Begum Salimah, la reina Noor del Aga Khan: la modelo de cremas que se convirtió en la princesa de los 20 millones de dólares en joyas

Como le sucedió a la reina Noor de Jordania, la boda de Sarah Frances Croker-Poole con el príncipe Karim Aga Khan convirtió a una modelo de cremas Pond's en la Begum Salimah, una princesa de las 1001 noches envuelta en sedas, joyas y filantropía que 25 años después de casarse firmó un divorcio millonario con polémica incluida.

Retrato de boda de la Begum Salimah esposa del Aga Khan / getty images

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Hoy la princesa Salimah o Sally, como le gusta que le llamen, es una filántropa luchadora por los derechos de los niños capaz de visitar campos de refugiados en Pakistán con la misma soltura con la que subastó sus millonarias joyas por una buena causa hace más de 25 años. Pero hasta 1995 fue mundialmente conocida por el papel couché como la Begum Salimah, una especie de reina Noor sin reino pero tan elegante como la mismísima Rania de Jordania y envuelta en exóticas sedas y saris. Además, y como se destacaba a menudo, era la afortunada propietaria de un diamante azul gigante con forma de corazón y del amor de quién le regaló esa y muchas otras joyas: el millonario príncipe Karim Aga Khan .

La princesa que no nació princesa ni musulmana se llamaba al nacer Sarah Frances Croker-Poole y abrió los ojos por primera vez en 1940 en la India cuando todavía eset país era una colonia británica. Su padre era teniente coronel y su juventud transcurrió entre París y Londres donde, incluso, fue presentada en sociedad ante la mismísima reina Isabel II en un baile de debutantes británicos que ya no se celebra, el Queen Charlotte's Ball.

Imagen de la Begum Salimah cuando estaba casada con el Aga Khan / instagram

Como era imposible que su belleza y su elegancia pasaran desapercibidas la joven Sarah se casó con tan solo 19 años con un todo Lord inglés hermano de todo un marqués inglés, pero en aquel momento la vida de casada no convenció a Sarah que sin hijos ni fortuna se divorció dos años más tarde de la boda. La oportunidad de ser feliz por sus propios medios se presentó en forma de campañas de publicidad y la Sarah modelo acabó posando para todos los grandes fotógrafos de la época, desde Richard Avedon a Cecil Beaton.

Pero en una cena navideña de 1968 el destino hizo de las suyas y Sally coincidió con un príncipe de los de antes, de los destinados a cubritie de joyas y, de paso, casi encerrarte en un palacio en soledad: el príncipe Karim Aga Khan IV. Al año siguiente de conocerse ya estaban casados y Sally se convirtió en la Begum Salimah. Pero no tardó mucho en comprender la nueva princesa que tanto lo de vestirla de joyas, como lo de ignorarla o usarla de «princesa florero», iba en serio. En el joyero de la Begum Salimah estuvieron representados todos las grandes firmas de joyería de la época, desde Cartier a Van Cleef & Arpels, Bulgari, Boucheron y Buccellati. Y en la vida de la princesa tampoco faltaban los actos sociales, el paripé y mucho aburrimiento.

Imagen de la boda del aga Khan y Salimah / instagram

Porque la otra cara del glamour era la espera y la crianza de los hijos en solitario. Ser un líder religioso obligaba a su esposo el Aga Khan a llevar una complicada agenda que asumía dejando atrás a su familia. «Espero reorganizar mi vida para tener un poco más de tiempo para estar con mi esposa y mis hijos, aunque no a expensas de la comunidad», explicaba el príncipe en una entrevista. «La carga del trabajo y los viajes es muy severa. Aunque soy muy afortunado de tener una esposa e hijos maravillosos, no puedo pasar tanto tiempo con ellos como deseo. Pero espero tener más tiempo para mi familia más adelante», explicó en otra entrevista diez años después de su boda.

Vídeo. Quién es quién en la familia real jordana

La paciencia de la princesa de las joyas duró 25 años y tres hijos en común. En 1995 firmó un divorcio millonario (se calcula que consiguió, al cambio, unos 35 millones de euros) con el que conservó su estilo de vida y su título de princesa. Hasta ese momento todo fue amistad. Después llegaría la batalla en los juzgados por las joyas, ¿debía quedárselas la mujer que las lució durante décadas o el hombre que encargó hacerlas a su gusto? El Aga Khan y sus abogados llevaron a juicio a la princesa para impedir que las piezas salieran de su vista.

No hubo caso, los tribunales le dieron la razón a la primera mujer del Aga Khan que procedió a continuación y con exquisita calma a subastar aquello por lo que había luchado su ex en los tribunales. El grueso de su amplia colección de esmeraldas, rubíes birmanos, perlas y el mítico diamante Begam Blue acabaron en Christie's en noviembre del mismo año en el que firmó su divorcio. Consiguió más de 27 dólares más por aquellas joyas dinero que dedicóíntegramente a financiar obras de beneficiencia a favor de la infancia. «Tan pronto como mi divorcio fue definitivo, supe que quería ser activa. Quería tener una vida plena y significativa», explicó a los medios la mujer que renunció al diamante azul más famoso del planeta para crear escuelas en zonas necesitadas de medio planeta (y de paso, por qué no, vengarse de la forma más exquisita de su ex).