DOS VELAS NEGRAS La boda de Tamara Falcó e Iñigo Onieva está maldita: retrasos, cancelaciones, un accidente y la novia sin vestido

No creemos que la pitonisa Lola tenga relación con Tamara Falcó e Iñigo Onieva, pero visto lo visto, podría parecer que la famosa bruja televisiva le hubiera puesto dos velas negras a la pareja para que no se case. Obviando el hecho de que el propio novio fue el primero que estuvo a punto de mandar la boda al cesto de «lo que pudo haber sido y no fue», los palos en las ruedas se les siguen amontonado: la última, pero no la única, la negativa de Sophie et Voilà , la firma bilbaína que iba a diseñar su vestido de novia a seguir trabajando con la marquesa.

Las razones las explicaban ellas mismas en un comunicado resumido bajo el término «Incumplimiento de contrato». Al parecer, y siempre según las responsables de la marca Sofía Arribas y Saioa Goitia , Tamara pretendía pasar algunos límites que tienen que ver con la autoría de los diseños: «Sentimos un profundo respeto por la creación artística de otros compañeros y nuestra ética empresarial nos impide traspasar ciertos límites que pondrían en peligro la autoría original del diseño». O sea, básicamente que copiaran o «se inspiraran» en terceros para hacer su vestido.

Tamara, por su parte, negaba a la mayor y daba su versión de una ruptura que ha conocido por la prensa. Esta ruptura viene a confirmar que esta boda nació torcida y sigue sin enderezarse.

La cosa no empezó bien. Aquellas imágenes de Onieva en la fiesta de Burning Man dieron la vuelta al mundo (literalmente, porque la prensa internacional se hizo eco de la noticia, al menos la del otro lado del Atlántico). Aquello dinamitó una boda que muchos no acababan de creerse, otros no veían con buenos ojos, y quién más quién menos dudaba que fuera a tener lugar. Pero la vida, el destino y la propia Tamara tenían una sorpresa guardada (en el metaverso y fuera de él). La reconciliación puso de nuevo la noria del amor en marcha y se reactivó el modo BODA.

Echas la paces de un ruptura que duró un nanosegundo en el universo posrealidad, tres meses para el común de los mortales, se puso una fecha para el esperadísimo «sí, quiero»: se anunció a bombo y platillo el 17 de junio y todos apuntamos esa fecha en el calendario. Fecha a la que le tuvimos que pasar el tipex por encima porque no era la buena. «Para nosotros es importante contar con nuestros seres queridos y algunos familiares no podían venir en la primera fecha planteada, por razones de causa mayor». Total, que «donde dije digo digo Diego», se apunta otra y aquí paz y luego gloria.

El segundo contratiempo se producía casi al mismo tiempo: Tamara se quedaba sin su reality La marquesa. Después del éxito de la primera temporada y que parecía estar todo cerrado para la segunda, los fans de Tammy (y los curiosos de la vida de la hija de Isabel Preysler en general) nos quedábamos con las ganas de más. Esta nueva entrega prometía porque se suponía que volvería a refrescar la gran crisis del desierto, el calvario por el que pasaron tanto ella como su prometido (en su caso además literal porque incluía Camino de Santiago y penitencia) y el milagro del perdón.

Por cierto, que el último en hablar del tema has diso el famoso padre Ángel que ha dado su versión en la entrega de Medallas de Oro de San Isidro celebrada este lunes, 15 de mayo, en Madrid: «En el corazón no hay normas». No podemos estar más de acuerdo con el párraoco que, no olvidemos, bautizó y dio la primera comunicón a la marquesa. Total, que Netflix canceló a Tamara (o ella a ellos, porque la versión oficial hablaba de problemas de agenda) y nosotros nos quedamos con ganas de más.

A principios del mes de abril, cuando quedaban aún tres meses para la boda de Tamara e Iñigo (sí, a nosotros también se nos está haciendo un pelín largo), un accidente ponía en peligro la celebración del enlace. Según publicaba la revista Semana, una persona cercana al novio había sufrido un accidente de tráfico y había tenido que ser ingresado en el hospital. En ese momento estaba bajo observación médica y su estado de salud era complicado.

«Los dos están muy fastidiados. Lo están pasando mal, específicamente Íñigo, que está muy afectado», comentaban a la revista personas cercanas a la pareja. De la escasa información que trascendió entonces se pudo saber que un familiar del empresario había sufrido un aparatoso accidente de moto que le había producido importantes secuelas.

Aunque no es motivo para anular una boda (y menos una de esta envergadura), la lista de bodas de Tamara y Onieva ha dado mucho que hablar. Especialmente por el importe mínimo de 150 euros que establecían los novios. La lista también incluía objetos como vajillas completas por más de 5.000 euros, juegos de mesa por más de 1.700 o cubiteras de hielos por 1.300 euros (cubiteras, sí). Claro que también hay regalos más económicos y asequibles como un set de salero y pimentero o el set (rebajado) de seis copas de champagne talladas por 36 euros.

La noticias se viralizó y magnificó tanto que el propio Onieva tuvo que salir al paso: «Creo que se ha sacado todo de contexto y se ha magnificado innecesariamente. La lista de regalos de boda de Tamara es una tradición común en muchas culturas y no debería ser motivo de controversia», explicaba al tiempo que aclaraba al programa Fiesta de Emma García que «no es verdad que hayamos puesto una cantidad determinada».

La última piedra en el camino ha sido el plantón que la firma que iba a hacer su vestido de novia se bajara del proyecto, pero queda tanto aún para el 8 de julio que nos descartamos que el gafe de este enlace siga haciendo de las suyas.