El 14 de mayo de 2004 está marcado en rojo en la historia de Letizia Ortiz. En rojo Caprile, de hecho. Una semana antes de su propia boda la prometida del entonces Príncipe Felipe tenía que pasar el examen de la realeza europea en el otro gran enlace real del año, el de Federico de Dinamarca y Mery Donaldson en Copenhage. El debut en sociedad no podía ser más a lo grande, y la periodista no solo lo pasó con nota, sino que se coronó como reina de estilo entre las 'royals' gracias a un inolvidable look que, 17 años, sigue siendo el mejor de todos los que ha llevado.
Cuentan que Lorenzo Caprile recibió a principios de aquel año el encargo de crear una pequeña colección para Letizia Ortiz. Había que convertir a la periodista en princesa y todos sabían que la moda iba a jugar un papel protagonista. Había una condición por parte de Casa Real (dicen, de hecho, que fue cosa de la propia prometida del Príncipe): todos los tejidos tenían que ser españoles. Así que el modista se fue a Rafael Catalá y a José María Ruiz y creó varios modelos para nuestra actual reina. Durante sus primeros pasos en la familia real Caprile fue su modisto de cabecera , aunque fue el vestido rojo de Copenhage el que, sin duda, ha pasado a la historia.
Con una elegante cola de tul, de líneas rectas y con un escote Bardot drapeado rematado con unas delicadas mangas semitransparentes, el vestido de crepé de seda rojo de Caprile le sentaba a la hoy Reina como un guante. Lo combinó con un clutch joya y zapatos de Pura López, y entre tiaras imponentes, collares de valor incalculable y bandas regias, Letizia brilló más que ninguna con los dos broches Art Decó y los pendientes de rubíes y diamantes del joyero personal de la Reina Sofía. Dicen que, incluso, sus cuñadas Elena (de Christian Lacroix) y Cristina (de Jesús del Pozo) se pusieron celosas de la atención que acaparó la recién llegada.
Aquel 14 de mayo, ensayando quizá para su propia boda, Letizia enfiló la alfombra roja de la Catedral de Nuestra Señora de Copenhage con el aplomo de una mujer empoderada y segura de sí misma, y la imagen de una de las icónicas españolísimas de los cuadros de Julio Romero de Torres: aquel recogido con ondas al agua y sus labios rojos ponían la guinda a un look sobresaliente.
Por si fuera poco, parece que doña Sofía se deshizo en halagos y atenciones hacia la que iba a ser su nuera durante todo el fin de semana. En la fiesta previa, en la que Letizia también vistió de Caprile con un corpiño brocado de flores con escote off the shoulders y falda roja de silueta sirena, la entonces Reina se ocupó personalmente de presentar a la que iba a ser su nuera a todos los miebros de la realeza, ensalzando su labor como reputada periodista.
17 años después parece que poco queda de aquella magnífica relación suegra-nuera, aunque lo que más echamos de menos es aquel glamour con el que brilló doña Letizia como nunca y aquel vestido inolvidable que, a día de hoy y a excepción del vestido capa de Stella McCartney en el 50º cumpleaños de Guillermo de Holanda , sigue siendo su mejor look.