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Aciertos y errores en la última cena de gala

La Reina Letizia cumple a rajatabla la máxima de que las bandas de las condecoraciones no deben tocar la piel.

Don Felipe y doña Letizia en la cena del gala en honor al presidente de Perú, Martín Vizcarra. / Gtres

Almudena Martínez-Fornés
Almudena Martínez-Fornés

La última cena de gala que ofrecieron los Reyes la semana pasada en el Palacio Real ha dado mucho de qué hablar. En parte, porque previsiblemente será la última del Gobierno de Pedro Sánchez y tendrán que pasar varios meses antes de que se repita otra ceremonia de estas características. Para ello, será necesario que se celebren las elecciones, se constituyan las nuevas Cortes, se elija a un presidente del Ejecutivo y este forme un Gobierno que marque la política exterior y establezca sus prioridades.

Pero la cena de gala ofrecida en honor del presidente de Perú, Martín Vizcarra, y su esposa, Maribel, también fue muy comentada por algunos detalles de los vestuarios que eligieron sus asistentes. La Reina volvió a destacar por la elección de su vestido, un diseño de Felipe Varela confeccionado en tul de color lavanda que estrenó el 28 de abril de 2011, en el banquete de la víspera de la boda de los Duques de Cambridge.

En esta ocasión, doña Letizia escogió un modelo que por su tonalidad le permitía encajar a la perfección la banda, también en tonos morados, de la condecoración que le había concedido su invitado: la Gran Cruz de la Orden del Sol. Sin embargo, como el escote del vestido era palabra de honor, la Reina tuvo que cortar la banda y remeterla por el borde. Y es que doña Letizia cumple a rajatabla la máxima de que las bandas no deben apoyarse directamente en la piel, algo en lo que coinciden todos los expertos en protocolo consultados sobre esta cuestión.

Estilo europeo

Aún así, no todas las reinas y princesas europeas respetan esta norma no escrita con tanto rigor como en España, ya que tanto Máxima de los Países Bajos como Silvia y Magdalena de Suecia, e incluso la propia Isabel de Inglaterra, cuando era jovencita, han lucido la banda sobre el hombro desnudo en algunas ocasiones. También lo hizo doña Letizia en su primera cena de gala, cuando apenas llevaba dos semanas casada, pero una vez advertida del error, no volvió a repetirlo.

En lo que ya no coinciden todos los expertos en protocolo es en si se debe adaptar la banda al vestido o elegir un vestido compatible con la integridad de la banda. El protocolo no es muy exigente en este caso, pues se dan por válidos los vestidos de tirantes, aunque estos sean más estrechos que la banda, o incluso con un solo tirante en el lado derecho, pero lo que no se admite es apoyar la banda directamente en el hombro.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue criticado por su elección estilísitica. / Gtres

Doña Letizia ya ha cortado varias bandas para adaptarlas a los escotes. La primera vez que lo hizo fue en febrero de 2006, durante una cena de gala en el Palacio Real de Madrid, pero también lo hizo en el banquete que la Reina de Inglaterra ofreció a los Reyes en el Palacio de Buckingham con motivo de la visita de Estado que realizaron a Reino Unido en julio de 2017.

En cualquier caso, la idea de cortar la banda no es un invento de doña Letizia. Antes que ella lo hicieron las Infantas doña Pilar y doña Elena, sin que nadie las criticara por ello. Lo cierto es que no hay ninguna norma escrita que prohiba cortar las bandas, y sí una costumbre que recomienda no llevarla sobre la piel.

Más comentado aún que la banda cortada de la Reina fue el atuendo de Pedro Sánchez, que acudió con el frac que marca la etiqueta de las cenas de Estado, pero cometió algunos errores que llamaron la atención a los expertos en protocolo y a cualquier entendido en la materia.

Lo más llamativo de todo fue que se estrechó el pantalón hasta hacerlo pitillo, cuando en esa prenda se lleva recto. Pero además, el c haleco blanco le sobresalía un palmo por debajo de la levita, cuando no debería sobresalir o, como mucho, dos o tres centímetros. Este fallo también lo cometió el presidente de Perú. Sánchez añadió un tercer elemento discordante a su estilismo: los zapatos, que eran excesivamente deportivos para combinarlos con un frac.

Aparte de su sueldo, el presidente del Gobierno dispone de una partida de 275.000 euros al año destinada a atenciones protocolarias y representativas. Uno de los objetivos de esta asignación presupuestaria es que el jefe del Ejecutivo pueda acudir dignamente vestido a estas ceremonias sin que le ocasione un perjuicio económico a su propio bolsillo. Además, cuenta con asesores para ello que le podían haber evitado este patinazo en su despedida del Palacio Real. Al menos, en esta legislatura.

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