La hija menor de Carolina de Mónaco, Alexandra de Hannover, no es solo la princesa más princesa de todo Mónaco, también tiene el lujo de que su madre sea la elegantísima princesa de Hannover y su padre el polémico (y recientemente asiduo a las calles de Madrid gracias a su novia española) Ernesto de Hannover. Aunque ha estado refugiada de los medios durante buena parte de su vida, en el último par de años la joven veinteañera ha logrado acaparar la atención de todos y convertirse en uno de los valores en alza del principado. La hemos podido ver en los desfiles parisinos de alta costura con su madre, posando con su hermanastra Carlota Casiraghi, en el archiconocido Le Bal de la Rose al lado de su tío el príncipe Alberto e, incluso, cercana a los parientes de la princesa Charlène que viven en La Roca, como Gareth Wittstock. Con quien no la hemos visto jamás es con su padre Ernesto de Hannover. ¿Cómo es la relación entre el príncipe alemán y su hija pequeña?
No deja de ser paradójico que no se tenga registro gráfico de Alexandra y su padre juntos cuando en realidad su nacimiento fue la razón de peso que unió a sus progenitores. Carolina de Mónaco se transformó en la princesa consorte de Hannover por obra y gracia de un embarazo.
Fue en enero de 1999 cuando Carolina de Mónaco, viuda de CAsiraghi y ex mujer de Philippe Junot intentaba por tercera vez casarse y entonar por fin «y el comerán perdices». La ceremonia no tuvo ningún tipo de boato y se produjo ante escasos testigos: los hijos de ella, los hijos de él, el príncipe Rainiero, su hermana, la princesa Antoinette Grimaldi, el príncipe Alberto y apenas un par de conocidos más.
No hubo mucho tiempo para hacer las cosas oficiales: el traje de chaqueta que llevaba puesto la novia intentaba ocultar el hecho de que seis meses más tarde vendría al mundo la princesa Alexandra de Hannover. Ernesto de Hannover era el príncipe de los sueños que Grace Kelly, el hombre con el linaje adecuado para unirse a su primogénita… pero diez años más tarde todos tenían claro que esa relación no iba a ningún lado. Después de algunos «feos» gloriosos, como el de la resaca en la boda de los príncipes Felipe y letizia en España, la pareja decidió separarse, pero no divorciarse. ¿Qué sucedió entonces con Alexandra?
No hay testimonios gráficos que los paparazzis nos puedan vender de Ernesto y su hija juntos desde que Carolina y Ernesto escenificaron su «tú a Boston, yo a California» en formato en versión Mónaco en 2009. Apenas una década después de aquella boda modesta la relación entre los padres de Alexandra ya estaba tocada.
El príncipe de Hannover no se acostumbraba al papel de primera dama de Mónaco que Carolina había adquirido tras la muerte de su padre propiciada por la soltería de su hermano. Y mucho menos hacía las paces con el hecho de que convivir con Carolina le exponía a la persecución de los paparazzis que documentaban cuidadosamente sus borracheras y con los que llegó a emprenderla a golpes.
En 2009 el hecho de que Carolina matriculara a Alexandra en un colegio de Mónaco en vez de en uno de París le dejó bien claras sus intenciones a su por entonces marido. Carolina se quedaría en Mónaco y su hija pequeña con ella. Ernesto de Hannover abandonó el principado y procedió a recorrer el mundo acompañado por mujeres solteras y mucho más jóvenes que la mujer con la que oficialmente sigue casado.
Que Ernesto de Hannover renunciara a su hija más pequeña era previsible, al fin y al cabo durante años circuló el rumor de las condiciones que Rainiero impuso a Vincent Lindon para estar con Carolina: si tenían hijos juntos y se separaban, los niños se quedarían en Mónaco con su madre o con el propio Rainiero. Además, con el paso del tiempo, la vida le ha dado la razón a Carolina: Ernesto de Hannover ha acompañado sus años más salvajes con grandes broncas con sus otros hijos y, a fecha de hoy no se habla con su hijo mayor y heredero. Solo este año parece haber encontrado el gusto por visitar a su hijo menor Christian en Madrid.
Alexandra ha crecido, por lo tanto, bajo la tutela de su madre y muy cercana a Carlota Casiraghi, y ha tomado sus propias decisiones que la alejan de la herencia paterna, como cuando en 2018 se convirtió al catolicismo lo cual la elimina por completo del listado de herederos al trono inglés en el que figuraba por ser princesa de Hannover y la acerca aún más a su madre.
A pesar de todo parece que Alexandra no ha quemado todas las naves con su padre. Se relaciona a menudo con sus hermanastros por parte de los Hannover y en 2019 medios alemanes como Neue Post y Bunte publicaban que la joven veía a su padre, como mínimo, una vez al año, y normalmente en Nueva York. Además afirmaban que la joven princesa había estado muy preocupada por la salud de su padre, que no olvidemos ha sufrido cáncer entre otras dolencias. ¿Cambiará aún más la relación padre-hija si finalmente Ernesto de Hannover decide divorciarse de Carolina de Mónaco?