Durante mucho tiempo se dijo que el príncipe Harry era el auténtico ojito derecho de su abuela paterna, la reina Isabel de Inglaterra. Sin embargo, los acontecimientos acaecidos en el tramo final de este año han provocado unas tensiones entre ellos que han llevado a un enfado monumental de la monarca.
Se venía hablando. Que a la reina no le había gustado ni el hecho de que hayan decidido no pasar la Navidad con la familia real inglesa, rompiendo la tradición (con todo lo que ello implica a nivel protocolario), ni que Harry lanzara un comunicado para defender a su mujer de la presión de la prensa y anunciando medidas legales contra los medios que habían vertido informaciones falsas sobre ella.
Ayer, ese distanciamiento quedó de manifiesto. Isabel II les dejó fuera de uno de los grandes momentos del año: su discurso de Nochebuena dirigiéndose al pueblo británico. Entre las fotos familiares que la acompañan en la decoración sí aparecen el príncipe Guillermo y Kate Middleton, pero no hay ni rastro de los duques de Sussex.
Les pone al mismo nivel que a su hijo Andrés, que ha tenido que apartarse de la vida pública por su relación con el caso Epstein y al que, hasta ahora, había defendido públicamente (no en privado, como llevan semanas apuntando varios diarios ingleses). Ninguno de los tres ha tenido presencia en ese plano. Una indirecta más que clara que no ofrece lugar a las dudas.
Los problemas crecen. Tanto para Harry y Meghan a nivel individual, que ya habrían tenido también sus roces con Guillermo y Kate este año, como para la familia real británica que, siempre tan correcta, parece ver desmoronarse esa imagen que tanto les ha costado crear.
20 de enero-18 de febrero
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