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Los Reyes regresaron el pasado jueves de Argentina, donde realizaron una visita de Estado cuyo accidentado inicio fue compensado por la calidez de sus anfitriones, no solo del presidente, Mauricio Macri, y de su esposa, Juliana Awada, que se desvivieron por que sus invitados se encontraran a gusto, sino también de las cientos de personas que les recibieron con afecto. La hospitalidad que don Felipe y doña Letizia encontraron en este país contrastaba con las noticias hostiles que llegaban de México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, exigía al Rey por carta que pidiera perdón por la conquista ocurrida hace 500 años.
La visita empezó con dos contrariedades. La primera fue el incidente que sufrió el avión de la Fuerza Aérea Española que trasladó a los Reyes desde España y que, nada más aterrizar en Buenos Aires, mientras hacía las maniobras de aproximación con poca iluminación, rozó con el ala el parabrisas del Tango 4 que utiliza Macri y que estaba aparcado. La segunda contrariedad llegó después, cuando descubrieron que en el aeropuerto no se disponía de una escalera con suficiente altura para el desembarco de los Reyes, que aguardaban encerrados en el avión. Finalmente, se acercó la escalera del avión presidencial, guardada en un hangar al que solo se podía acceder con la huella dactilar del responsable, lo que retrasó casi una hora la operación.
Todo ello se quedó en una anécdota en cuanto empezó la visita y los Reyes fueron recibidos con los honores habituales. Durante su estancia en Buenos Aires, se alojaron en el Hotel Four Seasons, donde don Felipe se encontró con un viejo conocido, el cantante Joaquín Sabina, que estaba tomando algo en la terraza del establecimiento y, en cuanto reconoció al Rey, se acercó a saludarle y ambos estuvieron conversando, entre risas, unos minutos.
Como en toda visita de Estado, el momento más brillante fue la cena que los anfitriones ofrecieron en honor de los Reyes, en este caso en el Centro Cultural CCK y amenizada por una exhibición de tangos. Entre los 400 invitados, estaban el escritor y premio Nobel Mario Vargas Llosa; la viuda de Jorge Luis Borges, María Kodama; la modelo Valeria Mazza, el dúo Pimpinela y la veterana actriz y presentadora de televisión Mirtha Legrand.
A la cena, tanto doña Letizia como Juliana Awada acudieron con vestidos de corte midi. El de la Reina era un llamativo diseño de Carolina Herrera en color verde y con un amplio escote en uve, mientras que la primera dama argentina optó por un recatado vestido de color rojo de manga larga.
En total, fueron seis los estilismos que la Reina lució en su visita a Argentina, entre ellos un conjunto de casaca y pantalón en color naranja de la marca Zara y, curiosamente, también Awada escogió una blusa y una falda de la misma firma española para acudir al acto: una reunión con los responsables de la Alianza Iberoamericana de las Enfermedades Raras. Todo un gesto por parte de la primera dama argentina, que renunció a lucir un vestido de su propia marca, Awada, y apostó de esta forma por dar visibilidad a la moda española.
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