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Con una izada de bandera y una felicitación pública en la cuenta oficial de Twitter de la familia real de los Países Bajos. Así ha anunciado al mundo la princesa Catalina Amalia de los Países Bajos que se ha graduado, ha aprobado sus estudios de secundaria en el Christelijk Gymnasium Sorghvliet en el que ha permanecido seis años y además lo ha hecho con honores. Ahora la princesa tiene por delante unas vacaciones familiares y, después, un año entero para dedicarse a lo que desee.
Con la venia de su padre el rey, la princesa ha decidido no empezar sus estudios universitarios inmediatamente, sino dedicar un año de su vida a viajar por el mundo, conocer gente de otros lugares e intentar trabajar en alguna empresa antes de asumir su puesto en el División de Asesoramiento del Consejo de Estado de los Países Bajos, empezar la universidad o, incluso, pasar por el ejército, hechos todos necesarios en al educación de un a futura reina.
Y que nadie piense que ese año en blanco será un año "financiado" con la paga que recibirá en diciembre cuando cumpla 18 años. Para evitar más polémicas (que ya se generaron cuando el Parlamento aprobó un presupuesto propio para la futura monarca de más de un millón de uros al año a partir de su mayoría de esad), la princesa Catalina Amalia ha renunciado (vía carta manuscrita al primer ministro) al 100% de la parte de esa asignación que es considerada como su sueldo durante este año sabático y hasta que acabe su formación (unos 282.000 euros en total). Sobre el resto del dinero la princesa ha escrito: "Asimismo, siempre que no deba incurrir en altos costos en mi posición como princesa de Orange, reembolsaré también mi asignación para gastos de personal y material".
El plan suena muy bien y la idea parte de su propio padre… pero la propia experiencia paterna muestra que quizá un año sabático no sea una buena idea para una joven de 17 años. ¿Qué pasó cuando el rey Guillermo Alejandro (entonces príncipe) gozó de esa misma libertad en su juventud?
Durante décadas el actual rey de los Países Bajos que goza del apoyo incondicional del 70% de su pueblo no gozó precisamente de muy buena prensa. Su propia madre la reina Beatriz dudaban de que fuera a tener el temple necesario (o el autocontrol) para ser un buen rey. La desconfianza nacional se gestó, precisamente, en el mismo colegio de élite al que va a acudir la princesa Leonor este año (y el mismo a la que los reyes de los Países Bajos van a enviar a su díscola hija Alexia): el United World College of the Atlantic.
Lejos del control paterno y de los paparazzis de su país, el futuro reino se dedicó a pasearse con sus compañeros de juerga por todos los bares de Gales, motivo por el que se acabó llevando el sobrenombre de “príncipe cerveza” (Prins Pils).
Uno de sus profesores del centro Galés confirmó a la prensa que Guilermo era simpático e inteligente, pero que los estudios no eran lo suyo y le parecía poco adecuado como rey. Una imagen que se confirmó aún más cuando el príncipe presentó su tesis (de sólo 60 páginas) en la universidad holandesa de Leiden en Holanda y que le valió un nuevo mote en la prensa: “el príncipe tonto”.
Para cuando llegó este segundo sobrenombre el heredero ya había protagonizado varias portadas en la prensa rosa por su múltiples amoríos que incluían azafatas, modelos y hasta una patinadora olímpica. Mientras enlazaba una relación con otra los escándalos se sucedían y hasta tuvo que dar explicaciones al país cuando tuvo un accidente de coche con Emily Bremers, una azafata a la que tuvo que dejar en 1998 cuando el padre de la chica se fugó a Bélgica tras cometer delito fiscal. Menos mal que apenas un año más tarde el príncipe acudió a la Feria de abril sevillana y conoció a Máxima Zorreguieta.