita, ya fuera a ver a su abuelo, el conde de Barcelona; a su padre, don Juan Carlos, o a acompañar a doña Letizia en sus dos partos. Salvo algún enfriamiento esporádico y sus persistentes dolores de espalda, que padece sin quejarse desde su juventud, la mayor parte de sus escasos problemas médicos han sido consecuencia de lesiones deportivas. Hasta ahora, nunca ha tenido que cancelar su asistencia a ningún acto o viaje por motivos de salud, lo que equivale a decir que no se ha cogido una baja médica en su vida.
Al tratarse de afecciones leves, la Casa del Rey casi nunca ha considerado necesario informar previamente a los medios de comunicación de los padecimientos de don Felipe. Los periodistas solían tener conocimiento de los mismos al verle en un acto oficial con alguna extremidad vendada o con cierta afonía. No obstante, ha habido algunas excepciones. Por ejemplo, sí hubo comunicación oficial en 1981, cuando el Príncipe tenía 13 años y hubo que llevarle a Urgencias porque se hizo una herida en la barbilla y otra en el labio tras caerse mientras jugaba con un monopatín en los jardines de La Zarzuela.
En aquella España que acababa de estrenar la democracia, la Casa del Rey decidió informar a los medios de comunicación para evitar que la filtración de la noticia ocasionara una alarma innecesaria.
Tres años después, el entonces Príncipe se hizo un esguince en un tobillo al tratar de salvar con un salto los tres últimos peldaños de la escalera del Palacio de Marivent. En aquel momento no se comunicó la lesión, pero pocos días después el heredero apareció ante la prensa con la pierna escayolada en el aeropuerto de Barajas para emprender su viaje a Canadá, donde pasó el curso en un internado.
Al año siguiente, durante su formación militar, se hizo otro esguince en la muñeca izquierda y acudió al hospital Militar de Zaragoza, cuyos médicos se la inmovilizaron. En esa ocasión, también se informó. A principios de 1995, el Príncipe sufrió en Baqueira Beret un pequeño accidente de esquí, que le ocasionó una herida en el labio y hubo que ponerle unos puntos.
Sin embargo, solo se tuvo conocimiento del percance cuando regresó a Madrid y apareció en público, primero en la Gala de Reyes que en aquella época organizaba Plácido Domingo en el Teatro Real y, al día siguiente, en la celebración de la Pascua Militar.
Sano, deportista, delgado, relativamente joven, de hábitos saludables y seguidor de una dieta sana -sobre todo, desde que doña Letizia empezó a aficionarse a la nutrición-, lo cierto es que la salud de don Felipe nunca ha sido un asunto que preocupara a la opinión pública. De hecho, nadie se planteó, cuando fue proclamado Rey, que se hicieran públicos los informes de sus revisiones médicas anuales, como se hacía en los últimos años del reinado de don Juan Carlos.
Sin embargo, ahora ha causado cierta sorpresa el hecho de que don Felipe acudiera a una clínica de Madrid para tratar de aliviar el dolor de espalda, y Zarzuela no hubiera informado de este tratamiento. Lo cierto es que don Felipe acudió el pasado sábado 14 de julio a la Clínica Ruber Internacional para someterse a una técnica de radiofrecuencia por aguja, denominada rizólisis, pero esta noticia se conoció tres semanas después por una filtración periodística.
La intervención, con anestesia local y en régimen ambulatorio, fue tan sencilla que la Casa del Rey consideró que no era necesario informar a los medios, ya que no afectaba a la salud del monarca sino más bien a su bienestar. La salud del Rey sí es un asunto de Estado, pero lo que un Jefe de estado haga por mejorar su bienestar físico forma parte de su vida privada.
En cualquier caso, lo que sí ha quedado claro es que la presencia del Rey Felipe en un hospital, aunque sea para un asunto menor, es muy difícil de mantener en secreto. A pesar de que se supone que los médicos y demás profesionales sanitarios deben mantener la confidencialidad con todos sus pacientes, siempre puede haber algún testigo indiscreto.
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